Luras, langostas, con Combarro al fondo

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Langosta a la Armoricana. Restaurante O Peirao, Combarro. / HGgT
La Cocina de los Alvariñas está modernamente concebida en sus puntos de cocción y cuidada presentación, fiel a los sabores y sustancias heredadas.
Luras, langostas, con Combarro al fondo

Buscábamos paz aquel mediodía luminoso de julio, arrope solícito con mascarilla y manduca garante sin sobresaltos, después de un confinamiento agobiante…, menos, también es cierto, para quienes disfrutamos la vivencia mixta y fusionada entre la estancia, compartida en el presente, entre el medio rural y el urbano. De vez en cuando hemos de buscar estas islas de paz, aunque sea con la tarea de intercambiar ideas o proyectos, echados al mar de la conversa cual barquitos de papel, para que sean mecidas o mecidos por las olas tranquilas de la experiencia. 

Ocurrió en O Peirao de los hermanos Alvariñas, en Combarro. Buscábamos que el alma se serenase en aquel mediodía luminoso. Procuramos aplicar el arte vivir, y esto debe serlo...o eso me parece. Había venido José Luis Palacín, un amigo de formación jesuítica, larga experiencia política en primera línea y praxis progresista. El enmarque era perfecto, y lo que vino a la mesa también. Un excelso rehogado de calamares recién pescados, de sabor, textura y modulado gobierno jamás catados. 

Cuando los anfitriones nos sorprendieron (Carlos presentó la bandeja sin previo aviso) con una langosta según el más puro barroquismo de Jaime, bajamos la mirada a la mesa. Identificamos una interpretación del gobierno a la Armoricana... símbolo del lujo culinario también llamado a la Americana, motivo de más de una disquisición... 

Quedaba para alargar el reencuentro un guiso de mero, suavemente horneado, una ración para dos. Cocina modernamente concebida en sus puntos de cocción y cuidada presentación, fiel a los sabores y sustancias heredadas. 

Merecía las copas que llegaron

El día, la alegría de respirar en este entorno entre urbano y rural, típico marino y huertano, abierto a la ría pontevedresa y a la cumbre de A Fracha y más -el Pe da Múa, me parece a lo lejos- el día, digo, se antojó redondo, ilustrativo, harmónico, feliz. Merecía la copas que llegaron con marchamo de O Rosal: una burbuja de Altos de Torona que vino a posarse entre la conversa al principio, y terminó con un albariño atusado por la madera que firma Terras Gauda en etiqueta negra. Tiempo y ocasión habrá para otras experiencias... 

¡Ahhh! Habíamos empezado felizmente el encuentro con un aperitivo: vermut Pepa a Loba, es de fiar, su gerente,  Álvaro Fernández, también lo hace de las catas de la revista HGgT tal como exibe en el escaparate de su sede-tienda en Cambados. Buena base, aromas sutiles de huerta y viñedo, cálido pero refrescante en el trago. Bueno, en los tragos. @mundiario

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