¿Cómo Isabel II pasó de inesperada heredera a la reina eterna?

La reina Isabel II y Felipe de Edimburgo. / RRSS
La reina Isabel II y Felipe de Edimburgo. / RRSS

La abdicación de su tío, Eduardo VII, volteó la línea de sucesión de manera inesperada. Después de todo, no estaba previsto que la reina más longeva llegara alguna vez al trono.

¿Cómo Isabel II pasó de inesperada heredera a la reina eterna?

Para muchos británicos la reina Isabel II era una constante. Isabel Alejandra María Windsor nació el 21 de abril de 1926, ascendió al trono en 1952 de manera repentina, inesperada, y que por casualidad derivó en el mandato más longevo de la historia del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, pese a que no se suponía que debía ser monarca en primer lugar.

Isabel II ha fallecido este jueves, ahora su primogénito, Carlos, será coronado justo como su madre ascendió al trono después de la muerte de su padre Alberto, el rey Jorge VI. El monarca, justo como su hija, no tenía planificado ser el jefe de Estado del Imperio británico, sucedió de manera sorpresiva después de que su hermano mayor, Eduardo VII, renunciara unos meses antes de su coronación (por la muerte de su padre) en 1936 para casarse con Wallis Simpson, una plebeya estadounidense.

El matrimonio con Simpson, una celebridad que se había divorciado en dos ocasiones ya, no fue bien visto por la moralidad británica de los años 30. Ante la negativa de la monarquía de aceptarla, Eduardo abdicó en favor de su hermano Alberto, pese a que él no ansiaba para nada estar en la vida pública. Isabel, primogénita, sin hermanos varones y con una hermana menor llamada Margarita, era la heredera inesperada al trono.

Jorge VI asumió el reto de dirigir el Reino Unido en medio de un ambiente de tensiones en Europa y con la imagen de la casa real agrietándose. Isabel, quien se suponía viviría una vida más normal que la de futura jefa de Estado, comenzó a formarse en historia constitucional y se hizo experta en idiomas, iniciando un periodo de aprendizaje antes del trono que no fue el más idóneo, pues una nueva sacudida terminaría por arrojarla directamente a la cabeza de Londres.

Una coronación sorpresiva

La heredera Isabel vivió en carne propia los bombardeos de la Alemania Nazi sobre Gran Bretaña, formó parte incluso del conflicto sumándose al Servicio Territorial Auxiliar, donde aprendió a conducir y reparar camiones. Para ese entonces ya sostenía una relación con Felipe Mountbatten, un oficial griego de la Royal Navy que conoció de niña, como primo lejano, pero con el que retomó contacto en la adolescencia.

Pese a las reticencias de la familia real a admitir a Felipe como parte suya (debido en parte a su posición económica o linaje extranjero), los deseos de la pareja prevalecieron contrayendo nupcias en la Abadía de Westminister el 20 de noviembre de 1947, cuando Felipe pasó a ser el duque de Edimburgo, el papel secundario de la relación y su “roca” a la vez, el compañero eterno de la reina.

En enero de 1952 ambos se embarcaron en una gira por África, para fortalecer los lazos de la Commonwealth, ocupando el lugar de los reyes. El rey Jorge VI estaba sometido a un gran estrés, era fumador empedernido y padecía de cáncer de pulmón por lo mismo. La última vez que vio a su hija fue al contravenir las recomendaciones médicas, yendo a despedir a Isabel al aeropuerto.

Isabel partió de Londres como princesa con destino a Kenia, donde recibió la noticia de que su padre, el rey, había sido encontrado muerto. La heredera y su marido estaban hospedándose en una casa en la copa de un árbol. Inmediatamente Isabel regresó, convertida en reina, para estar con su familia y para ocupar la jefatura del Estado.  

La reina moderna

Un poco más de un año después, Isabel fue coronada a los 25 años. Fue todo un acontecimiento, pues trasladó la formalidad y la “pompa” de la ceremonia a los hogares de los británicos que gozaban de televisión, pudiendo observar prácticamente toda la coronación en directo, una movida que ganó críticos, pero que indudablemente impulsó la popularidad de la reina y marcó el inicio de una apertura de la ahora denominada “familia real” a las masas.

Isabel II consiguió un imperio en decadencia. Los últimos años habían sido aprovechados por la India o Pakistán para independizarse, incluida la consolidación de la República de Irlanda en 1949. En las décadas de los 60 y los 70 la reina permitió el proceso de descolonización, iniciada a gran escala tras la II Guerra Mundial en el globo, surgiendo así decenas de nuevos países que consiguieron su autonomía del Imperio, pero en buenos términos para robustecer la Commonwealth.

Entonces la reina avanzó con aplomo, gracia e inteligencia a lo largo de siete décadas, en las que modernizó las instituciones reales manteniendo muchas de sus tradiciones, abriendo la Casa Real a la ciudadanía británica y al mundo. @mundiario

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