Un 77% de los coches diésel presentan niveles “sospechosos” de óxido de nitrógeno

El Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT), grupo no gubernamental que destapó el ‘dieselgate’ en 2015, advierte que las marcas siguen usando dispositivos fraudulentos de desactivación.
En 2015, se conoció que Volkswagen había vendido millones de vehículos con un dispositivo fraudulento de desactivación para alterar los resultados de las emisiones de sus motores diésel durante las pruebas de certificación. Este escándalo conocido como el dieselgate provocó que las autoridades hicieran test adicionales a estos vehículos en los que medían nuevos parámetros. Ahora bien, un análisis independiente de la ONG Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT, en inglés) reveló que el 77% de las pruebas realizadas a los coches de gasoil más nuevos –vendidos entre 2009 y 2019– muestran niveles de emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) “sospechosos”. Esto indica, según ICCT, que las marcas siguen usando dispositivos de desactivación como los prohibidos tras el dieselgate.
El informe, publicado este miércoles, evalúa la magnitud de los niveles de emisiones “sospechosos” y “extremos”, los cuales se definen en función del comportamiento esperado del motor tras superar determinadas pruebas.
Ahora bien, ¿qué son los sistemas de control de emisiones? Estos dispositivos limitan los gases que salen de los tubos de escape de los coches diésel más nuevos; el principal es el NOx, un gas muy nocivo para el ser humano, cuyos límites saludables se superan en la mayoría de urbes españolas y europeas. Mientras que, los dispositivos de desactivación son un software que se instala en el vehículo para alterar o desactivar este sistema de control de emisiones en determinadas circunstancias. Así, los vehículos reducen su rendimiento y, por consiguiente, su polución. Sin embargo, dos sentencias del Tribunal de la Justicia de la UE (TJUE) de 2020 y 2022 confirmaron que estos dispositivos están prohibidos en general y que solo se puede justificar su uso “cuando no hacerlo genere un peligro concreto durante la conducción”.
En este sentido, la ICCT recopiló y analizó los resultados de los diferentes programas de pruebas de emisiones de vehículos vendidos entre 2009 y 2019, tanto oficiales como independientes y el resultado es que la gran mayoría de los coches diésel más nuevos tienen un exceso de emisiones muy superior a las previstas, fijadas en los 180 microgramos por kilómetro (mg/km) para los Euro 5, y 80 mg/km para los Euro 6 (según la clasificación ambiental de la UE).
Señal de alarma
Según Yoann Bernard, investigador principal del ICCT, “los niveles de emisiones hallados en las pruebas ofrecen datos de gran alcance para estimar la prevalencia de dispositivos de desactivación prohibidos. Lo que descubrimos es que los vehículos que superan el umbral ‘extremo’ deben considerarse una señal de alarma y deberían plantear dudas sobre la justificación de su comportamiento en materia de emisiones. Un total de 150 modelos de vehículos presentan emisiones superiores a dicho umbral, lo que representa unos 13 millones de vehículos que siguen circulando en la UE-27 y el Reino Unido”.
Por su parte, la ONG ClientEarth envió quejas a los gobiernos de Francia, Reino Unido y Alemania en las que denuncian “su incapacidad para garantizar que la industria actúe para limpiar el desastre” que ocasiona. Además, critica que las pruebas recabadas “sugieren que casi todos los fabricantes de automóviles han empleado dispositivos de desactivación que deberían estar prohibidos en una lectura adecuada de la ley”.
Ante esta situación, la entidad pide que los fabricantes de coches contribuyan a un Fondo de Limpieza del Dieselgate que sería utilizado por los gobiernos nacionales para reducir la contaminación del transporte por carretera, dando prioridad a las zonas más contaminadas. @mundiario