OTAN o NATO

Cumbre de la OTAN. Twitter @NATO
Cumbre de la OTAN. Twitter @NATO

Estos días fue la cumbre de la OTAN en Madrid, precedida por la disensión interna en el Gobierno. Nacida en 1949, su máxima está recogida en artículo 5 del tratado de Washington.

Estos días está siendo la cumbre de la OTAN en Madrid, precedida por la disensión interna en el Gobierno. Nacida en 1949, su máxima está recogida en Artículo 5 del Tratado de Washington. “Las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas”. Eso es lo que dice el citado artículo.

Unidas Podemos ha criticado la celebración de la cumbre por tratarse de una organización militarista. Como sucede con las formaciones políticas extremistas -a ambos lados- aferrarse a la radicalidad impide ver las cosas en su justa medida, con perspectiva aérea (aludo a ella en mi libro Palabras luminosas para tiempos inciertos). Y, si bien, la OTAN -NATO según sus siglas en inglés- nació como una organización militar, negar la necesidad de su despliegue en el contexto político en que vivimos es negar la negrura de toda guerra. Rusia contra Ucrania es hoy, pero qué duda cabe que toda guerra es negra, a ello me referí en mi artículo Algunos hombres buenos. Todos somos -por tanto- ucranianos, pues el que hoy estemos en paz es una suerte. Si  vemos más clara nuestra necesidad de solidarizarnos con Ucrania es porque Ucrania está en Europa, relativamente cerca de nosotros.

 Y claro que todos queremos la paz. Salvo los dirigentes que declaran una operación militar o justifican un ataque bélico, ¿quién querría una guerra? Pero el simple hecho de estar en contra de algo, de oponerse a algo es un acto de violencia, “intelectual” si se quiere, pero violencia, al fin y al cabo. Las manifestaciones por la paz son como hablar de agua en el fuego de una guerra. ¿Verdad que hablar de agua no apagará el fuego? En un contexto de paz, hablar de paz está bien, pero no es el caso.

En un momento en que se necesita cohesión, la pregunta que cada partido debería hacerse es ¿cuál es el mal menor? Porque cuando hay una guerra no podemos silbar y mirar para otro lado, no puede hablarse de margaritas blancas ni rosas rojas; eso vendrá después, en el lento proceso de reconstrucción. Entonces será el momento de establecer una nueva forma de paz. En un mundo armonioso donde todos estuvieran dispuestos a ofrecer su mano al de al lado, la guerra no tendría sentido. Recordando mi artículo Algunos hombres buenos, me reitero en lo dicho: Humano frente a humano. No más guerra.

Pero llegados a este punto, la cumbre de la OTAN es significativa.

Ya no solo porque se celebre en España. Hay que reconocer mérito al Gobierno actual. Ayer en un canal de televisión, una comentarista dijo que Pedro Sánchez mostraba un rostro similar al que muestran los niños ante la llegada de los Reyes Magos, especialmente cuando hablaba con el presidente de EEUU, Joe Biden; sin embargo, tanto la organización de la seguridad como el haber conseguido que se celebre esta cumbre en España es un hecho histórico muy significativo. España se adhirió a esta organización militar en 1982, hace hoy 40 años, y es la segunda vez que esta cumbre se celebra en España. La primera vez fue en 1997, como recordó hace dos días Javier Solana, en una entrevista que se le hizo en canal 24 horas. La lúcida entrevista que concedió aportó claves muy profundas para comprender cómo ha cambiado la historia desde aquel 1997. Y es que la historia, que forma parte de la vida, nunca se queda quieta, unas veces para mejor y otras para peor.

Son muchos los puntos que se han tratado en esta cumbre. El presidente de los EEUU se propone reforzar la base de Rota y permanecer en Polonia, confirmándose así como aliado de Europa. Turquía por su parte, está conforme con la adhesión de dos nuevos miembros: Suecia y Finlandia, adhesión que se plasmará el próximo martes en Bruselas, a cambio de la extradición de 33 personas por parte de esos países.

Las disensiones entre los países de diferentes partes del mundo son el pan nuestro de cada día. Si Turquía era reticente a la entrada de estos nuevos miembros era por la necesidad de que los kurdos sean considerados terroristas por Suecia y Finlandia, que tradicionalmente han “acogido” a estas organizaciones terroristas- según palabras del dirigente turco. Por su parte, y como consecuencia de la vieja fragmentación de Corea en dos partes, separadas por un odio común y diversas justificaciones, el líder de Corea del Norte ha criticado la sumisión de Japón y Corea del sur ante EE UU, que a su juicio “es un preludio peligroso de una versión asiática de la OTAN”.

Robert McNamara, que fue Secretario de Defensa de EE UU durante el gobierno de J.F.K y de Lyndon B. Johnson, reconoció que la intervención en la guerra de Corea por parte de los EEUU, comenzó con una mentira espeluznante. Bajo la “invención” de un ataque norvietnamita a una nave americana, se produjo el incidente de Tonkin atacando a 4 torpederas norvienamitas como represalia por ese inventado ataque. Pero lo que caracterizó a este político fue su honestidad frente a su intervención política, algo sorprendente en esa clase, salvo raras excepciones.  “Lo que significa 'la niebla de la guerra'- dijo el propio McNamara en un documental titulado precisamente La niebla de la guerra- es que la guerra es tan compleja que está más allá de la capacidad de la mente humana para comprender todas las variables. Nuestro juicio, nuestro entendimiento, no son adecuados. Y matamos gente innecesariamente”.  De las once lecciones que McNamara en su documental no estaría de más recordar la necesidad de empatizar con el enemigo o al menos ser proporcionales en el ataque, y la información de rigor y sopesada, pues: " lo que creemos y lo que vemos, a menudo, no es cierto" Que un político reconozca sus errores no es para mí símbolo de debilidad, sino de grandeza. Es llevar la propia humanidad a su límite. También Sánchez ha reconocido en una entrevista reciente de la CNN su error al haber considerado a Putin un dirigente confiable y válido para la Alianza.

EL PODER DE LOS SÍMBOLOS 

Y como creo en los símbolos -con frecuencia aluden a una verdad mayor que se nos escapa- el 29 de junio, primer día de la cumbre, fue el día de San Pedro. Los cristianos recuerdan la importancia de esa figura, pues Jesucristo le entregó las llaves del cielo y el infierno. También Jesucristo creía en el poder de los significados profundos y por eso le dijo que “sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (ya que Pedro- Petrus en latín significa piedra) Mi padre me recordó este santoral, tan a propósito - ¡qué cualidad que el presidente del Gobierno se llame Pedro! Y también me dijo las palabras de Cristo en latín "tibi dabo claves regni caelorum, quidquid solveris in terra erit solutum in caelis”, que significa “Te doy las llaves del reino de los cielos para que lo que ates en la tierra sea atado en el cielo". El poder espiritual que cimentó Jesucristo con la “piedra” de Pedro, ha sido “sustituido” por el poder terrenal político, representado hoy en un gobernante que se llama Pedro. Los tiempos han cambiado y los países están fragmentados por odios lejanos, algunos refrescados por medio de guerras constantes. La polarización social, humana, mundial que se vive hoy en día “obliga” a avituallarse, a crear alianzas más fuertes.

Pedro Sánchez es el líder español en estos momentos, y sin negar el valor de esta cumbre -lamento tener que decir esto-, pero está infatuado de sí mismo (al menos esa es la imagen que da en pantalla, generalmente más preocupado de la sonrisa que pone que del contenido que trasmite). Es como uno de esos fuegos fatuos que sobrevuelan los lugares pantanosos o los cementerios y surgen por la descomposición de organismos animales o vegetales en putrefacción, que elevan fósforo y gases metanos al aire, produciendo pequeñas llamas. O como los fuegos artificiales: muy bonitos, pero duran solo unos minutos. La crisis planetaria que vivimos comenzó con un pequeño virus y continuó con otros pequeños desastres naturales y humanos (sin ir más lejos el volcán de La Palma) y ahora ha venido la guerra física -sin olvidar nuestras guerras particulares, sociales, personales, nuestras luchas con nosotros mismos-. Más que nunca en la historia debemos tendernos la mano unos a otros. Creemos en la urgencia de esto quizás porque somos “nosotros” los que vivimos en estos contextos, y siempre el contexto personal se percibe como el peor o el más grave.

Arte y música

Además de los acuerdos adoptados, la cumbre ha estado amenizada por el arte y la música. Aunque pudiera parecer una frivolidad no lo es. La apreciación del arte en común es una forma de tender puentes, de suavizar los conflictos, pues el arte es punto neutro, pero hermoso. Y España tiene grandes pinacotecas. Una de las más importantes es El Museo del Prado, en Madrid. La foto de los participantes de la cumbre delante de Las Meninas era casi una foto “obligada”, dada la trascendencia pictórica del cuadro de Velázquez. También la Reina Leticia posó con las primeras damas ante el Guernica de Picasso, sito en el Museo Reina Sofía, cuadro cubista que narra el horror del bombardeo de Guernica, en 1937, durante la guerra civil española. Y aunque no me fascine el cubismo, con sus formas cambiadas, entremezcladas, refleja bien el horror, el alarido de fondo de toda guerra. Incluso con sus líneas blancas y negras conceptualmente refleja – en mi opinión- un amasijo de formas, el resultado destructor de todo conflicto bélico.

Cumbre de la OTAN en Madrid. Twitter @desdelamoncloa
Cumbre de la OTAN en Madrid. / Twitter @desdelamoncloa

Por su parte, el bonito cuadro El abrazo que se halla en una de las salas de la cumbre quizás sirva a todos los que se han reunido estos dos días para que los acuerdos que se alcancen se cumplan y no sean papel mojado. El abrazo de Juan Genovés es un símbolo de la Transición; en El Español de 15 de mayo de 2020 se cuenta el periplo vital de este precioso cuadro, un cuadro cuya existencia yo ignoraba, y conocí hoy a leer una noticia sobre la cumbre.

Juan Genovés quería que estuviese en el Congreso de los Diputados, aunque en el Congreso solo hay una copia. Una vez el original fue traído de vuelta a España por Adolfo Suárez- fue un cuadro viajero- estuvo muchos años en el sótano del Museo Reina Sofía. Ignoro por qué. Todavía tenemos prejuicios contra nuestras emociones. El pintor valenciano quiso reflejar el ataque terrorista perpetrado en 1977 por personas de extrema derecha contra unos abogados laboralistas en la calle Atocha. La idea se le ocurrió a la salida de un colegio, viendo a unos chavales abrazarse. Añadió a una mujer en el margen derecho como si abrazase el futuro. Pese a que solo se reflejan las espaldas- pintadas de marrón- es un cuadro con movimiento, alegre. Si el Guernica puso el dedo en la llaga representando el alarido humano, el cuadro de Genovés pone el dedo en el futuro, un deseo de confraternización.

Mientras escribía estas líneas no he podido evitar una ligera sensación de tristeza de fondo, la melancolía por una vida que se desea y todavía no se puede alcanzar, la melodía machacona de la muerte que se repite en la historia y aunque no quieras, vuelve a tu cabeza, con los titulares de los periódicos, un aroma del que uno quiere desprenderse. El perfume putrefacto de una historia fratricida que repite -con variantes- pero siempre la misma historia. Por eso me ha gustado ver reflejado el componente humano, poderoso, que hay en un abrazo, aunque esté plasmado en un cuadro. Ojalá que como en el cuadro de Genovés, que fue inspirado por unos niños, en un futuro no sean necesarios los pactos defensivos, sino solo los de cohesión.

Regresando a los símbolos me resultaron muy simbólicas las imágenes donde la orquesta de Kiev tocó una pieza de quince minutos ante un cuadro de Eva y Adán justo en el momento del pecado original, narrado por la Biblia. Eva cogiendo la manzana de un aparente querubín, aunque por detrás del árbol se ve el cuerpo de una serpiente, mientras se ve a un alarmado Adán intentando detenerla, apoyando su mano en el seno derecho de Eva que mira curiosa hacia arriba, hacia la manzana. Pero la elección debería ser siempre hacia el bien. No hay ningún peligro en comer una manzana, pero deberíamos comerla sin gusanos dentro, y esa es nuestra responsabilidad. @mundiario

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