Abultada derrota que anuncia cambio de ciclo

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / @sanchezcastejon
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, evitó valorar los resultados

Pierde el Gobierno, pierden los partidos que lo forman y todos sus aliados territoriales. Es el efecto de una campaña presidencialista que encumbra al PP.

Abultada derrota que anuncia cambio de ciclo

Comencemos por el principio. Pedro Sánchez planteó las elecciones generales y autonómicas como una primera vuelta de las elecciones generales, asumiendo todo el protagonismo, ofreciendo ayudas y medidas de todo tipo en un claro exponente de utilización espuria del Gobierno, invisibilizando a los verdaderos candidatos locales y territoriales. El resultado puede leerse como un voto de castigo al presidente del Gobierno y a sus socios de Gobierno. Es más, si esa tendencia se mantiene, cuando lleguen las generales el efecto será peor. La propia continuidad como candidato del presidente del Gobierno puede estar sometida a discusión.

El PSOE obtiene un digno porcentaje de votos, pero es desalojado de la mayor parte del poder territorial, pues sus socios también han sido claramente castigados. Junto a Sánchez, pierden Podemos, Ciudadanos, Yolanda Díaz, Colau, Compromís, Más Madrid…, la sopa de siglas que ha hecho una política más ideológica y divisiva que eficaz y constructiva, que ha errado en la selección de la agenda de gobierno y que se ha revestido con frecuencia de demagogia y populismo. A eso, los electores le han dado un veredicto inapelable como es la pérdida masiva de Alcaldías y Gobiernos autonómicos. No merecían ese resultado muchos de los alcaldes y presidentes, pero consintieron en quedar diluidos ante una campaña nacional presidencialista.

Mención aparte merece Madrid. Ayuso y en menor medida Almeida, se benefician de una izquierda gritona, a veces insultante, pero que parece no entender el fenómeno madrileño, una región metropolitana que es en este momento el motor económico, de empleo y cultural de España, también el área de mayor desigualdad por lo que no es posible mantener únicamente discursos dirigidos a una parte de la sociedad. La izquierda en Madrid parece no ser consciente del dinamismo y la complejidad de una sociedad más abierta y dinámica, que necesita impulso y no freno, horizontes ambiciosos y no miradas obsesivas al pasado.

Feijóo, sin presentarse directamente, se beneficia claramente del resultado. La tendencia es favorable, la acumulación de poder territorial le brindará nuevas plataformas en el camino hacia la Moncloa. Los resultados son más favorables de lo que esperaban por lo que el optimismo empujará aún más la tendencia electoral. Lo único que falta ahora es acertar con el discurso, con las medidas básicas de un programa que por fuerza deberá ser muy distinto del que ha encabezado el actual Gobierno.

Pierden antes de nacer Sumar y su candidata. La esquizofrenia diaria de aprobar con el Gobierno y censurar a continuación lo aprobado, tiene límites. Ha perdido la credibilidad como la han perdido sus socios. Todos los que ha apoyado, han perdido. Le queda la pelea por los restos con Podemos, pero haga lo que haga su proyecto carece de futuro.

La derrota alcanza también a otros socios como ERC, con fracasos de Maragall y Rufián, Más Madrid, un fracaso personal de su candidata madrileña, enredada en sus propias contradicciones. En el extremo opuesto, Ciudadanos ha escrito su página final. El partido que pudo gobernar con Rajoy o con Sánchez y que prefirió no hacerlo, ha mostrado su irrelevancia. Por el contrario, Vox se ha consolidado, entrando en muchos Ayuntamientos y Parlamentos regionales.

Todavía tendremos noticias durante varias semanas sobre los resultados electorales, pues los pactos de gobierno pueden alterar el resultado en varios lugares mientras que los Gobiernos autonómicos y las Diputaciones Provinciales tardarán un tiempo en constituirse. Pero la foto final no será muy diferente en términos cuantitativos.

Quien está obligado a actuar es el presidente del Gobierno. Tiene varias opciones a su alcance pero con efecto relativo por la proximidad de las elecciones generales. Cambios en el Gobierno o en las políticas ya no surtirán efecto. Desprenderse de los socios podría ser una fórmula. De no hacer nada, el proceso de desgaste continuará. @mundiario

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