Últimos días de una campaña electoral confusa

Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez.
Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez.

Gobierno y PSOE se ven libres de un debate muy negativo para sus intereses mientras Ayuso intenta mantener vivo el debate sobre Bildu para arrinconar a Vox.

Últimos días de una campaña electoral confusa

Bildu ha rectificado. Conforme a su estilo lo ha hecho tarde y a medias, pero ha rectificado asumiendo su error político y el daño que le causaba, no a sus electores, sino a sus posibles aliados. La posición firme del Presidente del Gobierno ha marcado el punto de inflexión. Probablemente en los días de silencio previos se ha presionado a la formación nacionalista para hacer ese gesto que sobre todo tiende a evitar que el terrorismo monopolice la campaña de elecciones municipales y autonómicas.

Sin duda el Gobierno y el PSOE se ven libres de un debate muy negativo para sus intereses. Podemos y ERC que nada vieron de reprochable en presentar convictos de terrorismo a las elecciones, ponen ahora cara de circunstancias, ya que es una más de las rectificaciones a las que se ven obligados en campaña. Solo Ayuso y en menor medida el PP intentan mantener vivo el debate añadiendo nuevos argumentos sobre la posible ilegalización de Bildu. Un debate sin demasiado recorrido jurídico, tampoco político.

Para Ayuso es importante, sin embargo, porque su campaña electoral no está dirigida contra la izquierda, a la que ya barrió en las pasadas elecciones, sino contra Vox, a quien intenta reducir su espacio para lograr mayoría absoluta. Por eso es la candidata que más énfasis pone en los asuntos de terrorismo, para evitar que los abandere el partido de Abascal. Para el conjunto del PP la situación es diferente. Las encuestas muestran que Vox, tras presentar candidaturas en numerosos municipios, mantendrá probablemente una cuota de voto próxima a sus mejores resultados, frenando el trasvase al PP. Por tanto, Feijóo apela genéricamente a los desencantados de otros partidos sin chocar directamente con Vox. Sabe que al día siguiente de las elecciones las negociaciones, si son necesarias, serán más difíciles que nunca.

El Presidente del Gobierno ha asumido en primera persona la campaña electoral lo que le producirá desgaste allí donde los resultados no sean los esperados. Con una sucesión de compromisos o promesas de orden muy variado, algunas muy importantes, otras meramente simbólicas como la ayuda de 36 millones de euros para asistencia psiquiátrica, un sector donde faltan médicos especialistas, psicólogos, camas y planes.

Podemos ha entrado en la fase de pánico, lanzándose a una campaña de acoso personal en Madrid que solo puede acelerar su retroceso y con una dirección que solo emite mensajes para criticar al Gobierno del que forma parte. Sus ocurrencias siguen una senda de despropósitos. Tras los supermercados oficiales ahora pretenden una ley de caso único para ilegalizar a una empresa que resuelve ocupaciones ilegales. En Valencia y Barcelona, los socios del Ejecutivo mantienen sus opciones de gobernar, pero con las encuestas en el límite, de forma que serán los indecisos quienes moverán el fiel de la balanza.

Con los datos actuales casi todos podrán cantar victoria, fijándose en los resultados territoriales que más les favorezcan, pues no hay una forma única de cuantificar como acontece en las elecciones generales. No se pueden comparar Alcaldías de grandes ciudades con las de pueblos pequeños, ni Diputaciones con Comunidades Autónomas, ni estas con el Estado. Como en la lotería navideña, que por eso es tan popular, habrá premio para muchos y pedrea para más, aunque los premios mayores son muy pocos.

Avanzada la campaña es curioso que los datos económicos no provoquen más debate. Así el BCE ya ha anunciado que su objetivo es bajar la inflación al 2%, pero que los estímulos de los Gobiernos están dificultando lograrlo, pues incrementan la deuda y el consumo. Por el contrario, estamos sumidos en una espiral de promesas y compromisos que implicarán un fuerte incremento del gasto no productivo en todos los Gobiernos locales, autonómicos y estatal. Otros datos alertan de que las ayudas universales a veces solo benefician a quien más tiene, como acontece con los viajes o el consumo cultural. Son temas menos emocionales que el terrorismo pasado, pero que afectan directamente al bolsillo de todos los electores. @mundiario

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