El verdadero reino de Carlos III: ducados con castillos, tierras y privilegios fiscales

Carlos III, Rey del Reino Unido. / RR SS.
Carlos III, Rey del Reino Unido. / RR SS.
El nuevo Rey de Gran Bretaña tiene a su disposición un ducado millonario que representa la verdadera fortuna del monarca. El otro ducado más 'pequeño' (pero igual de rico) lo hereda Guillermo.
El verdadero reino de Carlos III: ducados con castillos, tierras y privilegios fiscales

El Rey Felipe VI puede que sea el monarca más pobre de Europa con un patrimonio de 2,5 millones de euros, pero si hay algo que le sobra, es ejemplaridad, algo con lo que está obsesionado desde que su padre dejara un huracán en el puesto. En el otro extremo nos encontramos al recién nombrado Rey Carlos III, que tiene a sus espaldas el enorme peso que deja Isabel II con todo el sentido del deber, pero si hay algo que tiene este monarca es dinero y mucho, muy diferente que el monarca español.

La Corona británica recibe cierto dinero del Estado por el cumplimiento de sus funciones, pero esto es nada. Lo que realmente hace que sea una Casa real con recursos, es un movimiento financiero llevado a cabo siglos atrás por Enrique IV, quien en 1399 creó lo que conocemos como el Ducado de Lancaster, un seguro que ha funcionado muy bien con la correcta administración. Esta fue una medida inteligente, pero una copia que el entonces rey hizo de Eduardo III, que en 1337 había creado el Ducado de Cornualles para asegurarse de que su heredero directo tuviese ingresos propios e independientes a los de la Corona. 

Así es cómo podemos tener una idea de cómo los británicos ven a la Corona. Aunque algunos de sus miembros gozan de gran popularidad, lo cierto es que tienen ya una identidad más parecida al de una gran empresa familiar, una a la que se refieren como "The Firm (La firma, en español)", un término que los medios británicos atribuyen al propio Jorge VI, padre de Isabel II, quien fue descubierto por el director de su universidad mientras fumaba y este le espetó que debía mostrar más ejemplaridad debido a que era miembro de la familia real, algo que él respondería con: “No somos una familia, somos una firma”.

Esta firma, cuenta con los ducados de Lancaster y Cornualles para mantenerse. El primero lo maneja íntegramente el Rey de turno, quien decide cómo y cuando distribuirlo entre sus familiares, y el segundo queda a disposición de los herederos. Así es como Isabel II se encargaba de pagar los sueldos de varios miembros de su gran familia como los conde de Wessex o su ya retirado hijo Andrés. Por el otro lado, Carlos tenía una abultada billetera con la que mantenía a Guillermo y Kate, y a Harry y Meghan.

Desde hace unos seis siglos, el Ducado de Lancaster funciona de una manera exitosa logrando que los monarcas tengan a su disposición una fortuna que no le provee la subvención soberana, la partida de presupuestos que le ofrece el Estado a los miembros de la Corona en activo. 

Los ducados se encargan de administrar tierras y propiedades que están separadas de los activos de la Corona. Se contabilizan 19.000 hectáreas que pasan a ser minas, explotaciones agrícolas, granjas o canteras. También nos encontramos con castillos, construcciones, desarrollos urbanísticos, locales comerciales y hasta hoteles, donde se incluye el famoso hotel Savoy, quizás el más lujoso del país.

Datos publicado por la oficina que maneja el ducado, detallan que en la actualidad tienen activos por el valor de 652 millones de libras (unos 730 millones de euros) y solo este año ha conseguido beneficios netos de 24 millones de libras (27 millones de euros), según detalla El País. 

Carlos III tiene a su merced un imperio que seguramente le permitirá seguir siendo muy rico. Sin embargo, también enfrenta ciertas críticas por estar sobre la línea. El Ducado de Lancaster no está obligado a pagar por el impuesto de sociedades ni al de sucesiones. Pese a esto, una encuesta realizada por YouGov, detalla que el 63% de los británicos cree que el monarca debe pagar el impuesto sobre la herencia. 

En interesante ver cómo estos ducados se escapan de la mirada atenta del Parlamento. A veces funcionan como unas instituciones publicas pero al mismo tiempo no deja de ser unas entidades financieras. Si fuesen completamente privados, el Parlamento tendría que meter mano dura a sus finanzas, mientras que como entidad pública, queda libre de impuestos. Ahora, tanto Carlos como Guillermo pueden beneficiarse de ambas realidades y hacer lo que quieran con su dinero. @mundiario

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