El ADN de una víctima de Pompeya arroja luz acerca de la vida en la antigua Roma

Pompeya. / RR.SS
Pompeya. / RR.SS

La primera secuenciación genómica de un esqueleto sepultado en las cenizas que arrojó el Vesubio, revelan que la península itálica era mucho más diversa en antaño.

El ADN de una víctima de Pompeya arroja luz acerca de la vida en la antigua Roma

La erupción del monte Vesubio terminó expulsando nubes de gas y ceniza, que sepultaron a la ciudad romana de Pompeya, en el sur de Italia, en el año 79 d.C. Se trató de una de las peores tragedias de la humanidad que causó miles de víctimas. No obstante, de la desgracia ha perdurado una ciudad inmortalizada bajo las cenizas y piedra pómez, preservando hasta el sol de hoy innumerables objetos de la vida cotidiana de la antigua Roma, las calles de esta ciudad imperial y, más asombroso aún, sus habitantes.

Un equipo internacional de investigadores ha llevado a cabo un estudio de secuenciación genética, a partir de los restos preservados de un hombre de entre 40 y 50 años, y una mujer mayor de 50 años, que habrían fallecido en la ahora conocida como Casa del Fabbro o La Casa del Artesano, descubierta por los arqueólogos en 1933.

La forma, estructura y longitud de los esqueletos ayudó a determinar exactamente su estatura y sexo, además de su edad. Los autores pudieron extraer material genético suficiente como para realizar la secuenciación genética completa del hombre, mas no el de la mujer, cuyo genoma presentaba varias lagunas como para dar una secuenciación precisa.

Esta información genética obtenida, por las universidades del Salento, Copenhage y de Minas Gerais, (Italia, Dinamarca y Brasil, respectivamente), ha sido contrastada con la de otros 1.030 individuos que vivieron en la antigüedad y con la de 471 habitantes modernos de Europa y Asia menor. De este estudio se revelan lo que los científicos han bautizado como “secretos genéticos”, que han estado ocultos por casi dos mil años y pueden arrojar luz acerca de cómo era la vida en la antigua Roma.

Había enfermado de tuberculosis

Según la antropóloga Serena Viva, de la Universidad de Salento, ambas víctimas no estaban en posición de escape en el momento en el que las cenizas les alcanzaron, a diferencia de otros romanos encontrados en el pasado. “Por la posición (de sus cuerpos) parece que no estaban huyendo”, dijo Viva a la BBC. “La respuesta a por qué no huían podría estar en sus condiciones de salud”.

Ambas víctimas quedaron atrapadas en la esquina del comedor, casi como si estuvieran almorzando cuando el Vesubio estalló, detallan los investigadores. El análisis del cuerpo del hombre determinó una lesión en una de sus vértebras, además, secuencias del ADN de la víctima indicaron que pudo haber estado enfermo antes de fallecer a consecuencia de la erupción volcánica.

Los trazos que resonaron en los investigadores fueron secuencias comunes de las bacterias del grupo Mycobacterium, los principales microorganismos causantes de la tuberculosis. Los científicos señalan que, tras estos dos resultados, es muy probable que el hombre haya estado infectado con un tipo de tuberculosis vertebral.

La antigua Roma, más diversa de lo que se creía

Este estudio, publicado en Scientific Reports, señala que el análisis del ADN mitocondrial y del cromosoma Y del hombre, permitió establecer el linaje del hombre y determinar de dónde provenían sus ancestros. Parte de los grupos de genes encontrados en esta víctima, corresponden a genes originarios de la isla de Cerdeña. No obstante, “eso no significa que esta persona proceda de una familia de Cerdeña”, afirma Thomaz Pinotti, genetista en las universidades de Minas Gerais y Copenhague.

“Creemos que sus linajes materno y paterno tienen una fuente común de ascendencia neolítica compartida en Anatolia. El hecho de que ese linaje actualmente no se encuentre en la Italia continental podría explicarse por la homogeneización de la ascendencia genética en la península itálica tras el Imperio romano o por el relativo aislamiento de Cerdeña”, aclara el investigador.

Pero gracias a este descubrimiento, los autores sugieren que la diversidad étnica del antiguo Imperio Romano era mucho mayor de lo que se pensaba, o al menos al sur de la península itálica.

Estos datos han sido posibles gracias a que los materiales piroclásticos, que son elementos compuestos en el interior de los volcanes que son posteriormente expulsados, de alguna manera han creado una especie de protección para los genes de este hombre, cuando en muchos casos el estrecho contacto con el calor puede afectar las muestras de ADN. No obstante, los expertos recuerdan que la principal amenaza para los trazos genéticos es el oxígeno que se consigue en la atmósfera, por lo que haber permanecido sepultados en este material hubiera preservado tan bien los restos. @mundiario

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