Esclavitud y matrimonios forzados, fenómenos que no se quedaron en el pasado

Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. / Archivo
Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. / Archivo

Las mujeres y los niños son los más vulnerables ante esta calamidad que se ha incrementado significativamente en los últimos años.

Esclavitud y matrimonios forzados, fenómenos que no se quedaron en el pasado

La esclavitud sigue siendo un flagelo que afecta significativamente a la humanidad, específicamente a cincuenta millones de personas, de acuerdo a las últimas estimaciones mundiales presentadas este lunes por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). No obstante, la cifra no responde únicamente al tema laboral. De hecho, la agencia de la ONU calcula que 28 millones de ellos son víctimas de trabajos forzados, mientras que los 22 millones restantes están atrapados en matrimonios forzados.

El significativo número se ha incrementado con el paso de los años. Incluso, hay diez millones de personas más en comparación con las estimaciones mundiales de 2016, trascendiendo líneas étnicas, culturales y religiosas. Además, la OIT sostiene que un 52% de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados tienen origen en los países de renta media-alta o alta.

¿Quiénes son los más afectados por el trabajo forzoso?

De acuerdo con la agencia de la ONU, un 86% de los casos de trabajo forzoso del mundo se localizaron dentro de la economía privada, mientras que el 14% restante tuvo origen en el ámbito estatal. Sin embargo, en este fenómeno también se presenta la desigualdad de género, pues el número total de mujeres y niñas en situación de ocupación forzosa se eleva a 11,8 millones, mientras que la cifra de niños se sitúa en más de 3,3 millones.

Por otro lado, los migrantes son tres veces más vulnerables a estar en situación de trabajo forzoso que sus contrapartes no migrantes, ya sea por la migración irregular o por las prácticas de contratación injustas y poco éticas.

A propósito, Guy Ryder, director general de la OIT, manifestó que “es fundamental contar con políticas y regulaciones nacionales eficaces. Pero los gobiernos no pueden hacerlo solos. Las normas internacionales proporcionan una base sólida, y es necesario un enfoque que incluya a todas las partes. Los sindicatos, las organizaciones empresariales, la sociedad civil y los ciudadanos de a pie tienen un papel fundamental que desempeñar”.

Por su parte, António Vitorino, director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), explicó que “la reducción de la vulnerabilidad de los migrantes al trabajo forzoso y a la trata de personas depende, en primer lugar, de marcos políticos y jurídicos nacionales que respeten, protejan y hagan realidad los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los migrantes –y de los migrantes potenciales- en todas las etapas del proceso migratorio, independientemente de su situación migratoria”.

Una cifra alta

Ahora bien, las estimaciones actuales respecto al matrimonio forzado indican que la cifra creció más de seis millones, alcanzando un total de 22 millones. Sin embargo, el organismo no está del todo seguro que ese sea el número total, pues estos se basan en una definición restringida que “está estrechamente vinculada a actitudes patriarcales muy arraigadas y depende en gran medida del contexto”. De hecho, la OIT señala que más del 85% fue impulsado por la presión familiar.

Asimismo, el estudio de la agencia sostiene que un 65% de los matrimonios forzados se dan en Asia y el Pacífico, pero al contar el tamaño de la población regional se observa que la mayor prevalencia de uniones forzosas se produce en los Estados árabes, con 4,8 personas por cada 1000.

¿Cómo acabar con la esclavitud moderna?

Ante esta situación, la Organización Internacional del Trabajo ha propuesto una serie de medidas para acabar con la esclavitud moderna. Entre ellas están el mejorar y hacer cumplir las leyes y las inspecciones laborales, poner fin al trabajo forzoso impuesto por el Estado y reforzar las normativas para combatir con el mismo y con la trata de personas.

De igual forma, se debe ampliar la protección social, y reforzar las protecciones legales, incluida la elevación de la edad legal para contraer matrimonio a los 18 años sin excepción, abordar el mayor riesgo de trata y trabajo forzoso para los migrantes, promover la contratación justa y ética y por supuesto, fomentar un mayor apoyo a las mujeres, niñas y personas vulnerables. @mundiario

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