Obama, contra el lobby israelí en el Congreso para destruir las negociaciones con Irán

Benjamin Netanyahu y Barack Obama.
Benjamin Netanyahu y Barack Obama.

Las relaciones entre Estados Unidos e Israel parecen estar en su peor momento. Obama busca alcanzar un acuerdo con Irán mientras Netanyahu bate los tambores de guerra.

Obama, contra el lobby israelí en el Congreso para destruir las negociaciones con Irán

Las relaciones entre Estados Unidos e Israel parecen estar en su peor momento. Obama busca alcanzar un acuerdo con Irán mientras Netanyahu bate los tambores de guerra.

Israel está realizando todas las maniobras posibles para detonar una nueva guerra en Oriente Medio, que podría ser total. El premier israelí Benjamin Netanyahu visitará el Congreso de los Estados Unidos el próximo 3 de marzo. Lo que enfureció a la Casa Blanca es que Tel Aviv no consultó previamente el parecer del equipo de Obama, que lenta, pero firmemente, avanza en las negociaciones con Irán sobre el plan nuclear del país persa. El mandatario israelí tenía previsto arribar a Washington a mediados de febrero, pero ordenó postergar la visita para que coincida con la reunión del AIPAC (The American Israel Public Affairs Committee, el poderoso lobby judío) que tendrá lugar en la misma ciudad dos días antes.

Sobre las sanciones a Irán, Obama habló con telefónicamente con Netanyahu el pasado 12 de enero, y le pidió explícitamente, que deje de alentar a los senadores y representantes a avanzar con más sanciones contra Teherán.

Obama advirtió que vetará cualquier nueva sanción contra Irán emanada del Capitolio, y además agregó que no recibirá a Netanyahu en su paso por Washington, algo impensado hace pocos meses. La recomposición de las relaciones entre Irán y Occidente es el objetivo que el presidente estadounidense quiere legar tras dejar la Casa Blanca, y sabe que esta puede ser la última oportunidad. Por su parte, los republicanos están deseosos de que Obama también fracase en ese sentido.

Por su parte Netanyahu arribará a Washington faltando dos semanas para las elecciones en Israel, que lo tienen como favorito, lo que sirve de excusa de la administración demócrata para evitar el encuentro a fin de no intervenir en el proceso electivo israelí, aunque no esconden el enojo con el embajador de ese país, Ron Derner, por negociar el arribo de "Bibi". Un próximo gobierno de Netanyahu estará apoyado aún más a la derecha, aunque resulte difícil de imaginar.

Obama no está solo en su enojo con el premier israelí. Según el diario Haaretz, lo acompañan el primer ministro británico, David Cameron, y la canciller alemana Angela Merkel. 

En el Departamento de Estado señalan que nunca en la historia las relaciones con Israel estuvieron tan deterioradas, y la clave está en el poderoso lobby judío que invierte en el Partido Republicano en la política estadounidense hacia la región. Esto incluye aumentar la presión sobre Irán con nuevas sanciones, según las palomas, a los halcones como el secretario de Estado paralelo, John McCain, que pide bombardear Irán y arrasar con Siria, mientras se reúne con miembros de las organizaciones fundamentalistas que buscan derrocar a Bashar al-Assad.

Tras la masacre perpetrada en Gaza, que dejó más de 2.100 víctimas fatales, de las cuales unas 270 eran milicianos, siendo el resto civiles indefensos, Netanyahu siguió desoyendo los pedidos de las Naciones Unidas para detener los asentamientos sobre lo poco que queda de Palestina.

 

¿Irán como aliado?

 

Como nunca en la historia se evidencia en Washington la partición del gobierno. Apoyados en los bastiones operativos republicanos de la CIA y el Pentágono, el Partido Republicano desarrolla una política exterior paralela, dispuesta a cualquier aventurerismo militar de Israel. Los halcones demócratas, liderados por Hillary Clinton, también siguen esta línea.

Desde hace años, los iraníes amanecen con las declaraciones de las autoridades israelíes de su disposición a atacar nuclearmente a Irán, porque dicen, los persas buscan desarrollar una bomba nuclear como las más de 200 ojivas con las que Israel sostiene su política exterior.

Pero en el seno de la administración Obama saben que la única posibilidad de estabilizar Irak, y que ese país no haya caído en manos del ISIS (aka Daesh, Estado Islámico), es por el involucramiento iraní, que ha salvado a kurdos y shiitas de auténticos genocidios, como también a sunnitas de ser gobernados por el fundamentalismo que Washington ayudó a crear.

Lo mismo sucede en relación a Afganistán, donde la incidencia política de Irán se extiende mucho más allá de lo que un títere administrativo puede hacer desde Kabul.

No menos cierto es que en Washington muchos buscan opciones para ir girando gradualmente la posición en relación a Bashar al-Assad, que lleva cuatro años resistiendo a la intervención extranjera mediante miles de mercenarios que engrosan las filas de la filial de Al Qaeda en ese país, Jabhat al-Nusra, y el ISIS. El presidente sirio remarca una y otra vez que "Israel actúa como la fuerza aérea del Estado Islámico".

En ese giro, se ve la crisis política con Turquía y que derivó en la respuesta del presidente Recep Tayyip Erdoğan, que brindó una salida al gas ruso, bloqueado con la intervención de la OTAN en Ucrania, que desterró el proyecto de abastecer a Europa por un gasoducto debajo del Mar Negro.

Para no perder terreno, Netanyahu está lanzado en provocar una nueva guerra que lleve a Occidente a alinearse nuevamente con Israel. En Europa son cada vez más los países que reconocen a Palestina, y el  G5+1 (Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia y China -los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU- más Alemania) están decididos a alcanzar un acuerdo con Irán.

No es menor que Palestina ingresara como miembro de la Corte Penal Internacional de La Haya, donde Netanyahu fue denunciado por crímenes de guerra. El premier israelí profundizó como nunca la política de alienación de los palestinos que ven como son masacrados ante la inacción del mundo, y la habitual prepotencia de los F16 de Israel.

En la situación siria, cualquier posible solución tendrá a Irán en la mesa. Por eso, buscando tensar la situación, un ataque israelí lanzado desde los Altos del Golán en una provincia siria, terminó con la vida de un general de la Guardia Revolucionaria iraní, que iba acompañado con un comandante de Hezbollah y otros cuatro milicianos libaneses. Tel Aviv busca una respuesta que alimente la escalada, y esta ocurrió el 28 de enero, con una retaliación de Hezbollah.

En ese marco es que finalmente Avigdor Lieberman, titular de la cartera de Exteriores israelí, afirmó temerariamente, al portal Ynet, que una cuarta operación militar contra Gaza y una tercer guerra con el Líbano es "inevitable".

Para evitar lo que debería ser inevitable, es decir, reconocer la influencia geopolítica de Irán, Netanyahu juega sus fichas al Partido Republicano. Y el reverso de las mismas es el fracaso de Obama.

 

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