Ciudades con bajas emisiones, ciudades más sostenibles

Vistas de A Coruña. / Xurxo Lobato
Vistas de A Coruña. / Xurxo Lobato
Los compromisos de España para 2030 y 2050 implican una responsabilidad colectiva para conseguir que vivamos en ciudades neutras en emisiones contaminantes.
Ciudades con bajas emisiones, ciudades más sostenibles

“Si planifica ciudades para coches y tráfico obtendrá coches y tráfico. Si planifica para personas y lugares, obtendrá personas y lugares”. Fred Kent, presidente del proyecto Espacio Público.

Si en 1985 el porcentaje de población mundial residente en áreas urbanas era del 41%, actualmente nos encontramos en un 55%, con una previsión a 2030 del 60% y del 68% en 2050. El 75% de la población europea reside en núcleos urbanos.

El Informe de ONU-Habitat de 2021, que realiza un primer balance de la situación urbana con motivo de la covid-19, demuestra cómo las ciudades pueden reducir el impacto de futuras pandemias y ser más prósperas, justas y respetuosas con el medio ambiente.

Las áreas urbanas se enfrentaron a una crisis de salud pública que cambiaba rápidamente, junto con desafíos en la movilidad y el transporte seguros, el aumento de las necesidades de agua y saneamiento, el uso crítico de los espacios públicos y las consecuencias económicas de los cierres.

A pesar de estas presiones, muchos gobiernos locales y líderes comunitarios respondieron rápida y eficazmente para prevenir la propagación de la pandemia y mitigar sus efectos, dando los primeros pasos para acelerar la recuperación. Los líderes y planificadores urbanos ahora necesitan repensar cómo las personas se mueven a través y dentro de las ciudades, utilizando las lecciones de la covid-19, según el Informe de ONU-Habitat.

La OMS calcula que 9 de cada 10 personas respiran aire altamente contaminado. La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) estima, en su informe de 2020, en 31.600 las muertes prematuras en España por mala calidad del aire. Por otra parte, el transporte por carretera es responsable del 27% de los gases de efecto invernadero en España, suponiendo un 35% en las ciudades. La AEMA estima también que el 23% de la población urbana en España sufre niveles de ruido no saludables.

Políticas de planificación urbana y movilidad

Los datos globales y locales, tanto ambientales como, correlativamente, de salud pública exigen de los responsables públicos la adopción valiente de políticas de planificación urbana y movilidad que mejoren sensiblemente nuestros índices de contaminación, hacia entornos urbanos más saludables y sostenibles. En la distribución de nuestro suelo urbano nos encontramos además con porcentajes de ocupación del 70% del espacio público por el vehículo particular, que permanece estacionado el 95% del tiempo. En las grandes urbes menos del 30% de los residentes se desplazan en su vehículo.

Tomar medidas que mejoren nuestra calidad del aire y reduzcan el ruido implica también recuperar espacio público más accesible, que mejore nuestros ámbitos de convivencia, de socialización, de cultura, ocio o deporte. Las resistencias son y serán frecuentes, pero muchas ciudades están obteniendo resultados positivos. Continuar con esquemas de trabajo que no pongan el foco en este reto, puede resultar cómodo, incluso popular en el corto plazo, pero supone una inaceptable irresponsabilidad en la gestión urbana. Buscar alianzas de compromiso con los agentes sociales y privados resulta esencial para avanzar hacia ciudades más prósperas en términos de sostenibilidad, pero también en términos socioeconómicos.

Ley de Cambio Climático y Transición Energética

La implantación en las ciudades de nuestro país de zonas de bajas emisiones (ZBE) antes de 2023, como determina la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética de 2021, debe jugar un papel esencial en la nueva estrategia urbana. Exigirá, lógicamente en una implantación gradual, la restricción a la circulación de los vehículos más contaminantes cuando se superen los valores-límite regulados en el Real Decreto 102/2011. Esta restricción precisará mejoras sustanciales en la eficiencia del transporte colectivo, el fomento de modos de movilidad individual como la bicicleta o los VMP, la dotación suficiente de infraestructura de recarga eléctrica y, sobre todo, la mejora de itinerarios peatonales seguros y prioritarios, con especial incidencia en los entornos escolares.

Nuevos sistemas de distribución urbana de mercancías en última milla (cuestión cada día más crítica con la expansión del comercio electrónico), la reducción de los límites de velocidad, y sobre todo una visión de conjunto en esta nueva forma de “ver” la ciudad, son decisiones cada día más inaplazables.

Una planificación y gestión unificada

En los entornos metropolitanos debe garantizarse una planificación y gestión unificada de todo el transporte colectivo. Actuaciones de urbanismo táctico, creación de “supermanzanas”, procesos intensos de rehabilitación y eficiencia energética de nuestro parque inmobiliario, con fuertes inversiones en marcha con cargo a los fondos Next Generation EU, forman parte también de esta estrategia, en la que los gobiernos locales deben desempeñar un papel clave hacia esta nueva agenda urbana.

Los compromisos de España para 2030 y 2050,  alineados con las estrategias de energía y clima de la Unión Europea (Pacto Verde Europeo), implican una responsabilidad colectiva para conseguir que vivamos en ciudades neutras en emisiones contaminantes, en ciudades más accesibles, más sostenibles, más saludables. @mundiario

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