Albares y la UE tratan de arreglar el desaguisado de Sánchez con Argelia

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Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España y Abdelmadjid Tebboune, pesidente de Argelia. / RR SS.
No pasaba nada, y ahora resulta que la Unión Europea ha tenido que pedir a Argel que no rompa sus relaciones comerciales con España. 
Albares y la UE tratan de arreglar el desaguisado de Sánchez con Argelia

En el universo de la política se suele decir que el cínico es, sobre todo, un mentiroso desvergonzado, que se recrea en mentir y que insiste en su discurso como si quienes lo escuchan fueran una manada de idiotas. Me acordaba yo ahora de algo que decía el embajador Carlos Abella y Ramallo a propósito de las relaciones internacionales, en el sentido de que es uno de los aspectos más delicados de la política de Gobierno de un Estado, donde debe existir la mayor sintonía entre todos los actores presentes en el juego político, no solo entre el Gobierno y la oposición, sino en toda la sociedad. Pero en nuestro caso, ni siquiera existe esa unanimidad dentro del Gobierno. Y, además, su presidente, sin el menor recato, acaba de mentir al Congreso de los Diputados, sobre los efectos de una decisión personal suya, al margen del propio programa electoral y de la posición que se vino manteniendo con respecto al Sáhara.

Pedro Sánchez miente, consciente de que sabe que sabemos que miente, pero le da lo mismo. ¿Acaso no dijo que su giro personal con respecto al asunto del Sáhara no tenía efecto alguno en nuestras relaciones con Argelia? No digamos ya el modo en que nos enteramos de su cambio de posición, una carta a Mohamed VI, que el propio sátrapa dio a conocer a los españoles, antes de que Sánchez informara al Congreso de los Diputados. Y Argelia no sólo se ha limitado a expresar su disgusto con el cambio de la postura española, sino que, como era de esperar, suspende el tratado de amistad con España y, en consecuencia, el comercio exterior, que tan graves consecuencias puede acarrearnos en un suministro esencial para el funcionamiento ordinario del país y, por ende, en nuestra economía.

Y ahora resulta que, tras afirmar que las relaciones con Argelia seguían como siempre, tiene que salir al paso el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, quien dice que el Gobierno está analizando los efectos de la decisión de Argelia y que se prepara una respuesta “serena, constructiva, pero firme” en favor de los intereses españoles y de las empresas de España, una vez analizados “sus efectos prácticos”. ¡Ah!, ¿pero es que no están a la vista? De momento sigue fluyendo el gas. Ya veremos hasta cuándo.

UE al rescate

Muy desesperado debe de andar Sánchez con los efectos de sus actos, cuando sabe Dios los hilos que han tenido que mover buscando que le echen una mano. Y pese a que la política exterior y sus efectos, es un acto de soberanía propio de un Estado, se ha pedido a la Unión Europea que le ayude, a ver si Argelia da marcha atrás y se salva la situación. Mientras aquí se ha tratado de disimular las graves consecuencias de la decisión argelina, la Comisión Europea consideró "extremadamente preocupante" la suspensión por su parte del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España e instó al país norafricano a revertir la decisión.

O sea, que se lo toman en serio. Más que aquí, por lo que parece, ya que mientras que según Albares, se “estudia el asunto”, el portavoz jefe de la Comisión Europea, Eric Mamer, en la rueda de prensa diaria de la institución se ha encarado con el problema creado por Sánchez a España y pide que Argelia que retroceda, porque es evidente el efecto de su relación en el ámbito del comercio. Pero Argelia sigue considerando que no se puede justificar el cambio de postura de España con respecto al Sahara, que formaba parte de ese equilibrio necesario al que se refería el embajador Abella. @mundiario 

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