La raza no determina el comportamiento de los perros

Niño y perro./ La Vanguardia
Niño y perro./ La Vanguardia

Un estudio revela que la raza incide en el 9 % de la conducta canina, mientras que otros factores como la edad o la personalidad tienen mayor influencia en el comportamiento.

La raza no determina el comportamiento de los perros

Pese a la creencia generalizada que dice que las razas de perros modernas, la mayoría de las que existen actualmente, inciden directamente en cómo se comportan estos animales, un equipo científico multidisciplinario ha descubierto que en realidad son otros factores más individuales, como la edad, los que moldean su comportamiento.

Varias instituciones norteamericanas se han volcado en un único estudio, para determinar qué factores inciden realmente en el comportamiento de los perros, y si existe una relación directa entre la raza y su conducta. Pero al analizar el genoma completo de 2.155 perros de raza pura y mixta, para después cruzarlos con los datos de 18.385 encuestas a propietarios de mascotas de una base de datos abierta para animales domésticos (Arca de Darwin), encontraron que las pocas diferencias genéticas específicas entre las razas, apenas afectan al 9 % del comportamiento canino.

Los resultados de las pruebas incluyeron a 78 razas distintas de perros, que identificaron 11 loci (posiciones fijas en los cromosomas que determinan la posición de un gen o de un marcador genético), las cuales parecen estar fuertemente asociadas con el comportamiento, por lo que los científicos no detectaron rasgos comportamentales específicos que sean característicos (mucho menos exclusivos) de una raza determinada, más allá de ligeras tendencias a aullar o que son mejores trayendo cosas.

“Para muchos de los comportamientos que hemos analizado no encontramos apenas diferencias y para los que sí (como la tendencia a aullar) la diversidad dentro de una misma raza es tan amplia que una persona no puede asumir cómo va a ser el comportamiento de un perro cuando se lleva un cachorro a casa”, señala Elinor Karlsson, autora principal del estudio y la directora del Broad Institute, un laboratorio conjunto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard.

El perro fue domesticado hace 15.000 años

El mejor amigo del hombre fue el primer animal domesticado por los primeros humanos, hace 15.000 años. No obstante, las razas que conocemos hoy en día, con las que estamos familiarizados y con las que relacionamos comportamientos, tan sólo llevan unos 200 años de existencia. Antes de esa fecha, hace 2.000 años, los perros eran seleccionados con base a las actividades que podían desempeñar (caza, pastoreo o vigilancia).

No fue sino hasta la era victoriana en el siglo XIX, que los caninos empezaron a ser distinguidos por su apariencia, con base en sus rasgos físicos particulares y estética por la raza. “Ahora bien, la selección de rasgos genéticos complejos requiere mucho tiempo; la idea de que se hayan creado en los últimos 160 años no tiene sentido”, asegura la investigadora.

Entonces, el equipo propone que los comportamientos percibidos por los humanos como característicos de las razas modernas se “derivan de miles de años de adaptación poligénica anteriores a la formación de la raza, y que las razas modernas se distinguen principalmente por sus rasgos estéticos”, según su estudio publicado en la revista Science.

Aunque lo cierto es que muchas razas son asociadas todavía con su función ancestral, por ejemplo, que los pastores sean considerados muy inteligentes o que los cazadores sean agresivos. La mayoría de los comportamientos que se consideran como característicos de las razas modernas, son en realidad resultado de miles de años de evolución “desde el lobo hasta el perro salvaje, pasando por el perro doméstico y, finalmente, por las razas modernas”, explica Karlsson.

¿Qué incide entonces en el comportamiento canino?

Los investigadores han determinado que el comportamiento tiene más que ver con factores individuales que otra cosa, estos varían de perro en perro, pero en general puede entenderse como la edad, la personalidad o el ambiente en el que se desarrollaron.

En cuanto a la personalidad, rige mucho la disposición a acatar órdenes. Para los científicos, si un perro es dócil es probable que sea motivado internamente, por lo que querrá tratar de satisfacer a las personas. Pero un perro más independiente, seguramente sea motivado externamente, por lo que necesitará que los humanos logren captar su atención (con golosinas o juguetes), para que “valga la pena para ellos” cumplir órdenes. “Ambos son rasgos que se pueden entrenar, pero los canes más autónomos pueden necesitar mayores refuerzos positivos”, indica Kathleen Morrill, autora e investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts.

Por lo tanto, no sería “correcto” decir que los perros autónomos no son inteligentes o que no se pueden entrenar, sino que son más independientes y funcionan de una manera distinta.

El entorno y la experiencia demostraron ser un elemento “enorme” para determinar el comportamiento de los perros, incluyendo sus experiencias individuales como mascotas o lo que hayan vivido en sus vidas caninas. “Además, la edad fue significativa para varios rasgos como prácticas con juguetes, y el sexo solo para un rasgo: la orden de ‘levanta la pata para orinar’, pero eso puede deberse a que no hay muchos perros de compañía sin castrar o sin esterilizar, o concretamente en este estudio”, según explican los autores. @mundiario

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