¿Va a servir para algo el indulto a los no arrepentidos del "procés"?

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Victoria total
¿Para qué sirve el indulto si los condenados perseveran en que repetirán sus conducta y el propio presidente de la Generalitat proclama que sus objetivos son los mismos?
¿Va a servir para algo el indulto a los no arrepentidos del "procés"?

Aunque los más expertos penalistas coinciden en señalar que el arrepentimiento del reo no es necesariamente un requisito inexcusable para que el Gobierno otorgue el indulto, si es verdad es que es un aspecto a considerar en la valoración de la propuesta para concederlo que han de hacer la fiscalía y el tribunal sentenciador, con carácter no vinculante. Según la estadística, en el segundo semestre del pasado año, de los 1.664 expedientes de indulto, el Gobierno sólo otorgó el poco más del 1 por ciento,, pero todos ellos, 18 en total, contaban con informes a favor.

En el caso de los independentistas catalanes, a quienes el Gobierno no sólo va a indultar, sino a aprovechar la actual mayoría de la cámara para modificar a la carta el Código Penal, cabe trasladar sus efectos al ámbito de la política y preguntarse, como justifica el ejecutivo si eso realmente va a servir para apaciguar el clima de lo que se ha dado en llamar el “conflicto catalán”, pero las evidencias parecen decirnos descarnadamente otra cosa.

Conviene recordar que el nuevo presidente de la Generalitat manifestó de nuevo que su objetivo es alcanzar la república catalana, con un solo matiz sobre actos anteriores, no se hará de modo unilateral, sino a través de un referéndum pactado, que van a poner sobre la mesa tan pronto como se sienten de nuevo a negociar con Pedro Sánchez.

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Llevan la cuenta de los días de prisión de Junqueras

Propósito de reiteración en el delito

La fiscalía del Tribunal Supremo en su informe contra los indultos ya manifestó que, pese a los benévolos informes penitenciarios sobre la reinserción de los penados, no mostraban “dato objetivo alguno que acreditara su arrepentimiento por los hechos cometidos”. Coherentemente, ninguno de los doce condenados solicitó el indulto, otros lo hicieron por ellos. Pero mucho más expresivos, en ese sentido, han sido los sediciosos, quienes consideran una cuestión de dignidad rechazar el indulto, o ni tan siquiera responder al tribunal que los condenó si quieren acogerse a esa medida de gracia. Ellos y sus partidarios reclaman, en todo caso la amnistía total; es decir, la amnesia total de que hubiera existido delito alguno en sus actos, que es su personal argumento. De facto, sus entradas y salidas de la cárcel no dejan de ser un lamentable vodevil de la política española.

Como se sabe, la mayoría de los presos han rechazado responder al tribunal que los juzgó sobre si aceptan el indulto, pero quien lo hizo, Jordi Cuixart lo ha hecho en nombre de todos de modo contundente: Ni se arrepiente de nada, porque entiende que no ha cometido delito alguno, por lo que con estos antecedentes se da por hecho que el tribunal dudosamente pude pronunciarse a favor de la gracia. En consecuencia, el asunto sale del ámbito de lo jurídico y se instala en el de la política, por lo que el Gobierno cree que con esa medida va a contribuir a apaciguar los ánimos en el “procés” y rebajar las tensiones y la presión a la hora de reanudar las negociaciones con la Generalitat. Hay que ser algo ingenuo para creerlo.

El Gobierno se enfrenta así al dilema de aprobar los indultos por motivos políticos, para facilitar una solución a la enorme crisis provocada por el desafío independentista, o rechazar la medida de gracia con el argumento de que no cuenta con informes favorables ni de la Fiscalía ni del tribunal sentenciador. Pero sabemos que esto no se va a tener en cuenta –de suyo o es preceptivo--.Habrá indulto, lo cuestión es preguntarnos si servirá para algo.

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