Seguimos reiventando el pasado para el ataque a la España del presente

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Cónsules de Hispanoamérica en Baiona
A estas alturas ya no tiene sentido seguir repitiendo tópicos y mitos desmontado por la investigación histórica solvente.
Seguimos reiventando el pasado para el ataque a la España del presente

Otra vez, aprovechando el 12 de octubre y la celebración de la Fiesta Nacional (que por cierto Francia celebra cada 14 de julio con un espectacular desfile militar, en el que suele invitar a sus antiguas colonias) se han exhumado aquí tergiversaciones ya superadas o manipulaciones desmontadas de nuestra historia reciente. Pero de ese conjunto voy a citar solamente dos: la “Doma y castración del Reino de Galicia”, citada por el padre Zurita en sus “Anales de la Corona de Aragón”, y lo de la “Corona Catalano-Aragonesa”, que los historiadores solventes han rechazado por inexacto. Esa denominación fue establecida en el siglo XIX a partir de la llamada “Renaixencia”, por parte de quienes trataron de asignar al Condado de Barcelona una categoría histórica que nunca tuvo dentro del reino del que formaba parte.

La interpretación marxista-retrospectiva de la historia suele producir notables anomalías, al asignar a hechos del pasado interpretaciones fuera de contexto, como repetidamente denunció el profesor Eduard Meyer, autor de la magna obra “El historiador y la Historia antigua” (Fondo de Cultura Económica. Sección de Obras de Historia, segunda reimpresión en España, Madrid, 1983), en la que denuncia el repetido fenómeno de que para justificar el presente no se dude en reinventar el pasado. Y hay que reconocer que quienes usan ese método para investir sus ideas son persistentes. Lo seguimos viendo. Lo acabamos de comprobar.

Como nos enseña Toynbee “se puede empezar a contar una historia desde el momento que uno quiera”. Y obviamente se puede trasladar a ese relato los aditamentos que a cada uno le interese. Vamos a lo de la “Doma y Castración”, cita que Castelao introdujo en su discurso en las Cortes republicanas el 18 de septiembre de 1931 y que fue durante tiempo una cantinela de ciertos sectores del nacionalismo gallego. En esencia, se trata de afirmar que los Reyes Católicos destruyen con sus medidas la propia naturaleza del Reino de Galicia y cercenan su consolidación y crecimiento. Asunto independiente, eso sí, del efecto que causó en detrimento del gallego el introducir el uso del castellano en las Reales Audiencias. No obstante, el profesor Eduardo Pardo de Guevara, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, director del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, que ha estudiado con solvencia la ubicación de esa referencia en la magna obra de Zurita, afirma que nunca encontró en los documentos por él consultados, referencia concreta a que los Reyes Católico prohibieran el uso del gallego.

No se encontraron pruebas de la prohibición del gallego

De suyo, en un ciclo de conferencias sobre Isabel la Católica, celebradas en Lugo en septiembre de 2004 afirmó: “Hay un mito construido sobre Galicia acerca de la doma y castración de la nobleza gallega por parte de los Reyes Católicos. Lo que ocurrió en Galicia fue un capítulo dentro de la pacificación del reino, aunque hubo injusticias ejemplares, como la del mariscal Pardo de Cela. Además, no he encontrado ningún documento en el que los reyes prohibiesen el uso de la lengua gallega. El influjo de una cultura y de un reinado provocó que en el proceso de dos siglos el gallego fuese perdiendo terreno. La nobleza gallega se ve sometida en aras de una paz interior, tras las respuestas antiseñoriales que hubo antes de los Reyes Católicos. Entonces, tras curar las rivalidades, la nobleza tiene un empeño colonizador, con lo que abandonan el ámbito gallego, y aquí queda una segunda fila, que con el tiempo forman la hidalguía. La única entrada de nobleza fue cien años antes, con Enrique II. Los reyes lograron la unificación política, confeccionando las bases del estado moderno. También consiguieron la unificación religiosa. Hay que recordar que las otras dos creencias que había en la península, la judía y la musulmana, eran focos de gravísimos conflictos sociales. A nivel del Camino de Santiago, Isabel hizo la peregrinación y se construye el gran hospital para atender a los peregrinos”.

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Lo de Corona Catalano-Aragonesa fue otra invención del siglo XIX

Aunque Pardo de Guevara es benevolente con Pardo de Cela, criticado por otros historiadores, es curioso constatar que hace unos años, un sector del nacionalismo gallego pretendió alzarlo como héroe nacional de Galicia, para que aquí también tuviéramos un particular Casanova, quien por cierto vivió tan ricamente bajo Felipe V y murió en la cama. Alguna ya he citado que hace unos años, la UPG editaba unos interesantísimos “Cuadernos de educación política,” Edicións Terra e Tempo, que contenían los fundamentos marxistas-leninistas de su propio ideario. Uno de aquellos cuadernos estaba dedicado a la “cuestión nacional” (Principios del Leninismo nº 6), obra del comisario de las nacionalidades Jósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido como Stalin. Comparar lo que dice este documento y, sobre todo, la falsa teoría de que las repúblicas de la URSS podían declararse independientes cuando quisieran echaba por tierra toda la doctrina de quienes lo tomaban como guía práctica hacia la libertad de la Galicia sometida. Pero parece que ahí seguimos.

Pero conviene volver al famoso recurso dialéctico que tanto gustaba a Castelao y que acabamos de volver a encontrarnos. Pardo de Guevara analiza lo que Zurita escribió sobre exactamente el asunto: “Galicia se redujo a las leyes de la Justicia, a donde el rey puso audiencias. En aquel tiempo se comenzó a domar aquella tierra de Galicia, porque no sólo los señores y caballeros della pero todas las gentes de aquella nación eran unos contra otros muy arriscados y guerreros, y viendo lo que pasaba por el conde [de Lemos] -que era gran señor en aquel reino- se fueron allanando y reduciendo a las leyes de la justicia con rigor del castigo”.

Una interpretación que contradice a Castelao

Siguiendo el ilustre estudioso: “El sentido de esta breve alusión está muy lejos de coincidir con la interpretación de Castelao, quien asume el término «doma» en su sentido literal y lo extiende al conjunto del reino gallego para extraer, a partir de ahí, esa visión intencionadamente sesgada -el añadido de la «castración» es por sí mismo revelador- que ha quedado anotada. En realidad, el sentido de las palabras de Zurita, analizadas en todo su contexto, asemeja ser exactamente el contrario. Y esto sí que merece una breve reflexión. Debe situarse el término «doma», utilizado -siguiendo los textos de la época- en relación con la política real que permitió restaurar la paz y el orden en Galicia, al igual que «reducir», «allanar» «remediar», «someter», «sujetar», «rendir» o simplemente «asentar», que con idéntico sentido utiliza el mismo cronista al tratar de la resistencia de la ciudad de Trujillo o del marquesado de Villena, o de los asuntos de Navarra, Aragón, Cataluña, Cerdeña o Italia”.

Va siendo hora de que los partidarios de desmontar la nación española como la conocemos se armen de mejor artillería para sus campañas, ya que cargan sus cañones con pólvora mojada que apenas produce fuego de lucería, como el de las verbenas. Pero ya tenía razón el historiador don Claudio Sánchez Albornoz, quien en su obra final “Mi testamente histórico-político (Planeta, Barcelona, 1975), expresara sus temores sobre el futuro de España y señalara que una federación sirve para unir lo separado, pero no para separar lo unido. En ese sentido, otros historiadores recientes han bromeado con la pretensión de convertir España en un remedo de la monarquía Austro-Húngara o algo parecido.  Y, por cierto, cuando se pone como ejemplo no a imitar, sino a superar, lo de la República Federal de Alemania conviene que recuerden que ese Estado fue posible, frente a la postura de De Gaulle y la propuesta de Henry Morgenthau, secretario del Tesoro de Estados Unidos, de convertir a ese país en una serie de condados agrícolas sin relación orgánica entre sí, para evitar que volviera a las andadas de las tres guerras que proporcionaron a Europa desde 1870, porque Churchill se opuso. @mundiario 

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