Rusia bloquea la condena de la ONU contra el régimen de Bachar el Asad

Sede de la ONU. / Mundiario.
Sede de la ONU.

Moscú vuelve a imponer su voluntad pese a que incluso Donald Trump se había pronunciado duramente contra el presidente de Siria.

Rusia bloquea la condena de la ONU contra el régimen de Bachar el Asad

El terrible ataque químico del martes pasado en Siria se quedará sin condena de parte de la ONU. Moscú ha dado la cara por el régimen de Bachar el Asad y en una exhibición de músculo se ha encargado de bloquear el movimiento del Consejo de Seguridad del organismo internacional. Ni tan siquiera el hecho de que hayan habido 86 víctimas mortales, incluidas tres decenas de pequeños niños, fue suficiente para que el Kremlin se retractara. Al contrario, acusaron directamente -con evidencias- a los rebeldes de haber ocultado armamento químico, aunque Francia, Estados Unidos y el Reino Unido lo hayan negado rotundamente. "Mi actitud con El Asad ha cambiado mucho. Se han cruzado líneas rojas", dijo Donald Trump, aunque no quiso meterse en aguas más profundas y no pidió la cabeza de el Asad.

La guerra lleva ya más de un lustro, siete años para ser puntuales. Hasta el momento, se han debido desplazar 10 millones de sirios y otros 312.000 han perdido la vida, un tercio de ellos civiles. El conflicto ha movido el corazón del mundo, pero no por eso está tan siquiera cerca de concluir. El ataque aéreo del martes en Idlib es una muestra de ello. Los opositores de Rusia en el Consejo de Seguridad acusaron a las fuerzas al servicio del presidente sirio de ser los responsables del ataque ."El ataque químico perpetrado contra inocentes, entre ellos mujeres, niños y bebés, no puede ser ignorado por el mundo civilizado, lo condenamos", expresó el presidente estadounidense. Entretanto, Rex Tillerson, secretario de Estado, aseguró que el Asad opera siempre "con brutalidad y barbarie. El uso de armas químicas contra su propio pueblo revela un desprecio fundamental contra la decencia humana".

Molestos, sí, pero no lo suficiente como para exigir la caída de este violente régimen. Ni tan siquiera posicionarse con París y Londres en una propuesta de condena e investigación fue suficiente. La Casa Blanca igual sabía que esta empresa no trascendería.

Moscú tiene poder de veto y desde la víspera de esta decisión ya habían apuntado que consideraban que el régimen de el Asad era inocente de las acusaciones y que, en su opición, el material químico había sido escondido por las fuerzas rebeldes en una guarida terrestre que estalló al contacto de las bombas aéreas. Los observadores en la zona se apresuraron a desmentir la hipótesis y eso motivó a Washington a posicionarse contra los moscovitas. La negativa de estos últimos estancó la resolución final y así corrió la misma suerte que la resolución que en febrero se quedó a las puertas de ser aprobada y sancionar al régimen local por sus ataques con gas cloro a tres refugios rebeldes en 2014 y 2015.

La Casa Blanca clamó por que se reconociera la "realidad política que existe en Siria" en un intento por apurar la condena internacional. El Departamento de Estado subió el tono y delegó el papel de vigilante en Rusia e Irán, países a los que exigió que ejecieran su infliencia sobre el Asad. Esta maniobra fue ya anticipada hace algunos días cuando Tillerson mismo admitió que el mandatario sirio debe someterse al escrutinio de su propia gente, que es la porpuesta del Kremlin. Si se hace realidad, se convocarán a elecciones que apuntan a una nueva victoria del actual presidente.

La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, fue un tanto más directa. "Uno escoge sus batallas. Y en este caso nuestra prioridad ya no radica en sentarnos y expulsar a El Asad", expresó. Haley mostró fotografías de niños víctimas de este desdichado ataque y tiró con bala: "Estamos ante un nuevo golpe del régimen sirio y Rusia no puede seguir escurriendo la responsabilidad. Si no se hace nada, estos ataques seguirán. Cuando los miembros fracasamos al actuar de forma colectiva, a veces nos vemos forzados a emprender nuestra propia acción". Pero en Rusia eso no movió nada.

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