¿Puede dar lugar un proceso constituyente a una república federal?

Bandera de la República española
Bandera de la República española.

Una república federal podría establecer un nuevo marco de relaciones, en el que de una vez por todas se aborden tantos temas archivados como pendientes y que  ahogan el futuro.

¿Puede dar lugar un proceso constituyente a una república federal?

España es un país que vive asido a sus frases grandilocuentes, a efemérides de dudosa entidad, a santos de nula santidad y a patriotismos de hueco verbalismo. Pero en ocasiones algunas son útiles.

Tomando con respeto la cita de D. Miguel de Unamuno, en ocasiones errático, pero siempre aferrado a la ética y la moralidad, alarma recordar lo que le embargaba rodeado de derecha casposa y agresiva…”Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda”. “Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor” Ciertamente se tiene hoy la sensación de la progresiva extensión de la invalidez moral e intelectual… La física, de momento, no parece estar en el horizonte… Y amenazan aumentar el número las invalideces intelectuales, con tanta pose fantoche, visceralidad teatral, inacción y crecientes  cotas de cinismo y demagogia. Sin que nadie a priori pueda excluirse de ello, salvo las amplias franjas de ciudadanía que asisten al esperpento con caras que pasan de la sorpresa a la indignación y de esta a la preocupación.  Decía D. Miguel “me parece inútil que penséis en España”… Cuan cierto D. Miguel… En esa España, entendida como sus naciones y territorios, sus mujeres y hombres, sus derechos cívicos, económicos y sociales, prima la orfandad del compromiso.

Mentes ancladas en Calvo Sotelo, en un histérico “antes roja que rota” parido desde un enfermizo sentido posesivo… algo que alguno encantado hoy traduciría, antes azul que democrática….Gentes que no deglutieron las palabras de D. Miguel cargadas de angustia ante una realidad dramática…  Unos y otros, la Catalunya del adiós y la España del ayer, cada mañana, buscan un argumento para sentirse heridos, en ocasiones con razones sólidas,  pero baladíes casi siempre.  Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”.  Aunque no lo dijeses el Sr. Unamuno, hay que  hacer hincapié en que, el vencer sin convencer, es apenas una efímera fuga adelante sin más futuro…  En cuanto a la fuerza bruta, es de desear fervientemente, que un resto de sensatez propia unida al interesado freno  internacional se impida. La Acorazada recorriendo la Diagonal o los Mossos y la Generalitat haciendo de Agustina de Aragón en Plaça  Catalunya…. Desvaríos oníricos, pesadillas ultramontanas que solo algunas mentes calenturientas y enloquecidas pueden añorar…

Vencer es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no se puede convencer desde el odio.”Un  tema recurrente de nuestra historia, cuando esta queda en manos de políticos rancios, reaccionarios y obtusos. Ninguna de las partes optó por seducir, persuadir, dialogar… convencer… Ni una Catalunya permanente en la beligerancia cuando no en el victimismo, ni una España anclada  en la concepción más vetusta del unitarismo. Y a la cabeza, hoy como adalid está el tardofranquismo incrustado en posiciones privilegiadas en el Partido Popular. Que muestra una absoluta desvergüenza, soslayando su responsabilidad como fábrica de independistas y luego de su cerrilismo, en el intento de endosarla a  otras formaciones.  Su decisión sobre el tema fue, Una, Grande y Libre y  su política demencial la que nos trajo a esta encrucijada.

Hace tiempo que la gigantesca labor de zapa de la convivencia en común, o de lo que algunos enfáticamente denominan la unidad de España realizada por el PP en comunión con el radicalismo y el separatismo catalán, ha alcanzado una cota difícil de enmendar

Hace tiempo que la gigantesca labor de zapa de la convivencia en común, o de lo que algunos enfáticamente denominan la unidad de España realizada por el PP en comunión con el radicalismo y el separatismo catalán, ha alcanzado una cota difícil de enmendar. El desafecto mutuo, la indiferencia y la distancia se han enseñoreado de sectores muy importantes de ambas sociedades de forma quizás irreversible. La razón sentimental ha sido sistemáticamente ahuyentada y lo único que queda en común es lo que se deriva de una economía quebrada, juntos o por separado.

Se comenzó con juegos florales y al final se impone la sensación de que no quedan razones para caminar juntos, en un diálogo de sordos. En el resto del estado se instala el hartazgo ante una permanente tensión provocada por una comunidad que condiciona una y otra vez a millones ciudadanas y ciudadanos, que tienen angustias cotidianas más prioritarias. Que se duele ante muestras de grosero desprecio, de los que los pueblos andaluz y extremeño  podrían dar fe. Esto en el tiempo se consolida con la cómplice inacción y apatía del jefe del ejecutivo. Finalmente lo trascendente y dramático de una ruptura, cede paso a la irritación e indiferencia de unos y otros. Frente a los que desde su legitimidad suspiran por una Republica Catalana y se enrocan en ello, muchos, con no menos legitimidad, comienzan a tararear entre dientes la cancioncilla canalla, “que se vayan se vayan se vayan que se vayan de una p. vez…”

En el subconsciente pulula el Brexit, las  modificaciones que hacen irreconocible el mapa europeo en menos de un  siglo y en el que no cabe duda que habrá más reacomodos… Por ello dramas los justos piensan ya muchas gentes del común con cierto encogimiento de hombros ante la historia interminable.

Votar  es sano, higiénico y democrático. Que el Tribunal Constitucional se convierta en tercera Cámara y sucedáneo de un poder ejecutivo que con incuria e inepto abdica obsceno sus obligaciones, ni es sano, ni higiénico, ni democrático. Solo queda ver llorar como mujer al  Boabdil monclovita por no escuchar las urnas cuando pudo y debió oírlas como político…

Las circunstancias que desencadenan este hito, la ciudadanía debe tenerlo presente y recordar,  lleva un sello nefasto: Partido Popular y Mariano Rajoy Brey.

Si una última instancia queda es, tras un proceso constituyente, una república federal que establezca un nuevo marco de relaciones y en el que de una vez por todas se aborden tantos temas archivados como pendientes y que  ahogan el futuro. Y que yugule los miserables lazos que unen una democracia endeble y rehén, con el fascismo latente.

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