El PSOE es necesario para la estabilidad de España, pero no el que viene dando tumbos

Cartel del PSOE. / Mundiario
Cartel del PSOE. / Mundiario

El problema de fondo es que el PSOE termine desapareciendo o siendo irrelevante dejando su espacio a Podemos. El Comité Federal está oblifado a ponerle punto final a esta deriva irresponsable.

El PSOE es necesario para la estabilidad de España, pero no el que viene dando tumbos

Felipe González ha puesto en evidencia a Pedro Sánchez al desvelar que éste le anunció que los socialistas se abstendrían en segunda votación en la sesión de investidura de Mariano Rajoy.

No es baladí la irrupción de González en la batalla en que está enzarzada la familia socialista.

Así que visto lo visto me pregunto, como tantos otros ciudadanos qué queda del PSOE. Echo la vista atrás y veo al PSOE de los años de la Transición, incluso de los años algunos años antes de la Transición, y sinceramente no lo reconozco.

El PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, cuando ambos formaban un dúo que se complementaban, fue el partido que metió a España en la modernidad y con el que nuestro país dio un salto de décadas hasta ponerse al nivel del resto de los países europeos.

No todo fueron aciertos, cometieron errores y al PSOE le llegó un lento declive hasta llegar a hoy. Del pasado reciente del PSOE en el poder, es decir de la etapa de Rodríguez Zapatero, nuestro país arrastra problemas que el entonces presidente creo él solito, sirva de ejemplo aquella frase de: : Apoyaré la reforma del Estatuto de Cataluña que apruebe el Parlamento catalán.

Pero con sus aciertos y sus errores el PSOE ha sido un partido medular para España. Entre otras cosas supo vertebrar el país (hasta que llegó Zapatero) y canalizar las tensiones territoriales.

Uno de los problemas del PSOE, que explica en parte su declive, es cuando decidió confundirse con los partidos nacionalistas, y así fue perdiendo su alma con los resultados que hemos visto en Cataluña.

Otro problema que embarga al PSOE es haber perdido credibilidad por los casos de corrupción, pero sobre todo por haber ido dejando de pensar, es decir de buscar respuestas propias a los problemas de la sociedad del siglo XXI. Es decir, el viejo partido socialista se estaba estancando y mirándose al ombligo y viviendo de lo que fueron en vez de ponerse a punto para afrontar y dar respuestas a los desafíos de la sociedad del futuro.

Lo cierto es que ese lento declive ha pasado a acelerarse desde la llegada de Pedro Sánchez a la secretaria general.

Vaya por delante que yo creí que Sánchez podía ser la solución a ese declinar y que tenía las cualidades necesarias para liderar el socialismo del siglo XXI. La verdad es que no sé en que momento Sánchez se desdibujó o acaso es que algunos quisimos ver en él lo que no había.

Yo les confieso mi estupor. Sí, no salgo de mi asombro al verle aferrado al cargo de secretario general, incapaz de hacerse la más mínima autocrítica y asumir su responsabilidad en el fiasco que han supuesto todas las convocatorias electorales a las que el PSOE ha concurrido con el en el puente de mando.

Cuesta recordar lo obvio, eso tan habitual en otros países que cuando un líder político que va de fracaso en fracaso dimite y se va a su casa.

Lo cierto es que bajo su liderazgo el PSOE caminó a marchas forzadas hacia la irrelevancia. Pero lo que es peor, es su manera torticera de enfrentarse a sus adversarios dividiendo a su partido en dos mitades. O se está con él o contra él. Naturalmente él se presenta como el guardián de las esencia socialistas mientras que al resto de los dirigentes que no les secunda les atribuye el papel de villanos. Es decir está apuntillando a lo que va quedando del PSOE que cada día es menos.

Visto con distancia parece un hombre que antepone sus ansias de poder a cualquier consideración. Es verdad, y no me cansaré de repetirlo, que sus adversarios dentro del PSOE no le han hecho la vida fácil, pero también es verdad que no ha demostrado tener demasiada capacidad de liderazgo ni dentro de sus filas ni en la sociedad.

Una prueba son sus argucias de recurrir constantemente a las bases para salvarse.

Pero el gran problema de fondo es que el PSOE termine desapareciendo o siendo irrelevante dejando su espacio a Podemos.

En mi opinión el PSOE es un partido necesario para la estabilidad y el progreso de España. Pero no este PSOE, no el PSOE que viene dando tumbos en los últimos años y que está llegando a convertirse en un problema en vez de en solución de los problemas.

El Comité Federal que se celebrará el próximo sábado tiene la obligación de poner punto final a esta deriva irresponsable.

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