Las próximas elecciones en Cataluña demuestran que los políticos viven como Dios

Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat de Cataluña. Twitter
Corrupción. / Manel Vizoso

La corrupción de los partidos políticos y el despilfarro obsceno de su gestión demuestran que nuestros gobernantes viven como Dios en España.

Las próximas elecciones en Cataluña demuestran que los políticos viven como Dios

Sí, viven como Dios.

Lo que ha demostrado el procés es que los políticos, independientemente de su signo ideológico, están por encima del bien y del mal.

Con total impunidad, siguen saqueando las arcas públicas. Los casos de corrupción dentro del PPSOE parecen no acabar nunca y el procés deja evidencias claras del pastón que los nacionalistas se han gastado en construir su propio templo davidiano.

La Gürtel del PP se combina con un President que acude a la ópera en Bruselas y con un presupuesto obsceno en financiación para plataformas independentistas porque los políticos viven como Dios y sus amigos también, y los amigos de sus amigos.

Lo peor de todo es que se ha instaurado en la sociedad el peor de los males, la jodida creencia en las utopías. Algunos ven en la independencia de su Arcadia la solución a estos males, pero el pujolismo es inseparable de cualquier intento de escisión con España. En la corrupción, españoles y catalanes estamos emparentados como las mejores familias del hampa.

Sí, señor.  Pero la cosa promete mucho más. El PP ha logrado que la corrupción sea un tema banal e insustancial para sus posibles votantes y Jordi Pujol ha alcanzado la santidad entre los suyos, pese a las imputaciones y las demostradas corruptelas de su estirpe.

Qué grandes países.

Los políticos, responsables de este desastre, no van a dimitir porque viven como Dios. Se volverán a gastar el dinero de la Dependencia y de Educación en sus mitines sobre el sexo de los ángeles, en nutrir a sus paniaguados de ayuntamientos y diputaciones, y en fuegos artificiales.

Estos políticos que nos gobiernan merecen un infierno aparte porque van a seguir viviendo como Dios mientras nosotros permanecemos en Waco, con la fe ciega en las patrias a pesar de unos recortes sociales que han dejado un rastro de muerte en hospitales y entre los dependientes, estimada Marta Rovira.

Hable de esos muertos, hable de esos. De los muertos de los recortes, en su país y en el mío. 

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