El oficialista Santiago Peña es elegido como nuevo presidente de Paraguay

Santiago Peña, presidente electo de Paraguay. / RR.SS.
Santiago Peña, presidente electo de Paraguay. / RR.SS.

El conservador Partido Colorado ha conseguido revalidar su poderío electoral con la victoria de su candidato en las elecciones generales, tras 70 años en el poder.

El oficialista Santiago Peña es elegido como nuevo presidente de Paraguay

El candidato oficialista Santiago Peña, del conservador Partido Colorado, ha conseguido revalidar el poderío electoral de su formación este domingo, tras ser el ganador de las elecciones generales en Paraguay, de las que ha sido elegido como el nuevo presidente de la República sudamericana con una contundente ventaja frente a una coalición opositora y progresista de unos 40 partidos.

En el poder desde hace unos 70 años, el Partido Colorado ha logrado extender su tiempo en el Gobierno por unos cinco años más. Con el 95 % de los votos escrutados, Santiago Peña ha vencido al liberal Efraín Alegre tras obtener el 43 % de los sufragios, mientras que su principal rival, candidato de la alianza Concertación Nacional para un Nuevo Paraguay, ha conseguido el 27,5 % de los apoyos en las urnas electorales.

Peña, un joven e inexperimentado economista de 44 años, deberá sustituir al actual presidente, el también colorado Mario Abdo Benítez, en su acto de investidura el 15 de agosto. El nuevo presidente electo fue exministro de Hacienda de su mentor político, el exmandatario Horacio Cartes (2013-2018), hombre fuerte de la política paraguaya y empresario tabacalero que jugó un papel extremadamente importante durante la campaña, después de que EE UU lo sancionara por actos de corrupción y por supuestamente haber aceptado sobornos del grupo terrorista Hezbollah.

Sin embargo, nada de eso pareció afectar la victoria de Peña, especialmente en medio de una jornada con alta concurrencia de acuerdo con el Tribunal Superior de Justicia Electoral, en un país con un padrón electoral de 4.7 millones de votantes. La elevada participación es atípica, a pesar de que el sufragio es obligatorio. Además, la jornada de este domingo estuvo protagonizada por el debut del voto electrónico en una elección presidencial, pues solo había sido implementado en los comicios municipales.

La hegemonía del Partido Colorado

Además de los cargos de presidente y vicepresidente, estaban en juego los 45 escaños en el Senado y 80 curules de diputados que serán cruciales para mantener la estabilidad del próximo Gobierno colorado. También se definían las identidades de 17 gobernadores y de los miembros de las Juntas Departamentales.

Hasta ahora la falta de experiencia de Peña ponía en duda que pudiera dar un zarpazo como el de este domingo, especialmente cuando el Partido Colorado está dividido entre las corrientes políticas de Cartes y la del presidente Abdo Benítez. Finalmente, Alegre ha sido relegado a un segundo lugar en su tercer intento por acceder a la presidencia, mientras que el tercer puesto y muy cerca del candidato liberal ha quedado Paraguayo Cubas, un abogado antisistema que fue expulsado por altercados en el Congreso y que este fin de semana dio la sorpresa de la noche.

Por otro lado, hubo largas colas para votar en varios colegios electorales de Asunción y en el interior del país, de hasta tres horas, debido en parte a la implementación de las urnas electrónicas. El punto más conflictivo de la jornada ha sido precisamente el “voto asistido”, al que tienen derecho los votantes con algún impedimento físico. Tanto el Partido Colorado como la Concertación Nacional lanzaron acusaciones cruzadas de que partidarios de la formación rival estaban abusando de este procedimiento, con la excusa de que los electores no sabían usar la pantalla táctil.

Aunque el Partido Colorado sigue dividido, ha demostrado una vez más que puede imponerse en las urnas y ganar cómodamente. La formación conservadora se trata de un verdadero dinosaurio político y de la agrupación más antigua de América del Sur, fundado en septiembre de 1887.

El partido ha gobernado unos 70 años, fue la formación de Alejandro Stroessner durante sus 35 años de dictadura, y se las ingenió para elaborar y salir airoso de un proceso de transición democrática en 1989. Su único desliz fue en 2008, cuando sus divisiones internas lo hicieron sucumbir ante una alianza progresista y de izquierdas encabezada por el exobispo Fernando Lugo, pero poco tiempo después (en 2012) su Gobierno fue cesado de manera anticipada en un juicio político. @mundiario

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