‘¿Por qué no votastéis?’, la pregunta más inteligente de Trump a todos nosotros

Donald Trump. / rawstory.com

Trump está en la Casa Blanca y Rajoy en La Moncloa, y, eso sí, nosotros seguiremos tan jodidos, pero tan contentos de lo buenos, y de lo guayes que somos, opina el autor.

‘¿Por qué no votastéis?’, la pregunta más inteligente de Trump a todos nosotros

Donald Trump puede ser todo lo que queramos que sea, y lo que a él le salga del tupé ser, pero no tiene ni un pelo de tonto, ni siquiera los de ese maldito y extraño tupé… Y la pregunta que les ha hecho a las manifestantes de Washington, a través de su cuenta en Twitter es, además de inteligente e incisiva, la pregunta clave, la pregunta que está en el trasfondo de esta y de todas las situaciones semejantes que estamos viviendo… Rajoy nos podría preguntar exactamente lo mismo, ¿por qué no votamos? De hecho, nos la hacen de continuo los dirigentes del Partido Popular, cada vez que hablan de cómo la corrupción no les ha pasado apenas factura política, elección tras elección. Eso mismo fue lo que, en uno de mis últimos artículos, en estas mismas páginas de MUNDIARIO me preguntaba y les preguntaba a los votantes de izquierdas que se quedaron en casa el 26-J ¿por qué no votaron?

A esa pregunta se le podrán poner mil respuestas, todas muy justas y especiosas, pero al final será lo mismo, la misma e idéntica realidad nos espera, Trump está en la Casa Blanca y Rajoy en La Moncloa; y, eso sí, nosotros seguiremos tan jodidos, pero tan contentos de lo buenos, y de lo guayes que somos (con gorrito de lana incluido), y de lo puros e incontaminados que nos sentimos; o de lo bien que argumentamos y del nivelazo político que tenemos… Pero Trump sigue ahí, y Rajoy sigue ahí, y Marine Le Pen sigue ahí, y seguirá ahí (luego veremos los Campos Elíseos llenos de gorritos, tal vez, también, pero para qué, pues ella les espetará la pregunta crucial, ¿Por qué no votasteis?

El caso de Putin es otra cosa, Rusia es una dictadura sin careta, o su careta democrática es tan torpe y cutre que no cuela ni en los peores y más cutres carnavales y fiestas de la democracia; en Rusia simplemente la gente, los sectores críticos y anti Putin no pueden elegir libremente; ellos, los rusos disidentes, no son los responsables de que Putin, y los demás hijos –políticos– de Putin, se enseñoreen del Kremlin.

Pero las elecciones presidenciales norteamericanas o las francesas, o los procesos electorales en Europa occidental, incluida España, son otra cosa, o eso al menos queremos creer, nosotros sí podemos ir a las urnas y frenar a esta gente en ellas, y evitarnos el sofoco y los gorritos de lana, ¿por qué no vamos a votar entonces?, ¿por qué esperamos indefectiblemente a los gorritos de lana?, ¿por qué no nos anticipamos a ellos, como las camisetas verdes, azules, blancas, etc., y usamos todas esas prendas tan simbólicas para otra cosa?

¿Por qué no fuistéis a votar, cuando tuvimos, entre todos, la oportunidad de dar un golpe de timón histórico a la historia de este puñetero país y a nuestro presente, lo que es aún más interesante y decisivo?

Repito, la misma pregunta que hice en uno de mis últimos artículos, en estas páginas, a los votantes de izquierdas, tras el 26-J; y que es la misma que les ha hecho Trump a las manifestantes de Washington este último fin de semana –y a las “celebs” que hacen más mal que bien a nuestra causa–. ¿Por qué no fuistéis a votar, cuando tuvimos, entre todos, la oportunidad de dar un golpe de timón histórico a la historia de este puñetero país y a nuestro presente, lo que es aún más interesante y decisivo? ¿Por qué no usamos las herramientas que tenemos a nuestra disposición, cuando lo necesitamos y las tenemos a nuestra disposición?, ¿por qué nos lamentamos luego de lo torpe que hemos sido, cuando, en realidad, acaso es que nos encante ser torpes y estúpidos, y lo que sucede es que no estemos dispuestos a encararnos nunca con la realidad real, aquella justamente que viven las gentes que decimos representar y que nosotros mismos habitamos?

En este sentido, recomiendo leer un excelente artículo de Santiago Alba Rico, en Público, titulado Dilemas, sobre esa nuestra incapacidad para "estar en el mundo" de la gente real, y regodearnos en nuestros mundos perfectos de radicalidad indiscutible y de enemigos fácilmente detectables e incuestionables, sin sospechar que acaso el auténtico enemigo de nosotros mismos habita en nosotros mismos, en nuestra pereza, en nuestra indolencia, en nuestra ceguera, en nuestra división, en nuestras mentiras y en nuestra estúpida soberbia.

Más allá de las peinetas y de las chufas que podamos hacer, o del estupor que nos provoquen, Trump y Rajoy, y Marine Le Pen, no son imbéciles, y no han llegado a la Casa Blanca, ni a La Moncloa, ni llegarán al Elíseo, sin nuestra ayuda.

Comentarios