Maduro insiste en su Constituyente pese a la ruptura interna del chavismo

Nicolás Maduro. / RRSS
Nicolás Maduro. / RRSS

Los disidentes del régimen oficialista empiezan a crear una nueva fuerza política que podría poner en más aprietos al decadente Gobierno de Nicolás Maduro.

Maduro insiste en su Constituyente pese a la ruptura interna del chavismo

Durante años y mandatos, el chavismo se erigió como una fuerza incorrompible, una fortaleza política que tenía al país bajo su absoluto control y al que apenas se le dejaba ver alguna grieta. Pasaron elecciones, intentos de golpes de Estado y reformas constitucionales y los guiados por el fallecido Hugo Chávez lo aguantaron absolutamente todo. Y como por arte de magia, Nicolás Maduro se ha encargado de derrumbar en tres años lo que su líder espiritual tardó décadas en erigir.

En las filas chavistas ha molestado el proyecto de la Asamblea Nacional Constituyente que ha emprendido Maduro. Tal como informó MUNDIARIO, a los revolucionarios les ha molestado que el presidente pretenda redactar y aprobar la nueva Constitución sin pasar por la aprobación del pueblo, que es una de las máximas del movimiento bolivariano. El último movimiento del presidente parece dirigido a intentar recoger esas cenizas que empiezan a ensuciar su despacho. "Que sea el pueblo el que diga si está o no de acuerdo. Y saldrán los mismos de siempre a llamar a votar no. Los derrotaremos", dijo en una clara alusión a su oposición.

Con su régimen cada vez más arrinconado, al presidente le ha dado un ataque de reconciliación e intenta a la desesperada seducir a sus antiguos socios. Maduro intenta arroparse mientras la oposición continúa con sus largas e incesantes jornadas de protestas en las arterias de todo el país, mientras la comunidad internacional busca extender alguna salida diplomática a la crisis que tiene en la miseria a la república bolivariana. Encima de todo, las medidas adoptadas por su despacho para sanar su decadente modelo económico le han fallado y la gente ha perdido la paciencia.

El fin de semana el presidente sufrió un serio golpe con la deserción de Gabriela Ramírez, exdefensora del pueblo, quien se sumó a la fiscal general Luisa Ortega Díaz. Ambas se dieron de baja del régimen chavista y asestaron un serio golpe al orgullo bolivariano. Ortega Díaz presentó un recurso ante el Tribunal Supremo de Justicia para que aclare el alcance de la sentencia de la Sala Constitucional, que esta misma semana bendijo la propuesta inicial del presidente de saltarse un referendo a los venezolanos para aprobar la nueva Carta Magna. Eso fue tomado como una traición a los mismos valores del socialismo venezolano, pues en 1999 Hugo Chávez firmó un decreto en su primer día como jefe de Estado para llamar a una consulta que a la larga aprobaría su primera Constitución.

Maduro recintió el revés y lo expresó evitando pronunciar nombres. "No es la primera vez ni la última que surgirán traidores. Su traición empieza con su vacilación a la necesidad de procesos transformadores", dijo en referencia a la fiscal. Pero aun así él está dispuesto a seguir a como de lugar. El titular del Ejecutivo mide su músculo cuando su popularidad roza niveles ridículos para lo que está acostumbrado el chavismo y ante el hartazgo casi generalizado en todo el país por su deplorable Administración.

Los disidentes del movimiento revolucionario bolivarian insisten en que no tomar en cuenta a la actual Constitución para la aprobación de una nueva es una puñalada por la espalda a su líder espiritual. La política venezolana tiene dos bandos plenamente identificados: el oficialismo y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la coalición que junta a los principales partidos de derecha y, por tanto, opositores. Pero entre todo este alboroto está empezando a crearse una tercera fuerza que hasta hace poco apenas se tomaba en cuenta y no tenía rostros visibles. Maduro ha complicado su camino pues probablemente a la MUD apenas le haga estorbo otro satélite socialista, por lo que los pocos simpatizantes que le quedan podrían mudarse de bando e irse al de los exfuncionarios y militares retirados quienes también han perdido la paciencia con el actual presidente.

En Caracas se interpretó la maniobra presidencial como una tapadera a la gotera que amenaza con hacer colapsar su techo. El régimen está tan desesperado por salvar su pellejo que muchos de sus totems se han autopostulado como delegados para la Constituyente, incluidos Diosdado Cabello, el segundo de los chavistas, y Cilia Flores, Primera Dama de la Nación.

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