España está en huelga indefinida de recogida de basura democrática

Fotomontaje del blog de humor flapa.es sobre la huelga de la basura.
Fotomontaje del blog de humor flapa.es sobre la huelga de la basura en Madrid.

En este país de ciegos, los nuevos Lazarillos del Tormes han pasado de la inofensiva picaresca de supervivencia a la demoledora picaresca de la corrupción y el pelotazo.

España está en huelga indefinida de recogida de basura democrática

En este país de ciegos, los nuevos Lazarillos del Tormes (políticos, sindicalistas, empresarios, banqueros, oligarcas mediáticos, expertos, gente así) han pasado de la inofensiva picaresca de supervivencia a la demoledora picaresca de la corrupción y el pelotazo.

 

En aquel país, aquel otoño de 2013, la basura esparcida por las calles de Madrid no era simplemente la noticia con la que se abrían los telediarios, sino una alegoría del paisaje político, económico, social, empresarial, sindical, autonómico de este viejo y cansado país llamado España. Parecía una huelga, pero en realidad era un brote de la epidemia de mierda sociológica, con perdón, que había alcanzado a la Capital procedente de todos los puntos cardinales. Empezaban a salir las ratas de cuatro patas, o sea, las de toda la vida, de las alcantarillas.

Pero, ¿sabes una cosa, Director?, resultaba más amenazante para la salud la epidemia de esa nueva especie de ratas de dos patas que invaden las aceras de la democracia “made in Spain”

El enigma de la  “botella” medio vacía o medio llena

Un otoño más, tantos otoños más fríos o más calientes, se caían las hojas de los árboles y cubrían las calles con la hermosa hojarasca que ha evocado tantos poemas de amor y canciones desesperadas. Pero nunca acaba de caer mi pueblo y mi gente de la higuera, oye. Hemos vuelto a entrar al trapo de los diestros y siniestros matadores que lidian a la opinión pública y la opinión publicada y, en vez de plantear la polémica de si esa insignificante Botella del PP está medio llena o medio vacía como una mera anécdota, resulta que la hemos elevado a asunto de Estado y de Primera Página. Es una buena estratagema, otra más, para que sigamos aplazando el debate nacional de si la trascendente botella de nuestra democracia está medio vacía o ya no contiene ni una sola gota.

Si es que somos como niños, que os lo tengo dicho. Como niños jugando con el fuego que puede convertir en cenizas el Myflower en el que embarcamos en 1978 hacia el nuevo mundo de la libertad. Nos impresionan las antihigiénicas huelgas de basureros que dejan a la intemperie los residuos sólidos urbanos. Pero, luego, según el color del cristal ideológico con el que contemplamos la vida, nos traen sin cuidado los montones de mierda democrática que se acumula en los distintos y distantes partidos, instituciones, gobiernos, agentes sociales, sedes parlamentarias, siempre que sea mierda de los nuestros, claro.

¡Vaya tropa!

Los populares, por ejemplo, han desarrollado un poderoso antídoto contra el insoportable olor a podrido del caso Gürtel y las cosas de Bárcenas. Los socialistas están inmunizados contra los sarpullidos que producen los ERES de Andalucía en la Piel de Toro. Los Ugetistas siguen pensando que el orden de los factores no altera el producto de su Secretario General. O sea, que es lo mismo un Méndez cándido, je, que el Cándido Méndez que mira para otro lado, miradle, mientras sus chicos meten la mano en la caja de los fondos para la formación de los trabajadores. Los Comisinobreristas siguen erre que erre haciendo vudú a los ricos, ese amplio abanico de españoles que se caracterizan por ingresar al año un poco menos, un poco más o mucho más que su caudillo galaico Ignacio Fernández Toxo. Los nacionalcatalanistas no permiten que pase su peculiar ITV la Constitución y el Tribunal de la cosa. Pero, chico, se vuelven extremadamente indulgentes con el Caso Palau y las cosas de la familia Pujol y compañía. La Patronal ni se inmuta ante el borrón de su ex Presidente Gerardo Díaz Ferrán imputado y hospedado en la cárcel de Soto del Real. ¡Joder que tropa, tío!

“Botafumeiros” para una democracia que apesta

Si hoy es martes, esto es Bélgica. Si hoy es cualquier día de la semana, esto es España. Si huele a podrido en Madrid, estamos en el kilómetro cero donde confluyen todos los caminos de un país en huelga crónica de recogida y reciclado de basura democrática. No, de verdad.  Con los imputados de toda condición, edad, sexo, color político, origen geográfico que aportan valor añadido al paisaje de España, se puede montar una ruta turística que me río yo del poder de convocatoria del camino de Santiago. Propongo la fabricación en serie de “Botafumeiros”, como ese que lleva siglos perfumando el aire hediondo  de la catedral de Compostela, para instalarlos en todas esas catedrales de la democracia española en las que hay que entrar con la nariz tapada: Congreso, Senado, Fiscalía General, TC, CEOE, sedes de partidos políticos, cuarteles generales de sindicatos, puentes de mando de medios de comunicación, Generalitats en plural, Juntas de Andalucía en singular, cloacas bancarias rescatadas, zulos de usureros disfrazados de banqueros, apéndices de La Zarzuela en Pedralbes, lugar de Barcelona,  que pueden acabar provocando peritonitis aguda en la Corona.

En aquel país, aquel otoño de 2013, ya digo, los españoles estábamos escandalizados con las montañas de basura que se amontonaban en las calles de Madrid ¡Menuda postal para vender la dichosa marca España, oye! Pero qué ejemplo le estábamos dando simultáneamente al mundo, en cambio, de resignación, de capacidad de resistencia, de paciencia extensible a 47 millones de santos Jobs, ¡oh cielos!,  ante esa cordillera del Himalaya de basura democrática que optaba a convertirse en el techo de occidente.

La epidemia de nuevos Lazarillos del Tormes

Quizá no hay más ciegos que los que no quieran ver. Quizá somos unos cínicos o hipócritas irremediables. Quizá, simplemente, decenas de millones de conmovedores ciegos a merced de unos cuantos miles de nuevos Lazarillos del Tormes (políticos, sindicalistas, empresarios, juristas, banqueros, especuladores, oligarcas mediáticos, tipos de esos que llaman expertos, gente así) que, en el proceso Darwiniano de la evolución de las especies, han pasado de la inofensiva picaresca de la supervivencia a la demoledora picaresca de la corrupción y el pelotazo. A mí, qué quieres que te diga, no me ocupa ni me preocupa el día después del desesperado ultimátum de 48 horas que ha dado Ana Botella. Lo que me acojona de verdad es que mi pueblo y mi gente, nosotros los españoles, no les demos a nuestros dirigentes, en flagrante huelga de recogida de basura democrática acumulada durante décadas, un ultimátum de 48 meses, aunque sea de 48 años, hombre, para que deje de oler ha podrido en la España de nuestros hijos y nuestros nietos.

Más que nada para que Hobbes, “homo homini lupus est”, deje de frotarse las manos en su tumba a medida que los españoles seguimos despejando cualquier duda que pudiese quedar sobre su tesis, en vigor, respecto a la condición humana.

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