Los demócratas acusan a Trump de “incitación a la insurrección” por el asalto al Capitolio

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El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, incitando a sus seguidores frente a la Casa Blanca a marchar hacia el Capitolio el 6 de enero. / NBC
Todo parece indicar que el Congreso seguirá adelante con un proceso que obstaculizará cualquier intento de Trump para volver a ser presidente o para alentar algún movimiento sociopolítico que desestabilice el traspaso de mando a Biden.
Los demócratas acusan a Trump de “incitación a la insurrección” por el asalto al Capitolio

Estados Unidos sigue en el ojo del huracán. Cualquier intento de socavar la democracia y la estabilidad de la mayor potencia mundial será proporcionalmente retribuido en términos políticos y legales para quien haya sido partícipe o autor intelectual de ese delito federal. Esa es la premisa en la que se basa la todavía oposición de Estados Unidos, que pronto llegará al poder, para aplicar el peso de la ley y del Estado de derecho norteamericano sobre el propio presidente, Donald Trump, que el pasado 6 de enero protagonizó el hecho más oscuro de la historia moderna del país. 

Y es que los demócratas han presentado este lunes por la mañana en la Cámara de Representantes del Congreso el documento del impeachment (juicio político) contra Donald Trump por su papel en “el asalto violento al Congreso por una turba de sus seguidores”. El documento acusa al presidente de Estados Unidos de “incitación a la insurrección”.


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En un hecho sin precedentes, la máxima autoridad del país, que también ostenta la presidencia más poderosa del mundo como líder de la mayor superpotencia global, ha contribuido a desestabilizar y atentar contra la institucionalidad del país, así como contra el libre orden constitucional de la democracia. Por lo tanto, lo que Trump ha cometido se trata de un posible delito de traición y sedición, que está contemplado en el Código de Estados Unidos. 

La Cámara votará la resolución a mediados de semana. Lo más probable es que este próximo miércoles sea activado el juicio político contra Trump para forzar su salida antes del 20 de enero, que en caso de no concretarse, le servirá a los demócratas para influir en una eventual inhabilitación política sobre el republicano a fin de evitar que vuelva a postularse como candidato a la presidencia en 2024. 

Antes de ese casi seguro impeachment, el Congreso otorgó hoy al vicepresidente, Mike Pence, un plazo de 24 horas para que él y su Gabinete (por votación mayoritaria) procedan a destituir al mandatario invocando la 25ª Enmienda de la Constitución, que permite relevar al presidente por incapacidad. La resolución que insta a Pence a actuar también se presentó este lunes.

Pero en vista de la alineación y lealtad política de Pence a Trump, resulta casi imposible ver que el vicepresidente remueva al presidente que lo colocó en 2017 en el segundo cargo más alto del país y del mundo. 

Entonces, el impeachment parece inevitable. Esta sería la primera vez en la historia que un mismo presidente de Estados Unidos es sometido a un segundo proceso de destitución, un procedimiento extraordinario contemplado en la Constitución para poder “juzgar y cesar a un mandatario en caso de traición, soborno o faltas graves”. Solo se ha llevado a cabo tres veces, la última, precisamente, hace un año contra Trump, por sus presiones y chantajes al presidente de Ucrania para que iniciara una investigación penal contra Joe Biden y su hijo por presuntos negocios ilegales en ese país europeo. En febrero de 2020, Trump fue absuelto por el Senado (en ese entonces de mayoría republicana) tras haber sido acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso. 

Pero casi un año después, el panorama es completamente diferente, pues el presidente saliente se encuentra más aislado que nunca, con un Gobierno desprestigiado y debilitado tanto a nivel nacional como internacional, y en medio de un limbo legal que podría llevarlo a los tribunales cuando pierda su inmunidad presidencial debido a que sobre él pesan otras demandas por evasión de impuestos, abuso sexual y complicidad en hechos de corrupción de sus socios y amigos de negocios, a quienes les concedió un indulto en diciembre. 

Todo parece indicar que el Congreso seguirá adelante con un proceso que obstaculizará cualquier intento de Trump por volver a ser presidente o por alentar algún movimiento sociopolítico que desestabilice el traspaso de mando rumbo a la fecha clave, el 20 de enero, que representará un punto de inflexión en el futuro político, económico y social de la mayor potencia mundial. @mundiario 

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