Crece la tensión en Kosovo tras un ataque con una bomba aturdidora a una misión de la UE

El ataque con una bomba aturdidora contra una patrulla de reconocimiento de la misión de la Unión Europea, en el norte de Kosovo, escala las tensiones entre Belgrado y Pristina. La zona, de mayoría serbokosovar, es una zona caliente desde hace meses tras la llamada ‘crisis de las matrículas’, pero una serie de disturbios en la región y la agresión contra un vehículo blindado de la misión comunitario han terminado por elevar el tono entre ambos gobiernos.

En medio del repunte de tensiones, el presidente serbio, Aleksandar Vucic, anunció el sábado que pediría a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) el despliegue de soldados y policías serbios en los territorios de Kosovo y Metohija, los que conforman a este Estado de reconocimiento limitado, donde se encuentran las tropas de la misión de mantenimiento de la paz de la OTAN (KFOR).

Vucic había adelantado que no se hacía “ilusiones” con que la OTAN aprobara su solicitud, pero remarcó que pedir el despliegue militar era un “derecho” de Belgrado y que sería “conforme a la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU”, que marcó el fin de la guerra en 1999, es anterior a la declaración de independencia de Kosovo y que contempla que el Ejecutivo serbio podría desplegar hasta un millar de policías, agentes de aduanas y militares en sitios cristianos ortodoxos, áreas con mayoría serbia y cruces fronterizos, pero solo si la KFOR lo autoriza.

No obstante, la OTAN se ha adelantado a la petición y ha respondido que sus fuerzas desplegadas en Kosovo “están capacitadas” para desempeñar su labor. “Nuestra misión para Kosovo permanece extremadamente alerta y está completamente capacitada para desempeñar el mandato que le ha otorgado la ONU en Kosovo”, ha asegurado la portavoz de la Alianza, Oana Lungescu, que ha pedido a todas las partes a contribuir con la desescalada, la calma y la estabilidad.

La crisis de las matrículas

La situación en la región balcánica ha sido bastante tensa, al menos de manera intermitente, desde que en 2021 Pristina comenzó a exigir que las matrículas y documentos de identidad de la población fueran expedidos por instituciones kosovares, no serbias. La región del norte del país, de mayoría serbokosovar a diferencia del resto del territorio, principalmente habitado por albaneses étnicos, ha vuelto a ser foco de distintos incidentes violentos de los que ambas capitales se acusan mutuamente.

Tras el repunte de los bloqueos de carreteras a mediados de año, hace unos meses se consiguió un acuerdo auspiciado por la UE para rebajar las tensiones, pero el anuncio de Pristina de programar sus elecciones locales para este mes, incluyendo cuatro municipios de mayoría serbokosovar, y la decisión del principal partido serbio (que gobierna esos ayuntamientos) de boicotear los comicios, ha provocado que la crisis continuara latente.

Alrededor del martes se registraron disparos y detonaciones, cuando las autoridades electorales visitaron la región para preparar los comicios, por lo que la presidenta de Kosovo, Vjosa Osmani, anunció que las aplazaría hasta el 23 de abril del año que viene. La tensión siguió en aumento tras una dimisión masiva. Los alcaldes de estos municipios, jueces, funcionarios y policías serbokosovares renunciaron a sus puestos en protesta a la crisis de las matrículas, lo que provocó que Pristina desplegara en la zona oficiales de la policía (de mayoría albanesa como en el resto del país).  

El rechazo a la llegada de los agentes estalló con una nueva ola de protestas y bloqueos, aupado por la detención de uno de los policías serbokosovares que renunció, supuestamente acusado de “atacar oficinas estatales, a agentes de policía y funcionarios electorales, y de romper las ventanas de las oficinas de la comisión electoral”, según El País. @mundiario