Lo malo es cuando se sustituye la política -noble oficio- por la ocurrencia

Ada Colau se dirige a un militar. / TV
Ada Colau se dirige a un militar. / TV

¿Cómo es posible hablar de convivencia, de encuentro, de mestizaje y marcar territorio para expulsar del mismo a quienes en caso de emergencia se les llama de inmediato y nunca dicen que no?.

Lo malo es cuando se sustituye la política -noble oficio- por la ocurrencia

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a través de twitter, convertido en canal privilegiado para las ocurrencias, sentimientos e información, nos ha hecho saber que los dos militares que educadamente le tendieron la mano para saludarle lo que en realidad hicieron fue cortarle el paso. ¡Lo que hay que ver y escuchar!. Las imágenes no detectan corte alguno y si la corrección propia de quienes vieron en Ada Colau a una autoridad que, en realidad, lo es.

Colau visitaba, como ya saben todos ustedes, el Salón de la Enseñanza. Entre los numerosos stands estaba el del Ejército, un Ejército democrático y disciplinado y una de las instituciones mejor valoradas. Su ingente labor en países extranjeros así como sus muy numerosas intervenciones en nuestro país cuando la vida de los ciudadanos está en riesgo han hecho de las Fuerzas Armadas una institución que de ningún modo se merece el rechazo de nadie y menos de una alcaldesa que con una fina piel ha querido ver en un cortés saludo, un escrache en pequeñito.

En el Ejército hay médicos, ingenieros, químicos, arquitectos. Hay miles de jóvenes que salen de sus respectivas academias con el correspondiente titulo civil, además del militar. El Ejército proporciona posibilidades de trabajo a cientos de ciudadanos que acuden por miles a las sucesivas convocatorias y oportunidades pero, hete aquí que hay diferenciar espacios, según Colau.

Los militares que acudieron a Barcelona han reaccionado con suma elegancia y afirman que su intención es volver, salvo que no les dejen. Si el veto se mantiene, que se mantendrá, los jóvenes catalanes tendrán que viajar a otros lugares de España para enterarse "in situ" de las oportunidades que ofrece el Ejercito.

Si para muchos no resultara ofensiva la posición de Colau, habría que calificarla de patética, antigua y absurda. ¿Cómo es posible hablar de convivencia, de encuentro, de mestizaje y marcar territorio para expulsar del mismo a quienes en caso de emergencia se les llama de inmediato y nunca dicen que no?.

No cabe duda que los llamados ayuntamientos del cambio se están haciendo notar. Les molesta que el Ejercito tenga un stand de enseñanza, para animar al personal se contrata a titiriteros que se las traen, la Semana Santa de toda la vida se convierte en la Semana de las Festividades y así suma y sigue, como si estas y otras ocurrencias mejoraran la calidad de vida de los ciudadanos, quitaran basura de las ciudades, ayudaran a abrir comedores sociales, disminuyeran la contaminación y la pobreza. Pueden tener la seguridad de que se están haciendo notar.

Nadie cuestiona que cualquier gobierno, municipal, autonómico o central tiene derecho a marcar sus líneas de actuación que, como ocurre siempre, nunca logran contentar a todos. Lo malo, lo patético es cuando se sustituye la política -noble oficio- por la ocurrencia. En este caso, en el de Ada Colau, ha sido, además, una injusta ocurrencia.

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