La brutalidad es un 155 para todo

Generalitat de Catalunya
Palau de la Generalitat de Catalunya.

Asistimos a un momento de refuerzo del autoritarismo y de cierre en falso de la crisis política del Régimen del 78. La tríade conformada en Andalucía por PP, Ciudadanos y la ultraderecha de Vox procura disciplinar la sociedad y derechizar el tablero político.

La brutalidad es un 155 para todo

Vivimos un momento marcado por las pasiones tristes. La culminación del proceso de normalización de la crisis trae consigo desprenderse y derrotar lo que significó el 15-M. Delante de una crisis provocada por la larga noche neoliberal, un horizonte posible de más democracia se cierra en falso. No se soluciona ninguno de los problemas denunciados. Aparecen nuevos elementos en la ecuación. La política de la austeridad muta en nuevas suspensiones de derechos y libertades: una suerte de movimiento pendular que va del 135 al 155.

La brutalidad es un 155 para todo, como afirmó recientemente José Luis Villacañas. Más centralización, control, autoridad y represión. Primero contra el independentismo catalán, ayer contra los taxistas madrileños y mañana contra cualquiera que se mueva. Disciplinar la sociedad para que nadie proteste, para recluir la política en las cuatro paredes de los parlamentos y en los platós televisivos, en las tribunas de opinión y en las redes sociales infectadas por laboratorios de la indecencia que día a día fabrican fake-news. 

Vox no nace de la nada, parte de ese terreno sembrado por una concepción cautiva de la democracia. Constitución del 78 como verdad inamovible, excepto para reformar por la puerta de atrás el 135. Libertad para informar, de todo excepto de las cosas de la Casa Real. Imposición de la idea uninacional de España como verdad inamovible. Golpistas son Puigdemont y Junqueras, nunca Guaidó. Aunque para defender sus intereses comerciales no dudarán en contactar con Nicolás Maduro. Si es que decide atenderlos. Por eso es normal que la ultraderecha se abra camino, porque todos sus marcos ya estaban funcionando antes de que ellos llegasen. También en nuestra sociedad, recordemos la idea de fascismo social de Boaventura de Sousa Santos.

¿Cuál es la manera de evitar esta catástrofe? Debemos recordar aquella reflexión de Walter Benjamin de que "cada ascenso del fascismo es testigo de una revolución fracasada". En un diálogo intelectual con él, Slavoj Zizek profundiza en esta idea insistiendo en que "el fascismo reempraza literalmente a la revolución izquierdista: su ascenso es el fracaso de la izquierda, pero simultáneamente una prueba de que había un potencial revolucionario, una insatisfacción que la izquierda no pudo movilizar".

Integración o autonomía, normalización o ruptura, concertación o impugnación  del Régimen. Estos son los debates que están en el fondo de la crisis que tiene en estos momentos el espacio de ruptura. En función de cómo se resuelvan estaremos en disposición de responder mejor o peor la esta amenaza. @mundiario


 

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