Otra vez en Santiago, la ridícula entrega del bastón al Rey y otros detalles

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Trajes informales para un acto solemne.
Aparte del atavío de la familia real, como si fueran a tomar el té, otro año pierde empaque el que debiera ser acto más solemne de Galicia.
Otra vez en Santiago, la ridícula entrega del bastón al Rey y otros detalles

Ceremonia venida a menos, el Rey ya no viste de chaqué que reserva para actos menos solemnes y simbólicos. Cada año, peor. La Ofrenda Nacional al Apóstol, desde el punto de vista protocolario, es la ceremonia más solemne de Galicia. De ahí que, tradicionalmente, eso se reflejaba en el atuendo del jefe del Estado y del resto de las autoridades, hasta hace poco tiempo.

Ahora Su Majestad católica (Que Dios Guarde) y las autoridades visten terno informal, como si fueran a tomar un café o la boda de una sobrina. Da lo mismo.

El Rey debería ir de chaqué o con uniforme de capitán general. Es como si fuera a inaugurar un parador.

¿Y lo del bastón? En parte alguna está escrito que los alcaldes ni los altos oficiales del Ejército hayan de entregarle bastón alguno a nadie. El bastón es una insignia. Es como si el alcalde se quitara la medalla o el general sus divisas y se las pasara el Rey.

Esto del bastón es lamentable. Hay cientos de fotos donde se ve a Franco y a su lado el alcalde del lugar con su bastón. La iconografía clásica española representa al alcalde de Zalamea delante del emperador Felipe II con su vara. Y no se la cede, porque es su insignia.

¿Recuerdan el drama? El alcalde ahorca al capitán del Tercio que ha violado a su hija, y el emperador le dice “No importa si erró en lo menos, si acertó en lo más”.

La insignia del Rey es una “bengala” o cetro, no le hace falta bastón alguno, porque el Rey no es una autoridad administrativa, propiamente, sino un símbolo del Estado en sí mismo.

A lo largo del año, vemos al jefe del Estado y a su familia ataviados con mayor solemnidad que los hemos visto en Santiago, y todavía recordamos a Juan Carlos de chaqué y la ahora reina honorífica de mantilla. Y, recordando que Santiago es patrono de la Caballería, se llevaba la bandera al altar, incluso con un soldado del arma.

Para repetir todos los años de modo rutinario esta ceremonia es más digno dejar de celebrarla. O las cosas se cuidan, como vemos en otros lugares, o no insistamos. Así que dejemos el 25 de Julio en manos y celebración de quienes le dan otro sentido y ahorremos al Rey católico y familia la molestia del viaje.

La virtualidad de una ceremonia solemne está en su solemnidad. Y se empieza por el atuendo y ademanes adecuados. Pero eso, por lo que vemos, la reserva la Casa Real para mejor ocasión. @mundiario

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