La buena letra en la escuela

Portada de la novela de Chirbes./ Anagrama
Portada de la novela de Chirbes./ Anagrama
Si tan sólo los primeros diez años de plomo de la dictadura hubieran sido contados como merecen, algunos chavales sabrían lo que dicen cuando gritan ¡Viva Franco!, ¡Arriba España!
La buena letra en la escuela

Hace pocos días tuve un nuevo sobresalto al leer un titular de un diario digital español. Habitualmente ya me cargo de valor para enfrentarme a la lectura de la prensa, probablemente por mi creciente pesimismo que se acentúa tras una ojeada a los diarios. A veces me encuentro casi mirando de reojo los titulares, como intentando no tropezarme con alguno que me haga comenzar el día a contrapié. Ese día me faltaron reflejos y no pude dejar de leer un artículo que titulaba: Ola reaccionaria en las aulas. “Cada día oigo más ¡Viva Franco! y ¡Arriba España!”. 

Entonces pensé en lo importante que es la buena letra en la escuela.

En el artículo se recogían testimonios de diversos profesores de enseñanza secundaria que reflejaban su asombro e inquietud tras observar entre algunos de sus alumnos, no sólo el desconocimiento por su parte de la figura de Franco y de lo que supuso el franquismo, sino lo que es más preocupante, la exteriorización sin pudor de argumentarios y simbología que estaban en consonancia con toda esa órbita.

La gravedad del asunto radica por supuesto, no en la expresión de una opinión, aunque ésta pueda ir en contra de los valores democráticos elementales en los que nos movemos, sino en el hecho de que detrás de esa opinión, en la gran mayoría de casos, lo que parece encontrarse es ignorancia y desconocimiento de lo que ha supuesto para España esos cuarenta años de franquismo con Franco. Y sin olvidar el franquismo sin Franco, ya que no acabó todo tras su entierro en Cuelgamuros.

Realmente hay opiniones en la línea de criticar esa memoria de lo que fue el franquismo. Se acusa muchas veces a la izquierda de sacar continuamente en procesión al dictador cuando ya hace mucho que está muerto y enterrado. Y bien cierto que lo está, de hecho, enterrado dos veces. Pero si alguna vez me llego a plantear que quizás puede sobrar o estar de más esa memoria del franquismo, de pronto te encuentras con este artículo que nos trae a un presente muy actual, a dónde quizás hemos llegado por todo lo contrario, por haberlo olvidado.

Quizás hemos llegado a este punto después de muchos años en que ha parecido que hablar de Franco y de la etapa franquista era, o bien peligroso en los primeros años tras su muerte; o bien poco conveniente para cerrar heridas en los años posteriores de la transición; quizás viejuno y una verdadera lata en plena movida y con el socialismo de los ochenta en marcha; fue algo sobre lo que era mejor pasar de puntillas en los noventa del partido popular; y ya en este nuevo siglo, pues eso, se ha convertido en algo del siglo pasado, sin cabida en éste.

Afortunadamente, no todo son malas noticias

También hace pocos días, unos cuantos alumnos del instituto de secundaria de Buñol, un pueblo de la provincia de Valencia, relataban en un programa de radio su experiencia tras un reciente viaje a Cracovia. Aunque también visitaron esta preciosa ciudad polaca, el motivo del viaje era, sin embargo, conocer, palpar y observar sin relatos intermedios, el Infierno, que tan sólo se encuentra a una hora en coche desde allí. Se llama Auschwitz.

Acompañados de varias profesoras, una de ellas especializada en el Holocausto y el nazismo, estuvieron en aquél terrible lugar y lo contaban. Explicaban con sus propias palabras, qué había representado para ellos entrar allí y relataban de una manera inocente y sin adornos en qué consiste el Infierno. Al oírlos, me daba cuenta de que hay momentos de nuestra historia como humanos, en que no nos podemos resignar a resumir en sólo dos páginas de un libro de texto, de forma similar a las dos páginas que ocuparan la revolución francesa o las del crack de 1929. Es un lujo que no nos podemos permitir. 

Oyendo a esos chavales, yo era consciente de que hay cierta Historia que es imprescindible enseñar y que tiene que ser contada sin que importe el temario, los exámenes o la rigidez del libro de texto. Probablemente hay que contarla mucho más allá del libro de texto. Nos va mucho en ello.

De todas formas, oyendo la increíble experiencia de estos jóvenes, me pregunté si en nuestro país también acuden a palpar y conocer nuestra historia de la misma manera

Desde luego es evidente que no pretendo hacer una comparación aberrante entre el Holocausto y el franquismo, que no tendría ninguna lógica ni sentido, pero sí que creo que estos y otros muchos chavales deberían quizás, hacer viajes menos largos y por nuestro país. Quizás deberían también visitar; oír los relatos y aprender la historia de lugares de otra manera tenebrosos como Cuelgamuros.

Quiero decir que quizás, en estos cincuenta años de España sin Franco, no hemos dado la importancia ni hemos dedicado el esfuerzo que merece a enseñar quién fue aquel señor y porqué sus cuarenta años de terrible y brutal dictadura han dejado un poso tan enorme incluso hoy en día. Y es posible que si, por ejemplo, tan sólo los primeros diez años de plomo de la dictadura hubieran sido contados como merecen, algunos chavales sabrían lo que están diciendo cuando gritan ¡Viva Franco!, ¡Arriba España!

Y por todo ello, creo firmemente que es imprescindible “La buen letra” en la escuela. 

Porque si para entender el Holocausto, además de los libros de Historia, además de visitar el infierno de Auschwitz, es necesario leer la Trilogía de Auschwitz de Primo Levi y sobre todo “Si esto es un hombre” que es su primera parte y un diario de la vida en el infierno;  para saber realmente de qué hablamos cuando lo hacemos de Franco y del franquismo, además de los libros de Historia, además de visitar el Valle de Cuelgamuros, y ver en piedra la metáfora de media España esclava y prisionera construyendo pirámides a la otra media, además de todo eso, es necesario acudir a la caligrafía de Rafael Chirbes y leer esa novela corta pero enorme que es “La buena letra”.

Esa pequeña novela inmensa en la que una madre decide escribir a su hijo, contándole desde una perspectiva privada y familiar, lo que fue esa España de Franco, que a pesar de que calaba hasta los huesos, parece que no cabe ya en nuestra modernidad y se nos ha ido olvidando. 

Por eso Ana, esa madre coraje, decide contársela a su hijo, porque sabe que no se puede cometer el error de olvidarla. No puede ser que esa historia muera con ella; que para su hijo acabe convirtiéndose sólo en dos páginas en el libro de Historia de España y una foto del dictador bajo palio. 

Es necesario que su hijo sepa qué significa decir ¡Viva Franco! y ¡Arriba España!

Quizás por eso valga la pena reivindicar La buena letra en la escuela y a Chirbes, que está en los cielos. @mundiario

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