Lo bueno y lo malo de Smiley: la serie LGBT sobre las fiestas decembrinas

Smiley es una serie que se puede considerar dentro del queerbaiting. / Netflix
Smiley es una serie que se puede considerar dentro del queerbaiting. / Netflix

La serie de España sabe jugar y romper con algunos clichés de las producciones queer, sin dejar de ser una comedia romántica en todo su esplendor. 

Lo bueno y lo malo de Smiley: la serie LGBT sobre las fiestas decembrinas

El tema de la inclusión forzada viene en debate desde hace varios años, y eso no excluye a las películas y series navideñas, donde Netflix buscó incursionar con Smiley, serie de comedia romántica producida en España, protagonizada por Miki Esparbé y Carlos Cuevas. La plataforma consolidó un rotundo éxito con el 100% de aprobación en Rotten Tomatoes, y eso no fue (del todo) un golpe de suerte. 

Los puntos a favor de Smiley

Sin duda alguna, lo mejor de esta serie son sus personajes secundarios, haciendo énfasis en los personajes de Vero (Meritxell Calvo) y Javier (Pepón Nieto), quienes logran robarse el show con personalidades complejas y divertidas, con las que es fácil simpatizar e incluso identificar en nuestra vida por sus roles como "mejores amigos".

Por otra parte, la premisa en sí no es novedosa ("los opuestos se atraen" y generan drama a su paso), pero es construida de una manera entretenida, haciendo que los primeros cuatro episodios se vayan en un abrir y cerrar de ojos, y que encima de todo están llenos de referencias a la cultura queer como RuPaul's Drag Race, Grindr, Badoo, e incluso el tema de 'la familia qué elegimos'.

Así mismo, algo a destacar es que esta es una serie apta para cualquier público mayor de 18 años, ya que a pesar de estar centrada en las relaciones y personas LGBTQ+ (aplaudiendo que la serie no se estanca en intentar sacar escenas sexuales explícitas), no deja de lado las relaciones heterosexuales, y se toma tiempo en profundizar en el tema del matrimonio y la construcción de una familia, junto a los retos que pueden conllevar.

¿Cuál es el problema con Smiley?

Genuinamente la serie sabe entretener, pero por momentos se siente demasiado larga, más si se tiene en cuenta que los protagonistas son Bruno y Álex, y que son los personajes que menos comparten tiempo en pantalla, al grado de que sus interacciones más fuertes están en los últimos dos episodios, lo que le pesa seriamente al drama.

 

Y enmedio de la interacción de ambos personajes, la serie tropieza con algunos de los clichés de las comedias románticas, como que alguno es interrumpido cuando está a punto de enviarle un mensaje al otro, o las típicas escenas de los 'besos robados' que generan drama en la pareja, y eso le resta potencia a la gran narrativa qué hay en capítulos anteriores

Conclusión: una serie intrigante para pasar el rato 

Smiley está lejos de ser la serie perfecta, pero sabe darle gusto a casi todos quienes la ven (95% de aprobación de la audiencia) debido a su cercanía con la vida real, donde no todos encuentran un final feliz, y eso es justo lo más memorable de la trama, más aún volviendo al tema de que es una serie ambientada entre Navidad y Año Nuevo; aunque finalmente logra complacer y generar una sonrisa al terminarla. @mundiario

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