Isla Coelleira

Coelleira, Ruta dos Faros. Antonio Lage-Seara
Coelleira, Ruta dos Faros. / Antonio Lage-Seara

“In locum Quonicularia intus mare et face Saure” ("en el lugar de Coelleira, en el mar, en la boca del Río Sor”).

En Galicia hay 316 ínsulas, auténticos galeones o barcos de piedra flotante que custodian las entradas a las Rías Gallegas. Tesoros en sí mismas, sitios impenetrables como Olimpo de los Dioses. Símbolos místicos en su comunidad, que invitan a la ensoñación y  guardan leyendas desde antaño.  Los humanos durante milenios al avistarlas tan distantes, quisieron tomarlas,  aproximándose admirados dejaron su huella en ellas, hoy yacimientos arqueológicos. La geografía y geología esculpieron el carácter o modo de vida marino de los habitantes de sus inmediaciones. Si nos parecen hermosas en la cima, en las profundidades la vida llega a su máximo esplendor…

Las más conocidas son las atlánticas como Cíes, Ons, Arousa, Sálvora, Toxa, Tambo, San Simón, Cortegada, Sisargas…

Bañada por el mar Cantábrico, entre las bocas de las Rías de Barquiero y Viveiro se encuentra la Isla Coelleira. “in locum Quonicularia intus mare et face Saure” ("en el lugar de Coelleira, en el mar, en la boca del Río Sor”) citada en un texto de donación de Vimara Menendiz de 1095 que recupera el paleógrafo Cal Pardo. Situada a 43°45′32″N 7°37′52″O.  Mide 165.726 m² (16 hectáreas), según Catastro es la Parcela 1018 del Polígono 4 de O Vicedo, municipio en el que se enclava. Se distancia del mar algo más de medio kilómetro. Su altura máxima alcanza los 82 metros y tiene un perímetro de 2 km de abrupta y escarpada costa, donde baten la fuerza de las olas, convirtiéndose en una fortaleza marina casi inexpugnable.

Dejó un asombroso legado e influencia, radió kilómetros, es nomenclatura de calles como en Boadilla del Monte (Madrid) o en la capital lucense.

Hay distintas teorías sobre la etimología de Coelleira. La más popular es la que asociada el lugar como un sitio poblado de conejos (cuniculus). Hay que señalar que pocos roedores quedan, aunque si se aprecian osamentas, probablemente mermen por epidemias. En 2003 hubo un proyecto por parte del Concello y Consellería de Medio Ambiente para introducir biotipos salvajes, los últimos de variedad doméstica fueron soltados por cazadores. En los años 60, nace otra corriente de Blasco Pérez, quien defendió la posibilidad de tratarse de una toponimia relacionada con la navegación, provenir de Kaio(καίω), que significa “prender fuego a” como si existiera allí un antiguo Faro.

Isla Coelleira. Antonio Lage-Seara
Isla Coelleira. / Antonio Lage-Seara

Naturaleza

Es tránsito migratorio de animales acuáticos, puesto que se enmarca en el límite, donde se junta un Océano y un Mar, Atlántico y Cantábrico.
El punto más cercano a tierra se encuentra en la Punta do Embarcadoiro, o la Ensenada da Cova do Pan, probablemente el sitio más próximo para cruzar a ella. La parte Norte tiene unos acantilados más altos, miran a mar abierto, la plataforma es pendiente, va descendiendo en altura hacia el Sur de la isla.

Tiene islotes pegados en la parte norte conocidos como o Cabaliño y Percebosa, en la parte oeste el de Carabelas. Al Sur resalta la Punta de Cruz de Liñeira y al Este la Punta de San Antonio. Hay dos accesos, tienen escaleras de sillares en los primeros peldaños, el mejor está al Sudoeste, el del Portiño con amarre, de  fondo arenoso y  agua traslúcida, deja ver hasta los peces, mientras que por el Este es más dificultoso subir, de complicado atraque, los peldaños están rotos y hay mucha anidación, siendo agresivas algunas aves en época de cría.

La fauna es importante, sobre todo la ornitológica. Anidan princpalmente gaviota patiamarilla (Larus michahellis), pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis). Paran las que viajan desde el norte del planeta tierra a África, como pardela pichoneta (Puffinus puffinus), negrón común (Melanitta nigra), mascato atlántico (Morus bassanus), además vemos charranes (Sterna hirundo) y caradriformes (Charadriiformes).

En cuanto a la flora, en la pradería plana superior es casi todo matorral o arbustivo, principalmente se extiende frondoso el Toxo (Ulex europaeus), mientras que en las rocas reinan muchos líquenes Caloplaca de color amarillento o Armeria pubiger  popularmente conocida como “Herba de Namorar” .En tiempos pasados, sobre todo desde el abandono del Monasterio, fue campo de cultivo, empleándose para la siembra de trigo.

Desde el punto de vista mineral, hay presencia granítica, abunda el feldespato, rocas del Ordovícico Inferior con más de 300  millones de año.

Coelleira, Ruta dos Faros. Antonio Lage-Seara
Coelleira, Ruta dos Faros. / Antonio Lage-Seara

Historia

La isla tiene detrás un impresionante pasado, la primera documentación es del siglo XI, aunque poblada con anterioridad. No es descartable que la pisaran durante la prehistoria, o incluso en la edad antigua por alguna cultura mediterránea, durante la aventura en la búsqueda de Estaño. A lo largo de la costa gallega conocemos muchos castros costeros enfrente a accidentes naturales insulares, para el aprovechamiento de los recursos marinos y con la función o simbología espiritual. Durante el XIX algunas teorías apuntaban a asentamientos de monacales en las islas en el siglo VI,  para protección o refugio durante las persecuciones religiosas, reinando el visigodo Leovigildo. Existen elucubraciones de un monasterio primitivo en el IX que fue arrasado por las invasiones normandas. La huella humana más probada es la de un monasterio posterior cuyos restos están referenciados en patrimonio como GA27064018.

Su nombre “Sancti Michaelis Cunicularia” se debe a la advocación a San Miguel, uno de los tres arcángeles, junto a San Rafael y San Gabriel, que mencionan las sagradas escrituras.

La primera vez que sale el nombre es un documento del 30 de Junio de 1095 (escrito en latín y custodiado en el Archivo Diocesano de Mondoñedo), es el testamento  de Vimara Menendiz, que menciona una donación al abad Veremundi, aceptada por el entonces Obispo Gundisalvi o Gundisalvus (Bispo Santo que según un mito hundió las flotas vikingas en las costas focenses), era hermano del Pedro Froilaz, Conde de Trava, ancestro del linaje de los Andrade, ya por entonces con poder por estas tierras. Vimara, con el fin de pagar sus pecados, cede la tercera parte de la iglesia de San Julián de Loiba y una quinta parte de otra tercera, menciona en el escrito a Sisnandi y Froyla, los bienes eran herencia paterna de Menendo y su abuelo Scemeno Lúpiz. Puede que la misma Vimara fuera familia del Obispo, hijo de Froila Vermudiz y Elvira de Faro,  nieto por vía materna del Conde Menendo Vermudiz de Faro, dueño por entonces de la Torre de Hércules de A Coruña.

Conoceremos un segundo documento del siglo XI, fechado un 18 de Julio de 1099 (escrito en gallego, depositado en el Archivo Histórico Nacional), en tiempos del rey Alfonso VI,  estaban el mismo Obispo Gonçalo y el Abad Paio, nos describe una serie de donaciones para dicho monasterio. En él se lega a San Miguel de la Coelleira, una serie propiedades. Las más cercanas son las siguientes: una tercera parte de las tierras de Mogorum (Mogor, parroquia de O Barqueiro) y otra en Vale (San Esteban o San Román) que dona Gonçalo Vermudes. La cuarta parte del lugar de Runio (Ruño, donde se cree el origen de los Vivero) que donan Nuno y Godo Vermudes en honor al alma de su hermano Sover. Otra  será la de vila do medio de San Román entregada por Miguel Preste que linda con Vilela cedida por el Conde Don Oveco. Un pumar, o finca de frutales, llamado Adra Moynos, que dan Fray Regnes y de nuevo Miguel Prestes. En San Román donará Suar Totones los casales de Tercias, Donagildo, Ramiro, Tramondo Gugino, Pradaedo. Diego y Onega Ovéquiz  donan la vila de Piñeiro, con sus vasallos, casas, salinas, fuentes, pescaderías que se encuentra en la entrada del mar cerca del río Xilloi. Es decir la mayor parte de San Román, un tercio del Barqueiro, la cuarta parte de Ruño, toda la zona de la Playa de Xilloy… Sorprende el poder de la isla en todo su entorno, absorbiendo rentas para mantener la actividad religiosa.

Durante los primeros tiempos se asocia a la orden de San Benito, dato desconocido, como el período oscuro de casi 300 años No tendremos noticias sobre el cenobio hasta el XV, por entonces los monjes que poblaban Coelleira eran Agustinos. El primer escrito de esta época es del 24 de Enero de 1420, donde el coengo Pedro Fernandez, es testigo de que Giomar Yenes, deja el 8 de noviembre de 1386 el casal de Lousa a Ares Pérez para la celebración de misas por su alma. Medio siglo después en 1479, otro documento de foro que se encuentra perdido cita al prior Afonso Rodríguez. Seis años más tarde en 1485, tendremos un referencia de renuncia de su sucesor Lopo Dourado, aduciendo el mal estado del monasterio, ya decadente y la imposibilidad de continuar, el inicio del fin de Coelleira como poder monacal. Durante estos años de últimos coletazos habrá más  donaciones, Fernando Pernas el 25 de Noviembre de 1494 da una heredad, Fernando Basanta deja 250 maravedíes y una “fiestra”, o una mujer lega una finca de castaños… Este mismo año de 1494 el Obispo Fabrique de Guzman anota que las rentas no daban para el sustento, encontrándose el edificio casi en ruinas.

Quedará anexionado en 1535 a la catedral de Mondoñedo, una Cédula Real de Carlos V, del 25 de diciembre les autoriza fiscalizar. Puede que posteriormente se realizara alguna celebración o habitara la isla algún eremita, ya que María Fernández do Casal testa el 17 de marzo de 1554 mandando realizar unas misas en Coelleira. Al pasar a ser patrimonio directo del Obispado, se harán una serie de apeos. Es un 16 de marzo de 1545 que el Corregidor de Viveiro Pedro Fernandez de Cabarcos promulga edicto, se comienza a hacer la contabilidad de bienes, en la que figurarán una amplia lista, casi el centenar de bienes raíces o derechos de fincas en la zona. 

La actividad en la isla se congela, hasta un siglo después. Los cazadores de ballenas vascos comenzaron a emplearla como atalaya en 1628, argumentan que incluso destrozando lo que allí había. El 11 de Diciembre el juez Francisco de Lanzós les prohíbe utilizarla sin el consentimiento del Deán o Cabildo de Mondoñedo. Ante esta situación, en 1629 para sacar provecho y controlarla, parece que deciden rentar la propiedad para cultivo a Tomé López y María Sánchez. El uso agrícola se prorroga en el tiempo, según Donapetry Iribarnegaray aún se alquilaba hacia 1753. No mudará el uso hasta el siglo XIX cuando se convierte en un Faro.

Gran parte de la información, recopilación y estudio, se lo debemos al erudito sacerdote Enrique Cal Pardo, a través de su obra San Miguel de la isla de la Colleira. Historia y Leyenda. Colección documental. Madrid (1983), ampliado en los años 90 por medio de varios artículos.

Las lagunas sobre la isla, dieron pie a que se crearan leyendas y especulaciones como que fue habitada por la orden templaria. Se fabulaba sobre unos monjes perseguidos y decapitados (la corona o normandos), tan solo se salvó uno de ellos que salió a nado, llegando a la “casa do paisano” en Xilloy (hoy de la familia de Carreja Baltar). Otra versión es que se cobijó en el monasterio de San Francisco de Viveiro. Mezclando otra sobre una imagen flotante de Santo Esteban que vino a la playa por el mar y al subirla se pararon los bueyes en el emplazamiento actual de la iglesia parroquial. Todos hechos sin consistencia histórica, o difuminada, donde está la iglesia ya existía un castro, los franciscanos de Viveiro son del siglo XIII, o los historiadores locales departen sobre la falta de pruebas de asentamientos vikingos cercanos, aunque sí es cierto que las poblaciones se trasladaron al interior. Escaparan o no en una publicación de Justo Pico de Coaña ( abuelo de la primera licenciada de Galicia, Manuela Barreiro Pico), de La Ilustración Gallega y Asturiana de un 28 de julio de 1888, página 10-11, colaboración conocida  como, Carta a Bastián da Pallarega  en Boston (EE.UU), el autor habla de que tenían barcas de cuero para dirigirse a Viveiro.

Hechos fehacientes o testigos de la existencia de tal monasterio, son yacimientos sitos en Coelleira, además de la colección documental. Los más estudiados son los de la parte suroeste, justo a la subida del portillo o muelle, se perciben edificaciones antiguas en el la parte nordeste, que podrían ser un horno. Puede que conocidos por Federico Maciñeira Pardo da Lama, dado que su padre Vicente Maciñeira González era marino de O Barqueiro, lo cual implica que conocía muy bien el entorno de la isla. También debemos inspecciones al agente forestal y arqueólogo Enrique Fernández Llano.

La empresa Gestión Cultural Larrate, con un equipo de 8 arqueólogos, dirigida por Iñaki Sagredo, realizó una serie de intervenciones, concretamente tres, 2015, 2017 y 2020. En declaraciones a prensa el resultado de las mismas apunta a que “Allí hemos encontrado muchos carbonos que indican un gran incendio, con restos humanos, lo que nos puede llevar a algún tipo de destrozo violento” o que encontraron “una estela funeraria, una cruz papal muy antigua y de incalculable valor histórico y cultural”. Es una talla en piedra, con forma de cruz patriarcal, muy utilizada por los ortodoxos, representa la cruz de cristo con el titulus crucis que mandó poner Poncio Pilato, el conocido como INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudæorum /Jesús de Nazaret, Rey de los judíos). Lugares de peregrinación o santuarios la tenían para indicar una indulgencia plenaria.

Isla Coelleira. Antonio Lage-Seara (1)
Isla Coelleira. Antonio Lage-Seara (1)

Faro

Lingüistas asociaban la etimología de la palabra Coelleira, a un fuego iluminador como un lugar de aviso o vigía,  como usaron los balleneros en el XVII. A finales del XIX se forja un nuevo tiempo, la isla cobra un rol funcional frente al espiritual anterior. La ubicación cercana a la punta más septentrional de la península Ibérica (Estaca de Bares) y su lejanía de la costa rocosa y peligrosa, la convierten en el sitio perfecto para instalar un Faro.

España llevará a cabo una labor titánica con el Plan General de Alumbrado Marítimo de 1847, poniendo luz en algunos de los sitos más complejos. No fue uno de los primeros de Iberia, pero se bosquejará apenas 14 años después de iniciarse el Plan. Irá en el lote de las gran ínsulas gallegas como Sisargas, Cíes, Sálvora y Arousa.

El diseño del Faro es gemelo al de Atalaia de San Cibrao firmado en 1861 por el ingeniero Marcelo Sáchez Movellán.  Está enclavado a ochenta metros de altura, para alcanzar mayor proyección lumínica. Es de una hechura sencilla, de una sola planta rectangular con torre cilíndrica. La idea inicial sufrió modificaciones, contaba con una altura mayor, pero la rechazó la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos. Los materiales fueron robustos, para aguantar las embestidas del viento, las paredes de sillares de piedra como las escaleras de acceso, la parte superior de pizarra, estaba fijado por “tornaventos” (rocas típicas en la zona que se ponen encima de los tejados), la “lousa” fue sustraída de la misma isla.

No debió ser una obra fácil, más bien titánica, sin avances tecnológicos, maquinaria, ni electricidad. La prueba es que cuando se reparó la cubierta por la empresa de Guerreiro Somozas, en 2015 ,se precisó hasta de un helicóptero para llevar material.

La primera vez que se enciende es un 30 de mayo de 1864. Se trataba, de un faro de luz fija blanca, de sexto orden con alcance de 9 millas, con un aparto de aceite Sautter, y  se cambia ya a finales del XIX por una luz verde con alcance de 6-7 millas, una Maris de parafina.

El edificio estaba pensado para albergar a dos familias, volviendo a habitarla 400 años después vivirían, permanecería en ella medio siglo. Las dificultades imperaron en la isla, tanto para acceder a alimentos de sus habitantes, como por la reparaciones de la linterna como aconteció en 1868, 1890 o 1902.  Se preparó un horno con leña independiente para evitar incendios, o un aljibe para recoger pluviales, ya que no existe agua dulce en la isla. Los habitantes iban en barca a puertos cercanos para abastecerse, según cuentan ancianos del lugar pasaban calamidades en los duros inviernos, buscándose la vida, tenían acceso a la cosecha propia, animales domésticos o pesca alrededor. Volvería otra vez a estar desolada en 1926, cuando Rafael de la Cerda prepara la automatización del Faro,  imperando de nuevamente el silencio humano en Coelleira.

Isla Coelleira. Antonio Lage-Seara (2)
Isla Coelleira. Antonio Lage-Seara (2)

Naufragios

Hasta la llegada del reflector, tan solo las estrellas iluminaban la oscura y trágica noche marina. La isla en sus inmediaciones, esté bordeada de un espacio natural osado, que cada vez ganaba más tránsito naval. Allí asoma la vida, pero acecha la muerte. En sus profundidades duermen barcos,  pecios subacuáticos, de una ruta marítima de vital importancia durante siglos.

Estos hundimientos próximos a Coelleira nos los relatan a través de trabajos de Higinio Puentes, Cortizo, Miguel San Claudio o Antón Arenas. Existen anteriores al XIX, pero son más difíciles de localizar e inspeccionar, prima falta de archivos, o sus restos son devorados por el océano en un fondo fangoso.

Poseemos pruebas fehacientes desde hace dos siglos, tiempos paralelos a la creación del faro. Por ejemplo en mayo de 1845 se fue a pique el Nuestra Señora del Carmen con folio 117 de San Cibrao. Otro vapor correo de 3242 toneladas acaeció en febrero de 1889, no muy lejos, entre Bares y la isla, pertenecía a la famosa Compañía Transatlántica, de Barcelona, propiedad del Marqués de Comillas, Antonio López y López. Cuatro años más tarde el 15 de Octubre de 1893, se pierde otro vapor que iba de Burdeos a Lisboa, en este caso el noruego Lands Kronna, capitaneado por Doitir, en el que viajaba un reputado tenor de ópera Gabrieleske. Más de un mes después, también faenando se hunde una trainera de pesca con 1 fallecido.

Un verano a la puertas del siglo XX, en julio de 1900, las aguas se tragan un barco de la zona, era de José Peniche, navegaba desde San Román a O Vicedo, cargado de tablas, en el van 8 tripulantes y de los cuales uno no aparece. En 1901, la lancha San José se hunde próxima a la costa, tenía dirección de Viveiro a Coruña con sardina abordo, y la patroneada por J. Nabril. En 1908 otro suceso acontece, naufraga el  Unión num. 1 de A Coruña , falleciendo 11 personas, y como un único superviviente Andrés Fernández precisamente de esta misma parroquia. Hasta los movimiento bélico se acercaron a Coelleira en mayo de 1917,  cuando un submarino ataca a varios barcos que pasaban por la Estaca de Bares, bombardeando a 2 millas al Tromp, a 23 al Ioannis P. Goulandris y a 5 millas al Ilva, mandado por Erwin Waßner, de bandera genovesa, viajaba a Barru Roads en Bristol.

Durante años posteriores serán numerosas las barcas, lanchas o buques que sufrirán estragos, bien por fuertes temporales o por sucesos imprevistos, oscureciendo aún más este mar. Como la catástrofe del velero-balandro Drácula, la tarde del 5 de Agosto de 1957 (una gran cruz de piedra, en un saliente que divide las playas de Pereira y San Román nos lo recuerda), 4 de los 8 tripulantes finaron, la mayoría jóvenes veraneantes.

Muy conocido es el Galdstar, a donde bajan a 39 metros profesiones y aficionados del buceo. Esta buque iba en 1977 de Holanda al Mediterráneo (Rotterdam-Barcelona) y llevaba 950 toneladas de Bórax (borato de sodio), este material tienen usos para químicos ( pesticidas, herbicidas, desodorantes, desinfectantes, limpiadores corrosivos). Además transportaba 700 cajas de Whisky, víveres o enseres. Pasó con problemas el Cabo Prior y al llegar a la altura de la isla decidieron fondear, a medio día deciden abandonar el barco los 6 marineros ( 3 griegos, 2 turcos y un 1 Egipcio), al barco lo intentó remolcar el Siempre Paz, pero unas horas después se hunde. La búsqueda y rescate de la tripulación la hará de O Vicedo  el Valentina y de Celeiro, Virgen de Fátima y Marujita.

En fechas más reciente la tragedia se mascó alrededor de estas aguas,  el 7 de Enero de 2009, la Lancha Sombriza de 6,5 metros y 35 años de antigüedad también acaecía, falleciendo sus dos tripulantes.

Isla Coelleira: “in locum Quonicularia intus mare et face Saure”. ("En el lugar de Coelleira, en el mar, en la boca del Río Sor”). @mundiario

Comentarios