La CEG vuelve a ser útil bajo la presidencia de Juan Manuel Vieites

Juan Manuel Vieites-Baptista de Sousa. / Twitter
Juan Manuel Vieites-Baptista de Sousa. / Twitter
La CEG dejó de ser un problema económico, social y hasta político gracias al esfuerzo que el nuevo presidente desplegó desde el arranque de su mandato por integrar todas las "sensibilidades" sectoriales y territoriales.
La CEG vuelve a ser útil bajo la presidencia de Juan Manuel Vieites

Un año después de llegar al cargo, Juan Manuel Vieites ha cumplido, y con creces, su primer gran objetivo como presidente de la Confederación de Empresarios de Galicia: que la patronal gallega recupere la normalidad institucional y funcional y que deje de ser noticia por sus constantes convulsiones internas y la falta de un liderazgo claro que encarne la representación del empresariado frente al resto de los agentes sociales y ante las instituciones.

Al final, la tarea resultó más fácil de lo que se esperaba, en buena medida porque Vieites contó desde el principio con el pleno respaldo de la Xunta y al tiempo que entre las empresas afiliadas se extendía la convicción de que la situación de crisis cronificada era insostenible en un escenario tan preocupante para el tejido productivo como el que abrió la pandemia del covid.

La CEG dejó de ser un problema económico, social y hasta político gracias al esfuerzo que el nuevo presidente desplegó desde el arranque de su mandato por integrar todas las "sensibilidades" sectoriales y territoriales y por el innegable acierto de implicar en el empeño normalizador a algunos de los empresarios y empresarias de referencia en Galicia. En ese logro fue fundamental la capacidad de convocatoria que Vieites demostró tener por su larga trayectoria profesional y por la solvencia del proyecto en el que se embarcó.

Vieites consiguió transmitir la imagen de que arrancaba una nueva etapa, que rompía con el convulso pasado inmediato y evocaba la "época dorada" de la entidad, los tiempos de Rodríguez Mantiñán y Pérez Nieto, muchos años atrás.

Hacía falta una refundación, o cuando menos un reseteo, para poner a funcionar la maquinaria de la organización patronal. Y, nada más llegar a la presidencia, sin mirar atrás ni revisar el pasado, Vieites se puso manos a la obra.  No escatimó esfuerzos. Hizo uso de toda la autoridad moral que le asiste, pero empleando también mucha mano izquierda. Había que suturar unas cuantas heridas y recomponer la fractura interna para transmitir una cierta imagen de unidad. Al parecer, fue más fácil de lo que se temía.

A Vieites le quedan tres años de mandato, que seguramente serán más, si él acepta seguir en el cargo

En cuestión de meses la CEG volvió a ser una institución seria y respetable al servicio de los intereses empresariales, útil para aquellos a quienes pretende representar y para la sociedad gallega en general. Y con los pies en la tierra, sin ínfulas.

A Vieites le quedan tres años de mandato, que seguramente serán más, si él acepta seguir en el cargo. Ahora mismo no tiene oposición interna que actúe como tal. Tampoco hay alternativa alguna a la vista, ni larvada. Eso le permite concentrar esfuerzos en lo importante, empezando por los fondos de recuperación, los Next Generation, en los que la patronal tiene bastante que decir. Agilizar al máximo su gestión es una prioridad para el equipo que lidera la patronal gallega, al que le preocupa que Galicia desaprovecha una oportunidad como esta para adaptar su economía a los retos de un futuro que ya está aquí. En eso está centrado Vieites a día de hoy, con la tranquilidad que le da el capital reputacional que sigue acumulando y la convicción de que, si la CEG mantiene el rumbo, cuando él decida soltar el timón no faltará quien le releve. Porque para entonces el cargo de presidente del empresariado gallego habrá recuperado el prestigio y la respetabilidad que nunca debió perder. @mundiario

  

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