Biden asume la estrategia de Krugman: una clave del final de la guerra está en los oligarcas rusos

Joe Biden en el Congreso de EE UU. / @POTUS
Joe Biden en el Congreso de EE UU. / @POTUS
A Vladimir Putin le inspiran filósofos y pensadores que abrazan ideales religiosos, culturales y económicos ligados a la reconstrucción de Rusia como imperio político y, en consecuencia, económico.
Biden asume la estrategia de Krugman: una clave del final de la guerra está en los oligarcas rusos

Hablar de dinero en medio de una guerra con muertos, heridos y desolación no deja de resultar grosero, pero la realidad revela que detrás de la guerra y de la ideología que la inspira está también el dinero o la frustración por haber perdido la oportunidad de amasarlo. Basta leer o escuchar al pensador ruso Alexander Dugin para comprenderlo.

Al invadir Ucrania, Rusia intenta progresar en un mundo que considera multipolar, donde busca asentar la llamada Unión Económica Euroasiática frente al “liberalismo global" y la "hegemonía occidental” que asocian a EE UU, otro gran polo junto con el de China.

Formalmente, no se trataría de restaurar la URSS, sino de constituir Rusia como centro político, cultural y militar de los países desgajados, como ya había advertido antes de esta guerra el historiador y ensayista Antonio Elorza. Y Ucrania es una pieza esencial en ese imaginario ruso imperial, que siempre apela a la Rusia de Kiev.

Paul Krugman, premio Nobel de Economía, sostuvo la semana pasada en The New York Times que las democracias avanzadas del mundo cuentan con una poderosa arma frente a Putin: pueden perseguir las inmensas fortunas en el extranjero de los oligarcas que rodean a Putin y le ayudan a seguir en el poder. “Pero adoptar medidas eficaces contra el punto más débil de Putin exigiría enfrentarse a la propia corrupción de Occidente y derrotarla.” ¿Puede el mundo democrático estar a la altura de este desafío?, se preguntó.

“Vamos a por vosotros, cogeremos vuestros yates, vuestros jets privados, vuestros apartamentos de lujo”, ha señalado Biden ante el Congreso

El presidente de EE UU, Joe Biden, parece asumir al menos una parte de la estrategia de Krugman: la clave del final de la guerra está en los oligarcas rusos. “Vamos a por vosotros, cogeremos vuestros yates, vuestros jets privados, vuestros apartamentos de lujo”, ha señalado Biden ante el Congreso de EE UU de manera rotunda y elocuente. Lógicamente, Biden no redujo a Putin todo su discurso del estado de la Unión, pero sí le ocupó gran parte del mismo, en el que prometió que el líder ruso pagará por invadir Ucrania –“no tiene ni idea de lo que viene”– y anunció el cierre del espacio aéreo a las aerolíneas rusas, así como sanciones económicas que en buena medida comparte con la UE.

Semanas antes de dar el paso militar en Ucrania, Vladimir Putin se vio con Xi Jinping, presidente de China, en una puesta en escena de sintonía personal pero también económica e incluso política; más bien, en realidad, geopolítica, dado que el interés de Putin por controlar Ucrania es similar al de China por apoderarse de Taiwan. En este caso, el Partido Comunista de China busca una eventual reunificación con la isla que reclama como parte su territorio, a pesar de no haberla gobernado nunca.

Rusia y China coinciden, además, en su lucha contra las “élites globalistas” liberales, a las que contraponen el "proyecto euroasiático” ruso y el “gran espacio chino", que proyecta la Nueva Ruta de la Seda. Como suele decir el pensador Alexander Dugin, este modelo geopolítico podría ser compatible algún día con otros polos emergentes como el islámico, el africano, el indio e incluso el latinoamericano.

Guterres y Macron simbolizaron la desorientación occidental

Occidente no está muy habituado a este tipo de lógica, de ahí que cueste tanto entender lo que está sucediendo. Es más, su desorientación es tal que se producen engaños como los confesados, en público, por líderes políticos como António Guterres, secretario general de la ONU, o Emmanuel Macron, presidente de Francia, a quienes Putin consiguió confundir y engañar.

En la lógica rusa, Europa aparece difuminada bajo el manto de EE UU –“la hegemonía espiritual de Occidente”–, que asocia a la democracia burguesa, el liberalismo, el parlamentarismo, los derechos humanos y el individualismo, valores muy distintos a los que abanderan tanto Rusia como China, cuyo concepto de la democracia es radicalmente distinto.

Tampoco es menor la importancia de la identidad y sus tradiciones religiosas –necesarias para justificar su superioridad moral sobre Occidente–, de modo que Rusia se presenta como portadora de una civilización, capaz de ejercer su soberanía y de proyectarse sobre Eurasia, partiendo de la Rusia de Kiev.

​Las sanciones de EE UU y la UE, si son duraderas, terminarán por hacerle daño a Rusia, pero no a corto plazo: tiene resiliencia suficiente

Rusia sí ve Europa como un espacio económico, entre otras razones porque es –era, más bien– el destino del 38% de sus exportaciones. La clave está en el comercio energético ligado al suministro de gas y petróleo.

Las sanciones, si son duraderas, terminarán por hacerle daño, pero no a corto plazo, dada la resiliencia que le aportan sus reservas de dólares y una ciudadanía que soporta las indicaciones que recibe. Otra cosa sería que Occidente le tocase –de verdad– la cara a los oligarcas rusos, amigos de Putin. @J_L_Gomez

Vladimir Putin. / RR SS
Vladimir Putin. / RR SS

PROTAGONISTAS

Vlamidir Putin

Presidente de Rusia

Todo apunta a que aboca al mundo a una nueva guerra fría cuyo primer impacto se acusa en las víctimas del conflicto militar en suelo de Ucrania y en las consecuencias económicas, sobre todo en Europa, dependiente del petróleo y el gas de Rusia. Vladímir Putin lleva luchando desde el año 2000 por devolverle a Rusia al menos una parte de lo que perdió la URSS, y si es todo, mejor. Así lo prueban la reconquista de Chechenia, la recuperación territorial de Georgia, el regreso a la península de Crimea y, ahora, la toma de Ucrania, otro paso más de la llamada Rusia de Kiev, en la que fundamente sus ideales y su lucha contra los globalistas, a los que pretende reducir para hacerse él más grande y más fuerte. La lógica económica casi nunca falla.

Joe Biden

Presidente de EE UU

“Putin es el agresor, ha elegido esta guerra y deberá asumir las consecuencias”. Su mensaje parece político, pero es económico, ya que su idea es que la economía global se juegue “en dólares, en euros, en libras y en yenes”, pero no “en rublos”. “La guerra de Putin fue premeditada y sin provocación. Rechazó los esfuerzos diplomáticos. Creyó que Occidente y la OTAN no responderían. Creyó que nos podría dividir aquí, en casa. Putin se equivocó. Estábamos preparados”, ha resaltado ante el Congreso estadounidense.

Xi Jinping

Presidente de China

China se perfila como el salvavidas económico de Moscú frente a las sanciones de EE UU y la UE. E incluso político, ya que Pekín entiende “las preocupaciones legítimas de Rusia sobre su seguridad” y no condena la guerra de Ucrania. De momento, ofreció su mediación y puso algunos reparos a las brutales acciones militares de Putin.

Ursula von der Leyen

Presidenta de la Comisión Europea

Crisis como esta de Ucrania afloran que Europa es un gigante económico y comercial en el mundo, con pies de barro en materia militar y política, una realidad que está en proceso de cambio. De hecho, hay seis frentes que no van como el Kremlin desearía: 1. La resistencia militar ucrania, con ayuda de la UE. 2. Las sanciones de la UE y EE UU. 3. El rearme occidental, del que Alemania es un buen ejemplo. 4. La ambigüedad de China. 5. La batalla mediática. Y 6. Los síntomas de malestar interior. @mundiario

 

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