Recuperando el verbo placer

Mujeres en el bosque. / Autora.
Mujeres en el bosque. / Autora.
Lo que está pasando con el riquísimo idioma español es que lo vamos reduciendo a palabras que se repiten como si no hubiera otras. Por comodidad o por modas.
Recuperando el verbo placer

En el siglo del hedonismo se ha dejado de usar el verbo placer.

Me placería mucho volver a usarlo porque incita a una acción muy superior a gustar, o a satisfacer como usan los franceses (satisfaire), en lugar del equivalente galo placer, también en desuso.

Poder decir que estamos placiendo la lectura de Decameron ya nos pone en ambiente para ir entrando en el  vocabulario de Giovanni Boccaccio.

¿Qué diría mi amiga si le dijera que en su casa “hemos placido una velada inolvidable”?

Decir: “Yo placería el verano si pudiera trasladarme al mar”, da una ráfaga de aire fresco en medio de las altas temperaturas del calentamiento global. Un buen consejo sería: “Place —o placé, en Argentina— la temporada estival, porque cuando llegue el invierno te arrepentirás”.

“Todo termina, pero ¿quién nos quita lo placido?”. Podría ser una frase cliché de las que gustan los fanáticos de Facebook. Pero unos cuantos de esos a los que el tilde y las mayúsculas no les dicen nada estarían sospechando que el pobre Plácido (Domingo) se haya ido de este mundo.

“Placeremos juntos para siempre”: invita a un amor eterno, apasionado. Aunque cuando lo leo, no sé por qué, me suena a yacer, a una tumba de dos para la eternidad.

“Si él pluguiera (o pluguiese), vendría a verme”. Esto ya nos lleva a más complicaciones.

Lo relacioné primero con plugar, derivado de la palabra inglesa plug, que usamos en lugar de enchufe. Me llevé la sorpresa de que ese verbo existía (yo plugo, tú plugas, él pluga…),  pero interpretar que “si él enchufara, vendría a verme” no me cayó muy bien. Me placía más reemplazarlo por “si quisiera”. O “si se le cantara”, aunque esta última opción me resultó un poco fuerte para el contexto.

Decidí googlear “pluguiese”. Se ve que algo hice mal porque me encontré con Osvaldo Pugliese, un famoso pianista y compositor de tango argentino. Corregí y por fin di con el subjuntivo del verbo placer.

Entonces, di vuelta la frase:

Si viniera a verme, él placería de nuestro encuentro. Placeríamos juntos, tal vez.

En italiano el verbo piacere sí se usa: “Ti piace parlare con me?”. Es un registro muy coloquial. Pero si me dijeran: “¿Te place conversar conmigo?”, creería que es alguien que bajó de la máquina del tiempo.

En inglés no es tan raro usar “Pleased to meet you”, en lugar de “Nice to meet you”, cuando nos queremos manifestar encantados de conocer a alguien. “It pleases me when you smiles” nunca lo traduciríamos hoy por: “Me place cuando sonríes”. Caemos en la vulgaridad de me gusta, o me agrada, si queremos esmerarnos más.

Lo que está pasando con el riquísimo idioma español es que lo vamos reduciendo a palabras que se repiten como si no hubiera otras. Por comodidad o por modas.

En Buenos Aires de los años setenta estaba mal visto decir rojo y se reemplazaba por colorado, que no es igual. También era 'out' decir hermoso, o precioso, y solo se usaba el adjetivo lindo. Dejar de referirse a los superlativos es limitar el idioma y empobrecerlo día a día.

Abogo entonces por resucitar el verbo placer, en todos sus modos y tiempos. Plazcamos el idioma de Cervantes que tanta riqueza ha dado a nuestra literatura. @mundiario

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