Muchos estadounidenses siguen renuentes a vacunarse contra la covid-19

Vacunas de covid-19. / Pixabay
vacunas de Covid-19 / pixabay

La cifra de muertes por el coronavirus en Estados Unidos es la más alta del mundo y el 40 por ciento de la población no está completamente vacunado.

Muchos estadounidenses siguen renuentes a vacunarse contra la covid-19

La cantidad de fallecimientos en todo el mundo por el coronavirus acaba de rebasar los cinco millones.

La trágica y elevada cifra se debe, desde luego, a la letalidad del virus y su alta capacidad de propagación y contagio. Y también a la insuficiente y desigual distribución de las vacunas. Mientras los países ricos compraron una cantidad enorme de vacunas contra la COVID-19 en cuanto estuvieron disponibles –en muchos casos una cantidad superior a la que necesitaba su población–, los países pobres afrontan una grave escasez de vacunas. En África, por ejemplo, solo el 5 por ciento de las personas han recibido las dosis completas.

Una vergüenza mundial

Antonio Guterres, el secretario general de las Naciones Unidas, dijo que la inequidad en el acceso a las vacunas es “una vergüenza mundial”. Y recalcó que el mejor tributo a los fallecidos y a los trabajadores de la salud que luchan a diario contra la pandemia es “hacer realidad la equidad en las vacunas acelerando los esfuerzos y asegurando la máxima vigilancia para derrotar al virus”.


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¿Se logrará esta equidad mundial en la vacunación que pide el secretario general de la ONU? Es parajódico que mientras en algunas naciones apenas hay vacunas, en el país con mayor número de fallecidos, Estados Unidos, donde hay dosis de sobra, muchas personas se niegan a inmunizarse. Al momento de escribir este artículo el número de muertes en Estados Unidos por COVID-19 se acerca a las 771.000, con un índice de 2.311 decesos por millón de habitantes, uno de los más altos del mundo.

Según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), a fines de octubre el porcentaje de estadounidenses que había recibido al menos una dosis contra la COVID-19 era el 66,9 por ciento, y los que habían recibido las dosis completas sumaban el 58,1 por ciento. Unas cifras muy bajas, teniendo en cuenta la gran disponibilidad de la vacuna en Estados Unidos y la facilidad de ponérsela actualmente.

El que esto escribe tuvo que pasar cuatro horas en su automóvil, haciendo fila y avanzando a paso de tortuga en el estacionamiento de un estadio de béisbol en Miami, para vacunarse a principios de año. Pero ahora, basta con entrar en una farmacia de una cadena como Walgreens o CVS para recibir la vacuna al momento, sin tener siquiera que hacer fila o sacar una cita, así de fácil.

Las sinrazones de los renuentes

Y sin embargo, el 40 por ciento de los estadounidenses no se ha vacunado. Los renuentes alegan diversas razones, todas falsas, como, por ejemplo, que la vacuna inyecta a las personas un microchip con las que el gobierno puede controlarlas, o que la inmunización puede causar esterilidad. Alegan que tienen el derecho de no vacunarse, amparándose en el credo de la libertad individual, pero no piensan en el derecho de los demás a no contagiarse con el virus.

El ex presidente Donald Trump hizo mucho daño en ese sentido, cuando al principio de la pandemia trató de restarle importancia. Luego propuso remedios disparatados contra el coronavirus como la hidroxicloroquina, que se usa contra la malaria, y hasta sugirió que la gente ingiriera detergentes. Finalmente, el mismo contrajo la COVID-19, se sometió a tratamientos eficaces y se vacunó. Pero su negacionismo inicial ya había influido en la actitud de muchos de sus seguidores ante la plaga.

La COVID-19 “es realmente una pandemia entre los no vacunados”, dijo en agosto el doctor Anthony Fauci, asesor de la Casa Blanca en enfermedades infecciosas. Inmunizarse es la única manera de detener el coronavirus, como está ocurriendo, por ejemplo, en España, donde más del 78 por ciento de la población ha recibido la pauta completa de vacunación, más del 80 por ciento tiene al menos una dosis, y la inmunidad colectiva podría estar cerca. No vacunarse, en cambio, es una irresponsabilidad y una falta de solidaridad con el prójimo.

La inequidad en la distribución internacional de vacunas es, como dijo el secretario general de la ONU, “una vergüenza mundial”, y el relativamente bajo índice de inmunización en Estados Unidos es una vergüenza nacional.


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