Un fósil confirma que los unicornios existieron… pero no como te los imaginas

Unicornio. Pxhere.
Unicornio. / Pxhere.
Un estudio, basado en el análisis de los restos de un Elasmotherium sibiricum hallado en Kazajistán, expone que las características del animal lo acercan más a un elefante o rinoceronte que a un caballo.
Un fósil confirma que los unicornios existieron… pero no como te los imaginas

El descubrimiento de un fósil ha confirmado que los unicornios existieron… pero no como te los imaginas. Y es que un estudio basado en el análisis de los restos de un Elasmotherium sibiricum (nombre científico de la especie), hallado en Kazajistán, expone que, por sus características, el animal se asemeja más a un elefante o rinoceronte que al caballo blanco majestuoso al que estamos acostumbrados. 

Pero el informe firmado por investigadores de la Universidad Estatal de Tomsk en Siberia, Rusia, expone otro dato interesante: aunque se creía que esta especie había desaparecido hace 350.000 años, la nueva evidencia demuestra que en realidad vivió hasta hace unos 29.000 años.

Fósil de unicornio siberiano. Twitter.

Fósil de unicornio siberiano. / Twitter.

Entonces... ¿cómo eran los unicornios en realidad? 

Los expertos subrayan que, aunque es posible que el unicornio siberiano haya inspirado la leyenda del unicornio moderno; lo cierto es que la apariencia entre ambas criaturas estaría bastante alejada.

El estudio detalla que aquellos unicornios siberianos medían unos 1,8 metros de altura, al menos 4,5 metros de largo y con un increíble peso de unas 4 toneladas, es decir, mucho más que un oso o caballo.

Otro detalle interesante es que el animal tenía pelaje largo de color pardo, se alimentaba de pasto y, por supuesto, lo que más resaltaba de su apariencia era el enorme cuerno que nacía de su frente.

Unicornio siberiano. / Bbc.

Unicornio siberiano. / Twitter.

 

“Es muy probable que el sur de esta zona de Siberia fuese un refugio, donde este animal se conservó por más tiempo que el resto de la especie”, ha explicado Andrey Shpanski, uno de los investigadores a cargo del proyecto. @mundiario