Descubren una nueva especie de ave gracias a su misterioso chillido

Otus bikegila, nueva especie de búho descubierto en Santo Tomé y Príncipe. / Martim Melo-SINC
Otus bikegila, nueva especie de búho descubierto en Santo Tomé y Príncipe. / Martim Melo-SINC

Los investigadores estiman que este búho africano que habita en los bosques más antiguos de la isla de Príncipe, está probablemente en peligro crítico de extinción.

 

Descubren una nueva especie de ave gracias a su misterioso chillido

Ruidos extraños ocurren al caer la noche en los bosques de Príncipe, una pequeña isla que compone al archipiélago africano de Santo Tomé y Príncipe. Los chillidos se escuchan desde principios del siglo pasado, pero los lugareños nunca habían dado con su origen. No muchas personas los han logrado escuchar, pero en ocasiones se describe como el chirrido de un insecto o la llamada de un mono.

El inicio del que se convirtió en un verdadero enigma en la región sur de la pequeña isla ocurrió en 1928. Ahora un equipo de investigadores ha dado con la fuente de los inquietantes graznidos, que tienen un ritmo acelerado muy particular al repetir un sonido como “tuu”. Resulta que todo este tiempo el culpable ha sido una especie de ave que nunca antes registrada.

Un estudio publicado en la revista ZooKeys detalla el descubrimiento de un nuevo tipo de búho, de unos característicos ojos amarillos, que habitaría únicamente los bosques bajos del sur de la isla. Se le conoce formalmente como autillo europeo de Príncipe, o bajo el nombre de Otus bikegila, que ahora hace parte de la lista de 59 rapaces repartidas a lo largo del mundo.

Sin embargo, los investigadores todavía tratan de dar con su dieta, su comportamiento, sus métodos de caza o cómo y por qué hace ruidos tan extraños. Lo que sí se sabe es que es una especie autóctona de la isla, y que se diferencia de las demás gracias a la evidencia colectada como su morfología, colores, patrones del plumaje, vocalizaciones y los análisis genéticos que pudieron ser realizados tras su estudio.

En riesgo “crítico” de extinción

A través de un exhaustivo estudio se consiguió determinar la distribución y el tamaño de la población de esta especie. Pese a que se calcula que alrededor de 1.000 y 1.500 individuos se encuentran en la isla, los resultados de la investigación indican que estos animales se aglomeran alrededor del bosque antiguo al sur de Príncipe, donde hay terrenos más bajos en un área tan pequeña que con unos 15 kilómetros cuadrados de extensión es apenas tres veces más grande que el Central Park en la ciudad de Nueva York.

La zona es pequeña y no está exenta del riesgo de la deforestación; pronto se construirá una presa hidroeléctrica. Por ello los investigadores han propuesto que se la catalogue como “en peligro crítico de extinción”, el nivel de peligro más alto en el que puede encontrarse una especie animal en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés).

Bikegila, el guardián del bosque

Los datos fueron recopilados y procesados por un grupo de expertos coordinados por el Centro Iberoamericano de Biodiversidad (CIBIO), en una labor dirigida por Martim Melo del Museo de Historia Natural y Ciencias de la Universidad de Oporto y la investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España, Bárbara Freitas. Aunque la ciencia encabezó la investigación, lo cierto es que los autores reconocen que nunca habrían dado con la respuesta de no haber sido por la experiencia de un curioso lugareño.

Resulta que el nombre ‘Otus’ es el nombre genérico que se le da a todos los pequeños búhos que comparten una historia euroasiática y africana común. Pero el segundo nombre ‘bikegila’ es el apodo por el que se le conoce a Ceciliano do Bom Jesus, un cazador reformado que empleó sus conocimientos acerca del Parque Natural Príncipe Obô para describir la biodiversidad de su isla.

Búho africano Otus bikegila. / Martim Melo-SINC
Búho africano Otus bikegila. / Martim Melo-SINC

Mucho antes de que el parque existiera como tal, por allá del 2006, Bikegila era uno de los tantos hombres que se ganaban la vida trepando a las copas de los árboles para robar polluelos de loros grises africanos para venderlos en los mercados de mascotas. Precisamente en esa faena se convirtió en una de las pocas personas en escuchar los chillidos y asociarlo con un raro búho que observó de casualidad en los años 90.

Después de la creación del parque y de la prohibición del comercio de aves silvestres en la zona, Bikegila decidió usar sus conocimientos para convertirse en el guardián del bosque. Desde entonces ha ayudado a los científicos a emprender los viajes a la naturaleza, incluso en la excursión que derivó en el primer registro fotográfico del búho, en 2016, y la primera captura de un ejemplar en 2017. @mundiario

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