Descubierto un segundo caso de una persona resistente al alzhéimer

Escaneo cerebral. / RR SS.
Escaneo cerebral. RR SS.

Una rara mutación genética protegió durante dos décadas a un hombre colombiano condenado genéticamente a desarrollar una demencia temprana en Antioquia.

Descubierto un segundo caso de una persona resistente al alzhéimer

Un hombre llevó una rara enfermedad al departamento de Antioquia, alrededor del siglo XVIII. Desde entonces, ha tenido más de 6.000 descendientes, de los cuales 1.200 han heredado su extraña mutación genética que les afecta con deterioro neurológico a partir de los 44 años y el desarrollo del alzhéimer precoz a partir de los 49 años. La demencia temprana en el departamento colombiano es tan común que muchos científicos han estudiado la composición genética de sus habitantes y han detectado la mutación E280A, también conocida como “paisa”.

Un estudio internacional publicado en la revista Nature Medicine ha descubierto a un segundo paciente con una rara mutación genética que le permite sortear ese destino de sufrir demencia temprana gracias a otra mutación totalmente única. El hombre en cuestión, identificado como J, se trata de un portador de la mutación original de sus ancestros que no experimentó ningún deterioro cognitivo hasta los 67 años, y el alzhéimer no lo desarrolló hasta los 72 años, más de dos décadas después de lo usual en personas similares de su entorno. Con este hallazgo, los científicos esperan encontrar un camino para hallar un tratamiento efectivo contra la enfermedad que afecta a unos 55 millones de personas alrededor del globo.

El neuropatólogo colombiano, Diego Sepúlveda Falla, recibió el ejemplar del cerebro de J en 2019, en su laboratorio del Centro Médico Universitario Hamburgo-Eppendorf, en Alemania. El paciente murió a los 74 años por una neumonía por aspiración, una infección común en personas que tienen problemas para tragar a consecuencia de la enfermedad. Pero gracias a los análisis realizados a su cerebro, el equipo de Sepúlveda ha conseguido sorprenderse con los resultados, que demostraron una composición química cerebral nunca antes vista.

Y es que en los cerebros afectados por el alzhéimer es habitual encontrar placas de beta amiloide, una proteína que se acumula entre las neuronas, y los ovillos tau, que es otra proteína que se amontona dentro de las células cerebrales. Pero el cerebro de J era diferente. El equipo de científicos encontró beta almiloide, pero apenas detectaron ovillos de tau alrededor de la corteza entorrinal, una de las primeras áreas directamente afectadas por la enfermedad. Los investigadores creen que eso se debería a que otra mutación genética habría desacelerado los efectos.

Mutación genética protectora contra el alzhéimer

La mutación protectora ha sido bautizada como COLBOS, un acrónimo que aglutina a Colombia y a Boston (Massachusetts), lugares de origen de la mayoría de los investigadores involucrados en el estudio. En este caso, los autores han detectado la mutación en el gen que expresa la reelina, apolipoproteína E (proteína vinculada al riesgo de alzhéimer) para adherirse a los mismos receptores de las células cerebrales. Ambos rivalizan para obtener su plaza en los receptores, y quien llega primero define el avance de la enfermedad. Si se encaja la reelina, disminuyen los ovillos tau relacionados con el alzhéimer, pero si lo hace la apolopoproteína E, pasa el efecto contrario, por lo que se aceleran los síntomas.

Esta rara mutación es la segunda que se conoce, después de que los científicos conocieran a Aliria Rosa Piedrahita de Villegas, que murió en 2020 a los 77 años en Medellín, tras padecer una demencia que tardó 30 años en llegar a pesar de poseer la misma mutación ancestral de alzhéimer precoz. Pero esta mujer también presentaba una mutación protectora, bautizada como ChristChurch, por la ciudad en Nueva Zelanda en la que fue descubierta. Según Sepúlveda, ambas mutaciones tienen efectos celulares comunes, pero afectan cómo se expresan las proteínas.

“El cerebro nada en apolipoproteína E, expresamos relativamente mucho y en muchas partes, mientras que la reelina en adultos se expresa poco y en células muy específicas. Nuestro hallazgo nos dice que ese efecto localizado es suficiente para postergar el inicio de la enfermedad varias décadas”, explica el neuropatólogo.

El descubrimiento de que la producción natural de reelina, que puede ayudar a que las proteínas asociadas con el alzhéimer tarden más tiempo en afectar al cerebro, puede ser una diana terapéutica para tratar la enfermedad. Pero los especialistas deben medir sus pasos a partir de ahora, pues deben determinar cómo replicar los efectos vistos en estos casos y extrapolarlos a otras poblaciones, teniendo en cuenta las consecuencias de la producción excesiva de reelina (que es escasa en adultos). @mundiario

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