El dominó: el nuevo aliado contra la enfermedad de Alzheimer

Dominó. / RR SS.
Dominó. / RR SS.
Partiendo de la base de que “pensar” precisa de la actividad cognitiva y con ello, de diversas sinapsis (comunicación entre neuronas), cualquier “juego” es candidato a ser beneficioso para el cerebro.
El dominó: el nuevo aliado contra la enfermedad de Alzheimer

Sabemos que la actividad neurotransmisora es un conjunto de acciones unitarias que trabajan de forma colectiva y además en cadena, formando una serie de amagos que acaban en una liberación y/o recaptación de diversos neuromoduladores y péptidos.

Actualmente, y gracias a los avances en genética y en biología molecular, podemos decir que la configuración de cada persona es única, a pesar de que algunos se esfuercen en contemplarnos como iguales. En definitiva, que dicha configuración permite una producción y combinación diferente de las mismas materias activas (proteínas en gran medida). Por ello, la actividad sináptica combinada es como una huella dactilar en constante “movimiento”. Una marca personal dinámica pero dentro de unos parámetros establecidos de origen.

Parece ser que el ciclo de la vida nos invita a pensar que vamos generando una estructura de conexiones sinápticas desde la más tierna infancia para luego ir desconectándolas, ya sea por envejecimiento o porque el plegamiento de diversas proteínas se torna defectuoso.

En estos casos nuestro sistema inmune activa diferentes soluciones. Entre ellas, algo así como poner cinta aislante en el cableado para asegurar la conectividad.

Pero parece ser que una vez asegurada, no dejamos de poner cinta aislante, ocupando el espacio (gradiente) que debe quedar libre entre las neuronas, bloqueando así el paso de corriente hacia otros cables de nuestra red. Así, se dan diferentes patologías neurodegenerativas que poseen un denominador común: Demasiada “cinta aislante”.

¿EXISTE ALGÚN REMEDIO?

La respuesta es: No. Un “No” clamoroso.

Lo cierto es que ese deterioro es progresivo y obedece a una señalización de origen, pero como bien sabe, dicha progresión se puede ralentizar de múltiples maneras.

Una de ellas es “jugar”. De niños aprendimos jugando y como aprender es efectuar conexiones sinápticas de diferente tenacidad, jugar es una buena medida para, en este caso, no perder conectividad.

Me refiero a jugar con realidades, activando todos los sentidos y diversas emociones exentas de virtualidad. En definitiva, se trata de jugar para poner en marcha una actividad sináptica de amplio espectro.

Si nos centramos en la enfermedad del Alzheimer, podemos comentar que a pesar de que no es absolutamente diagnosticable, salvo en fase post-mortem, se ha dado por válida la hipótesis de la acumulación de la proteína Beta Amiloide y de un desarrollo fibrilar inusual por la acción desenfrenada de la proteína TAU.

Realmente no se sabe a ciencia cierta si estas acumulaciones son causa o efecto de dicha patología. Por ello, actualmente hay diversas teorías, en clave de hipótesis, que relacionan la actividad neurotransmisora con la aparición de los síntomas relacionados con la demencia y la precariedad evolutiva de la actividad funcional y cognitiva.

A esta actividad neurotransmisora se le supone una reducción en la combinación de Acetilcolina y Dopamina generando una cascada de descompensación inhibidora que dificulta el flujo de otros neurotransmisores implicados, tales como la Norepinefrina y el GABA.

Pero claro, ¿por qué la acumulación de amiloide dificulta la liberación de acetilcolina y dopamina y no tanto la de otros neurotransmisores? Dicho de otra manera, ¿qué relación existe entre dicha proteína y las neuronas que sintetizan el ácido acético y la colina?

De momento nos quedamos sin respuesta, aunque poseemos algunas pistas al respecto.

EL DOMINÓ: UN EJERCICIO REHABILITADOR

El caso es que jugando solo podemos aplicar medidas preventivas que activen las redes neuronales en base a unas rutinas cognitivas y funcionales rehabilitadoras. De esta manera intentamos activar todas las sinapsis, incluidas aquellas que se encuentran afectadas en dicha patología.

Aquí es donde el “dominó” puede y debe tener un papel protagonista, ya que en él se combinan las actividades motoras y cognitivas (activas y reactivas) con un matiz lúdico donde el factor recompensa siempre está presente.

Por ello es importante resaltar que en el año 2019, el actual vicepresidente de la Federación Española de Dominó, D. José Vicente Mauri-Vera Lavarías, puso en marcha una serie de actividades enfocadas a potenciar el desarrollo cognitivo y por lo tanto sináptico, en niños y en mayores.

En el caso de los niños, el objetivo era generar la asociación de vínculos sinápticos que permitiesen una actividad multifocal y por lo tanto, facilitar la creación de sinapsis de nueva combinación neurotransmisora. En el caso de los mayores, el objetivo era exactamente el mismo.

El éxito de dicha iniciativa estuvo en que un juego aparentemente sencillo, en el que se toman decisiones acotadas a 28 fichas que deben encadenarse según una opción dual, es bien asimilado. Aun así existen variantes del juego más complejas que utilizan 55, 91, 136, o incluso 190 piezas.

Resulta curioso cómo el desarrollo de la cadena de fichas puestas sobre la mesa por los jugadores, las cuales se enlazan por su paridad numérica, se asemeja mucho a la generación de sinapsis. Así, entre los beneficios del uso de este juego se encuentran:

-Generación de grupo de juego.

-Selección de fichas de arranque.

-Funcionalidad motora en la colocación en cadena de las mismas, en base a las 2 únicas opciones de cada ficha (decisión disyuntiva).

-Cálculo de opciones de juego. Estrategia.

-Propuesta de reacción ante la incertidumbre.

-Resultado (recompensa probable) en clave de conteo de puntos.

Al margen de que con estas acciones se vean implicadas sinapsis basadas en Acetilcolina y Dopamina, el dominó es generador de actividad social (no es un juego solitario) y además, de fácil acceso a múltiples niveles de diversión.

Resulta evidente que hay personas que desarrollan destrezas más allá de simplemente saber jugar. Profesionales como D. José Vicente son capaces de conocer qué fichas poseen el resto de jugadores, en cada momento, por deducción.

Si tenemos en cuenta únicamente las acciones básicas ya comentadas, entenderemos que el Dominó estimula una gran diversidad de actividad neurotransmisora necesaria y por lo tanto, recomendada.

Ahora... ¡A jugar! @mundiario

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