Todo lo que eres para llegar a ser poesía

Una silla.
Una silla.

Eres como un zapato del caballero armado, la capa de un trovador y la corona puntiaguda de un rey. Como la pata a una mesa y el respaldo a una silla. Como todo. 

Todo lo que eres para llegar a ser poesía

Eres como un zapato del caballero armado, la capa de un trovador y la corona puntiaguda de un rey. Como la pata a una mesa y el respaldo a una silla. Como todo... 

El otro día te miraba a través de las ventanas de la cafetería de siempre. La cafetería que nos ha visto amanecer entre tostadas de mantequilla y el té verde que siempre pedíamos a media tarde. Te vi pasar por la calle pensando que entrarías para sentarte en tu mesa favorita, pero ésta vez pasaste de largo con tu cartera y el paso apresurado. Eres un profesional del arte de llegar tarde, imagino que los minutos corrían antes que tus prisas y yo sólo puedo pensar quién eres cuando te tengo cerca. 

Porque suenas a canción de Sabina y a poema de Becker. Sabes a lírico y do mayor con flauta travesera. Se te ve como luz de Sol y oscuridad de Luna. 

Eres como un pañuelo de terciopelo que sólo se tuerce contra el viento. Como una métrica de amor con acabado anónimo, como una pluma que se mueve sólo con la tinta azul. Eres como el vaivén de las palabras del maestro Shakespeare, como la tela roja de cualquier teatro. Un micrófono a punto de estallar a melodías frenéticas e inolvidables. 

Eres como un zapato del caballero armado, la capa de un trovador y la corona puntiaguda de un rey. Como la pata a una mesa y el respaldo a una silla. Como todo. 

Eres como todo lo que exista.

El tiempo ha estado transcurriendo tan rápido que a veces cuesta mordisquear la vida. Según cómo, a veces da tiempo a saborearla. Sólo un silencio y una mirada han bastado para finiquitar cualquier distancia entre tú y yo. Lo peor de nuestra historia ya pasó. A veces pienso que no sabíamos querernos. O tal vez, debería aceptar que nunca supe dejar de quererte. 

Aun así no dejo de encontrarte, allá donde vas eres arte puro. Ya no hay rimas ni sonetos ni autores, porque mientras existas, poesía eres tú.  

Sigo con mi té. 

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