Latín, poesía y, ahora, filosofía: Las tres "marías” del sistema educativo español

Una generación sin metáforas estará aterida de frío. O, dicho sin metáforas: atestada de burros, de incompetentes. A mis hijos intento decirles que la tecnología es el chasis del conocimiento.
Latín, poesía y, ahora, filosofía: Las tres "marías” del sistema educativo español

La generación que salga de todo esto estará integrada por individuos incapaces de comprender el significado de una metáfora.

Gracias al latín, los habitantes de Cabra —un pueblo andaluz de la provincia de Córdoba– se llaman egabrenses y no como todos están ahora pensando. Porque Cabra es la antigua Égabro romana (que los musulmanes bautizarían como Qabra). Viene esto a cuento de la decadencia de las llamadas Humanidades en esta nuestra sociedad, adoradora del dios tecnológico. El latín, la poesía y, ahora, la filosofía, son ya las tres "marías” de nuestro sistema educativo.

La generación que salga de todo esto estará integrada por individuos incapaces de comprender el significado de una metáfora. Será para ellos un código indescifrable. Y esto no es venial. Porque los problemas de la vida, las grandes cuestiones que cada uno de nosotros tiene que resolver de forma individual, suelen aparecer siempre entre brumas, non se solucionan aplicando una precisa fórmula matemática. Las decisiones transcendentales de nuestra existencia requieren de eso que se llama “inteligencia emocional” y del conocimiento transversal: o sea, de la capacidad de interpretar, valorar, dudar, profundizar, sentir, seleccionar...

Cuando uno de nuestros mejores poetas escribe, por ejemplo, estos dos versos: “Din os soños e os paxaros / a morte non é certo” (“Dicen los sueños y los pájaros / la muerte no es real”), está haciendo arte… y también filosofía, es decir, buscar un sentido a las cosas. Es la filosofía, que ahora la polémica Ley Wert acaba de sentenciar convirtiéndola en optativa en el sistema educativo. “El pensamiento filosófico es el motor de nuestra existencia”, exclamaba el pasado viernes en un repleto Teatro Principal de Santiago de Compostela, uno de los personajes de Criaturas, esa gran pieza teatral de Roberto Vidal Bolaño, otro artista, otro buscador de respuestas.

Una generación sin metáforas estará aterida de frío. O, dicho sin metáforas: atestada de burros, de incompetentes. A mis hijos intento decirles que la tecnología es el chasis del conocimiento. Nada más. Es el continente, nunca el contenido (la vieja confusión del fin y los medios). Ahora que andan los pre y los post adolescentes llenos de “maquinillos”, hipertrofiando sus dedos pulgares delante de las pantallas táctiles, parece haberse olvidado esto.

No es una lucha de ciencia versus cultura ni nada por el estilo. Las dos van (deben ir) juntas. La batalla se da entre las grandes multinacionales fabricantes de aparatos tecnológicos que quieren juventud uniforme y necia, y, frente a ellas, la capacidad innata del ser humano de crear, de emocionarse, de sentir, y de comprender la diversidad. Todo esto está siendo atacado desde muchos ángulos. Y uno no sabe cómo hacerles frente.

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