Se ha ido Germán Coppini y ya han llegado los malos tiempos para la lírica

Entrada original de la presentación del grupo Golpes Bajos
Entrada original de la presentación del grupo Golpes Bajos.

Germán Coppini está indefectiblemente unido a las dos canciones más emblemáticas y emocionales de la movida. Golpes Bajos, banda de culto que surgió en la Sala Clangor de Santiago.

Se ha ido Germán Coppini y ya han llegado los malos tiempos para la lírica

Esta semana los ochenteros estamos conmocionados por la muerte de Germán Coppini, sobre todo porque está indefectiblemente unido a las dos canciones más emblemáticas y  emocionales de la movida. “No mires a los ojos de la gente” y “Malos tiempos para la lírica”.

Golpes Bajos, banda viguesa culta y de culto, consecuencia de la unión mágica y única del talento como multiinstrumentista de Teo Cardalda y la enigmática voz y poesía de Germán Coppini, se presentó por primera vez como banda en la Sala Clangor de Santiago.

En pocas décadas como en los 80 ha habido un compromiso emocional tan intenso entre la música y la juventud y las canciones de la época han traspasado lo meramente sentimental o testimonial para convertirse en resortes de la consciencia de haber vivido un tiempo único.

 La “movida”, nombre por el cual muchos de los que lo vivimos jamás nos sentimos reconocidos, ha pasado de considerase un movimiento juvenil sin pretensiones a valorarse como el fenómeno cultural más significativo del último tercio del siglo XX. Fue el primer resultado artístico de la transición y el revulsivo de una sociedad recién salida del franquismo,“Por fin sopraban aires novos tras aquela "longa noite de pedra" que foi a ditadura franquista” y que fue reflejo del cambio y de la liberalización cultural e ideológica a la que se abriría la gran mayoría de la sociedad española, pero sobre todo eso fue fundamentalmente un movimiento estético rupturista y un movimiento musical que supuso una reacción a las convenciones de la época. Quizás por primera y última vez en la historia de la música española, hubo una identificación total de los jóvenes a los que iba destinada esa música con la música en sí. Si los jóvenes de los 70 tuvieron como leif motiv la transición y las libertades políticas, la única bandera que enarbolamos los jóvenes de los 80 fue la de la música

Más de treinta años después, más que de movida habría que hablar de todo un fenómeno generacional y urbano que en cada parte de España se expresó con unas características propias. En las movidas de Vigo y Santiago se perciben claras diferencias con el resto de las ciudades, lo que permite concebirlas como una realidad cultural diferenciada y singular. El caso de Vigo está muy claro como epicentro junto con Madrid de este movimiento, pero la movida en Santiago, apenas estudiada, presenta una realidad sociológica absolutamente distinta a ninguna ciudad de la época, por el porcentaje desmesurado de estudiantes de toda Galicia en el volumen de la ciudad en una época en que la Universidad estaba centralizada, eran aún testimoniales los grupos sociales de políticos, funcionarios y  periodistas y no había llegado el maná del Xacobeo. Y sin negar la “autoría intelectual y artística” de la ciudad viguesa, será desde Santiago desde la que este fenómeno vivencial y musical se exportará a todos los rincones de Galicia, transformando sin vuelta atrás de la vida y la noche de todos los jóvenes gallegos.

El tandem formado por los locales compostelanos el Número K y sobre todo la Sala Clangor se convertirá en referente imprescindible de este cambio generacional.  Y lo que corrobora el papel incuestionable de Santiago en la movida son precisamente estos dos locales los que patrocinan en Octubre del 82 primera actuación pública y presentación del grupo Golpes Bajos, el grupo por excelencia de la movida. Será en Clangor donde Fernando Pereira, con apenas 22 años, hace posible que se oigan por primera vez esos acordes que definirán las canciones que se quedarán en  muchos de nosotros para no irse jamás. Aseguro que los que estuvimos allí tenemos la certeza de que no teníamos nada que envidiar a los jóvenes de Liverpool cuando oían a los Beatles en The Cavern.

La movida de los 80, aunque desapareció para nunca más volver y permanece dormida en el imaginario de la memoria de todos los que la vivieron, despierta brillantemente con la misma nitidez que cuando se vivió cuando suena cualquiera de las canciones que la vieron existir. Estos días una mayoría silenciosa que una vez creémos ser capitanes de 15 años como decía Coppini sentimos más que nunca todo lo que el poeta y artista Germán Coppini aportó a nuestras vidas y sentimos una gratitud infinita.

Se nos fue Enrique, luego Antonio, y ahora Germán… ya no queda ninguno de aquellos que nos tocaban el corazón.  Ahora sí, esta vez si que han llegado los anunciados Malos tiempos para la lírica.

 

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