¿Fracasó la guerra contra las drogas?

Drogas. / Pixabay
Drogas. / Pixabay
En América Latina, desde hace algunos años, figuras políticas reclaman un cambio de enfoque y de discurso. Es preciso hablar de responsabilidades compartidas entre países productores y países consumidores.
¿Fracasó la guerra contra las drogas?

Cada cierto tiempo sobresale el debate de la guerra global contra las drogas, siempre con preocupación e inquietud por seguir apostando a la que sería una estrategia fallida. Así lo advirtieron en 2018 George Shultz, exsecretario del Tesoro y exsecretario de Estado de los Estados Unidos y Pedro Aspe, exsecretario de Hacienda y Crédito Público en México. Shultz y Aspe publicaron un artículo en The New York Times titulado «El fracaso de la guerra contra las drogas». Los articulistas observaron que la lucha contra las drogas comenzó durante el gobierno Nixon y planteó una guerra contra el suministro. Este análisis mantuvo una lectura crítica de los 50 años de la lucha contra las drogas y cuestionó que «La guerra contra las drogas en Estados Unidos ha sido un fracaso que ha arruinado vidas, ha abarrotado las cárceles y ha costado una fortuna».

Nótese que en 2016 la producción mundial de cocaína alcanzó su nivel más alto jamás reportado, con un estimado de 1.410 toneladas al año, según recogió el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (2018). En América Latina, desde hace algunos años, figuras políticas reclaman un cambio de enfoque y de discurso. Es preciso hablar de responsabilidades compartidas entre países productores y países consumidores. Los expresidentes Juan Manuel Santos y Ernesto Zedillo han planteado la cuestión de la regulación habida cuenta del fracaso de la prohibición: «cada año se siguen gastando más de 100.000 millones de dólares en un intento inútil por erradicar el mercado de drogas ilegales», recordaron los exmandatarios.

No obstante, en 2019, el presidente Donald Trump sugirió que el presidente de Colombia, Iván Duque, le había asegurado que «iba a frenar las drogas, pero [en realidad hoy hay] más drogas que salen de Colombia que antes de que fuese presidente». Con lo cual Trump puso en entredicho el compromiso de Colombia en la lucha contra las drogas. En semanas recientes, ante el recrudecimiento de la violencia en Colombia, el gobierno Duque ha insistido en volver a la aspersión aérea de glifosato. El gobierno nacional sugiere que esa es una medida eficaz para combatir el narcotráfico, pero esa visión ha sido duramente criticada por la oposición que rechaza las aspersiones de glifosato argumentando que afectan el medio ambiente y la salud de los campesinos que habitan en las zonas donde se realizan las aspersiones. Algunos sectores de la oposición, así como medios de comunicación e intelectuales, insisten en la necesidad de evolucionar el debate y plantear la cuestión de la regulación. Lo cierto es que los avances, empezando por el manejo del lenguaje, han sufrido un retroceso significativo. No está de más reiterar lo obvio, como lo hicieran los expresidentes Santos y Zedillo en 2019: «la elección es simple. Podemos entregarles el control a los gobiernos o a las organizaciones criminales. No hay una tercera opción».

De ida y vuelta dedicó su reciente edición a analizar la guerra global contra las drogas y a los debates que a este respecto tienen lugar actualmente. Participaron analistas y expertos desde Washington y Ciudad de México, a saber: María McFarland, Asesora Jurídica Senior en Human Rights Watch, anteriormente Directora Ejecutiva de la Drug Policy Alliance, la principal organización en Estados Unidos que lucha por el fin de la guerra contra las drogas; Lisa Sánchez, Directora General de la organización México Unido Contra la Delincuencia, anteriormente trabajó en la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas de la Organización de Estados Americanos (OEA) y, desde la sociedad civil, ha colaborado en distintas iniciativas, algunas en materia de drogas y de salud pública; y, Julio Patán, escritor, editor y periodista, quien escribe en El Heraldo de México y en Letras Libres, entre otros medios mexicanos.

María McFarland analizó el fracasó de la lucha contra las drogas, considerando que «fracaso» es una palabra que se queda corta para las consecuencias de la política antidrogas promovida por los Estados Unidos en estas cinco décadas. McFarland también mostró preocupación por el alineamiento del gobierno colombiano con la posición norteamericana considerando que ese enfoque ha demostrado sobradamente sus límites. McFarland señaló que Estados Unidos debería superar su política antidrogas y el agotado enfoque prohibicionista para avanzar en otras formas y mecanismos.

Lisa Sánchez documentó el fracasó de la guerra contra las drogas en América Latina a partir de su enfoque punitivo y subrayó que incluso desde sus mismos objetivos está signada la inviabilidad de esta política. Sánchez refirió los países que avanzaron en temas de legalización y regulación, así como en la despenalización de la tenencia y del consumo con resultados positivos en términos de seguridad, sin drásticos aumentos del consumo y con una apuesta decidida en términos de prevención del consumo y de políticas de salud pública. En ese sentido, un caso destacado por sus logros evidentes es Portugal.

Julio Patán destacó el papel de la sociedad civil y de la intelectualidad mexicana que contrasta con el rol del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la manera de encarar o, quizá, de evitar asumir esta y otras problemáticas con un lenguaje adecuado, ya no desde una posición moral, sino con amplitud de miras y con una perspectiva realista en consonancia con la realidad y otorgando preeminencia a la dimensión de salud pública, de las libertades individuales, de los derechos humanos y, también, a la Constitución. El periodista aludió a la necesidad de un cambio de enfoque y de lenguaje en la política contra las drogas no sólo en México, sino en las Américas y a nivel global. @mundiario

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