Edhellen y la supervivencia del Power Metal en un panorama musical monótono

Portada del disco Aletheia I./ Facebook
Portada del disco Aletheia I./ Facebook

Grupos como Edhellen confirman que el rock es una vivencia, una estética única y versátil, donde la poesía no está reñida con la fuerza innegable de la música heavy.

Edhellen y la supervivencia del Power Metal en un panorama musical monótono

No soy un experto en el tema, pero haré lo que pueda. Uno de los componentes de Edhellen, Dennis, me pasó el disco hace dos meses. Dennis fue uno de esos alumnos que guarda uno en el corazón cuando comienzas a trabajar como docente. 

El disco se titula Aletheia I (Los pasos perdidos) y el grupo Edhellen no defrauda. Mi mujer me considera melómano, pero la música heavy es una de mis preocupantes lagunas. Y lo que es peor es que la variedad de estilos y categorías para definir tendencias se ha ido multiplicando desde hace varios años. Pero diré varias cosas sobre este disco y sobre sus músicos.

Edhellen es un grupo reconocible. No renuncia al canon de grupos clásicos del heavy metal y la resonancia del rock sinfónico está en su visión de conjunto. La fuerza, el vigor, la atonalidad y la estridencia se combinan con melodías minimalistas y con letras que tienen ese mensaje romántico y apasionado del amor como fulgor de vida y como estigma tras la muerte de la persona amada.

Lo que destaca de Los pasos perdidos es esa necesidad de buscar en la batalla una esencia poética que está implícita en el título del trabajo. Edhellen no es uno de esos grupos que nacen para molestar, sino que hacen música. Aquí encontramos un trabajo significativo en la composición. En la introducción envolvente del tema La Cruz del Sur, vemos que todo cambiará, como nuestra propia vida, y la serenidad dará paso a la vorágine de una música donde endiabladas guitarras y percusión elaboran su particular épica .Pero no se trata de una épica de pura invocación demoníaca, sino una épica wagneriana donde el amor redime al hombre y lo trasciende.

Lo legendario no está en las letras, sino en la evocación de las mismas a través de esa atmósfera donde tambores de guerra y la acción trepidante de las cuerdas construyen ese mundo onírico, lleno de percances y sombras. Pero, al final de todo, en La última costa, está el inicio de la luz y el fin del trance que es Aletheia I, Los pasos perdidos. 

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