La asociación Ganvam pide más dureza en los casos de manipulación de cuentakilómetros

Dispositivos electrónicos para la manipulación de cuentakilómetros/policia.es
Dispositivos electrónicos para la manipulación de cuentakilómetros. / policia.es

Ya han presentado una propuesta de enmienda al Proyecto de Ley de Seguridad Vial para que la manipulación del cuentakilómetros sea considerada una falta grave. ¿Tienen motivos?

La asociación Ganvam pide más dureza en los casos de manipulación de cuentakilómetros

Cada cierto tiempo nos destapamos con noticias de negocios de compraventa denunciados por vender vehículos con el cuentakilómetros manipulado. En algunos casos incluso con mediáticas operaciones policiales de nombres pintorescos, que consiguen saltar a la palestra informativa, eso sí sólo 15 minutos. Sin embargo con el paso del tiempo muchas de esas operaciones se diluyen en largos procesos de instrucción, sin que haya juicio a la vista, por lo que son muchos los consumidores que acaban por desistir.

Desde la patronal de vendedores GAMVAM exigen mayor dureza con esa práctica, puesto que esta especie de impunidad por dejadez, acaba perjudicando a todo el sector. De hecho han solicitado, vía enmienda, que sea considerado falta grave en la nueva Ley de Seguridad Vial. Sin embargo el Código Penal en el artículo 248 ya refleja con claridad este delito al referirse al engaño con ánimo de lucro a terceros, fijando condenas de entre 6 meses y 3 años. De aprobarse la enmienda sería recomendable una profunda lectura del BOE, ya que en esencia la ley de Seguridad Vial sanciona al conductor y/o propietario del vehículo, con lo que podría darse la paradoja de que el estafado acabase siendo además sancionado.

Manipulación “legal”

El mayor problema que existe alrededor de la manipulación de cuentakilómetros es que en esencia hablamos de una operación que es legal a día de hoy. Para que se convierta el delito tiene que aparecer la estafa, es decir intentar sacar un beneficio económico engañando a un tercero con esa manipulación.

El “trucaje” de cuentakilómetros es una práctica que nace desde el mismo momento que los coches empezaron a equiparlos. Y es que un vehículo usado se deprecia al mismo ritmo tanto por el tiempo, como por los kilómetros, por lo que con una “sencilla” operación se consigue aumentar el valor del vehículo de forma importante, aunque sea incurriendo en un delito.

Los fabricantes no son ajenos a este problema y desde siempre han intentado dificultar al máximo esta operación, de hecho no autorizan desarmar ningún cuadro y sus máquinas de diagnosis no pueden tocar de ninguna forma los kilómetros. No hay que olvidar que hay mucha gente estafada que nunca lo descubre, pero que al mismo tiempo ve que su vehículo con unos supuestos 90.000Km no para de estropearse, con el perjuicio que supone a la imagen de fiabilidad de cualquier marca.

Ya en los cuentakilómetros analógicos se dificultaba el acceso todo lo posible, con cuadros sellados que obligaban casi a la rotura para acceder o incluso diseñando ingeniosos mecanismos que desalineaban los números al intentar manipularlos. Sin embargo todos esos trucos fueron superados por la “pericia” que genera la presencia del dinero fácil.

El ingenio digital

Con la inclusión de cuentakilómetros digitales se creía que al fin se podría eliminar esa práctica, al ser imposible de manipular de forma manual. Es evidente que fue un error, y es que podría decirse que incluso fue más sencillo, ya que si hay algo susceptible de saltarse es cualquier protección de software. Así fueron apareciendo en el mercado multitud de dispositivos capaces de acceder a la memoria interna de los cuadros para poder cambiar los kilómetros sin necesidad de desmontarlos. Evidentemente los fabricantes buscaron complicarlo cada vez más, almacenando los datos en varias centralitas, con sistemas de redundancia, bloqueos electrónicos y demás. Sin embargo todos estos esfuerzos hasta ahora, lo único que han conseguido es “encarecer” el proceso, debido a que las máquinas para manipular son cada vez más caras.

Otra vía de control son los cuadernos de mantenimiento, siempre que el vehículo haya pasado las revisiones y sellado el libro. El formato de papel presentaba el problema de la falsificación o bien la simple desaparición. Por ello son muchos los fabricantes que han adoptado el “cuaderno digital”, cuyo pionero fue Mazda en 2007. De esta forma cada vez que un vehículo pasa un mantenimiento en un concesionario, los datos se almacenan en el servidor central de la marca donde quedan protegidos, e introduciendo el número de bastidor desde cualquier concesionario puede conocerse el historial del vehículo.

En muchas estaciones de ITV se anotan los kilómetros de los vehículos, algunas incluso en la ficha técnica al lado del sello, y dichos datos se envían a la DGT. Lamentablemente esta costumbre es relativamente reciente y no se hace en todas las Comunidades Autónomas.

 La mejor forma de intentar evitar ser engañado es desconfiar de las “gangas”, y buscar causas objetivas para que ese coche que nos parece tan bueno sea tan barato. En caso de descubrir una estafa disponemos de hasta tres años desde el contrato de compraventa para poder realizar reclamaciones. A partir de ahí quedaremos en manos de la justicia, lo que como mínimo nos garantizará una tensa espera.

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