Los verificadores peritos de ETA no tienen pito que tocar en este asunto

Captura de la BBC en la que se ve una entrega parcial de las armas de ETA. / BBC
Captura de la BBC en la que se ve una entrega parcial de las armas de ETA. / BBC

Los etarras se fueron con las armas “inutilizadas” tras grabar el vídeo. Después de la puesta en escena, metieron las piezas en una caja de cartón y se las llevaron.

Los verificadores peritos de ETA no tienen pito que tocar en este asunto

Los etarras se fueron con las armas “inutilizadas” tras grabar el vídeo. Después de la puesta en escena, metieron las piezas en una caja de cartón y se las llevaron.

En cualquier tipo de conflicto que haya de resolverse mediante el arbitraje o la mediación, la primera e indispensable guerra es que el árbitro o mediador sea aceptado por las dos partes, esto es, que ambas acepten acatar sus resoluciones o dictámenes. Aparte de lo teatral de su montaje, los “verificadores” aportados por ETA se parecen más a unos peritos periciales de parte en un proceso judicial, salvadas sean las distancias. Cabe, no obstante, pero siempre que esa mediación sea aceptada, que actúe una prestigiosa y reconocida organización internacional, como la Cruz Roja. Y poco más.

El conflicto vasco no es una guerra civil o la deriva de una ruptura en las relaciones entre dos entes iguales. El llamado así, conflicto vasco, es la rebelión criminal de una serie de elementos constituidos en banda violenta para imponer a un estado unos determinados objetivos políticos, ni siquiera compartidos por la sociedad a la que dicen representar.

El final de ETA debe ser exclusivamente policial y judicial. Y dentro de este marco, el marco de la derrota, el Estado puede ser generoso hasta cierto límite con quienes primero demuestren realmente arrepentimiento, compensen los estragos causados, pidan perdón, entreguen  las armas, se disuelvan realmente y sobre todo, colaboren para aclarar los 400 asesinatos no resueltos.

En este conflicto, los verificadores no tienen ningún pito que tocar fuera de la pretensión de ETA de presentarse como un interlocutor cualificado e imponer una hoja de ruta y unas condiciones al Estado. A esta banda no se le puede otorgar el menor rédito político ni la menos ventaja. Debe reconocer su derrota y plegarse ante el Estado de Derecho.

Los únicos que tienen que verificar la entrega de las armas de ETA y destruirla son los artificieros de la Guardia Civil, acaso asistida por algún artillero.

Y sobre todo lo demás.

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