¿Es urgente remover también la tumba de José Antonio de su lugar?

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Tumba de José Antonio en Cuelgamuros.
En sus memorias, Indalecio Prieto elogia a José Antonio como persona, llegaron a tenerse respeto, y critica que fuera enterrado en el lugar previsto para Franco.
¿Es urgente remover también la tumba de José Antonio de su lugar?

Pedro Sánchez ignora las singulares relaciones de José Antonio con el socialista Indalecio Prieto, que incluso llegó a defenderlo en el Congreso, tras un periodo anterior en que casi llegan a las manos. El dirigente socialista guardó la maleta del fundador de Falange, con sus efectos personales, tras su fusilamiento en Alicante, y años después se la entregó uno de sus albaceas a su sobrino Miguel Primo de Rivera, y se hicieron amigos, sellando de este modo la reconciliación de dos Españas.

Como es sabido, el presidente de Gobierno en funciones se propone remover la tumba de José Antonio Primo de Rivera del lugar que ocupa en Cuelgamuros, tras haber sido trasladado allí desde el Escorial, que fue su primera tumba. Quizá si Sánchez conociera la historia de España y de su partido, y las especiales relaciones de Indalecio Prieto con el fundador de la Falange dejaría a José Antonio en paz.

La famosa maleta

Como explica el profesor Antonio Elorza, catedrático de Pensamiento Político de la Universidad Complutense, citando el libro de Prieto “Convulsiones de España”, donde dice: "Cuando se fusiló a Primo de Rivera, el comandante militar de Alicante, coronel Sicardo, se hizo cargo de cuantos efectos había en la celda del ejecutado y me los mandó. Estaban contenidos en una maleta, figurando entre ellos varias prendas de ropa interior, un mono, unas gafas, recortes de periódicos y bastantes manuscritos, incluido el testamento, del que remití copia a los albaceas, Raimundo Fernández Cuesta y Ramón Serrano Suñer".

En enero de 1977, las llaves de esa famosa maleta -es decir, las de la caja del banco donde se conservaba- fueron entregadas por el socialista histórico Víctor Salazar a Miguel Primo de Rivera, sobrino del fundador de Falange. La gran incógnita es que hubiera pasado si, en lugar de ser fusilado, José Antonio hubiera podido incorporarse al bando franquista. Elorza cita la creencia de muchos que apuntan que “su fuerte personalidad debía tropezar frontalmente con la de Franco, convirtiéndose así en obstáculo decisivo para la paz de cementerio que el astuto general hizo reinar en la zona llamada nacional”.

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Maleta con los efectos personales de José Antonio.

Pero otros creen que acabaría siendo un peón más del que se sirvió Franco, como de otros falangistas, para construir su régimen. Pero Elorza sentencia que “los documentos de la maleta ahora publicados no aportan nada para inclinarse por una o por otra solución”, en tanto está clara, según demostró Gibson probó la implicación a fondo de José Antonio Primo de Rivera desde la cárcel en los preparativos de la rebelión militar, de modo que pierden valor en cuanto a su sinceridad sus lamentos posteriores cuando está en cursó la guerra civil que él buscó denodadamente, según los historiadores más críticos.

De llegar a las manos a ser amigos

Punto aparte fueron las especiales relaciones de Prieto y José Antonio que pasaron desde casi llegar a las manos en el Congreso a la defensa que hizo el primero del segundo contra su procesamiento. Cuenta Eusebio Lucia que, a mediados de diciembre de 1933, a los pocos días de haber sido elegido diputado por Cádiz y fundado la Falange. Prieto arremetió contra la Dictadura de Primo de Rivera y calificó de “latrocinio” el contrato con la Compañía Telefónica Nacional del Estado. José Antonio brincó de su escaño cruzó el hemiciclo para abalanzarse contra Prieto y otros miembros del grupo parlamentario socialista, con los que se intercambiaron una serie puñetazos en medio de un gran alboroto. José Antonio había sido también abogado de la compañía.

Pero el contrapunto vino meses después, el 3 de junio de 1934 –, el propio Prieto contó como el fundador de la Falange cruzó el hemiciclo, pero esta vez para estrechar amistosamente su mano. Prieto se sumó al voto contrario a la concesión del al suplicatorio para procesar a José Antonio.

Dice Prieto: “Concluía yo de defender a mi correligionario el diputado Juan Lozano contra idéntica acusación de tenencia de armas. Me pareció que el rasero debía ser el mismo para amigos y adversarios, y defendí con igual vehemencia al fundador de Falange. Éste, terminada la votación, que le fue favorable, atravesó los bancos de los diputados de la CEDA [Confederación Española de Derechas Autónomas, de Gil Robles], dirigiendo duras frases a quienes de éstos votaron en contra, y llegando a mi escaño me tendió la mano y me dio las gracias muy conmovido. Primo de Rivera, no conforme con las palabras amables, terminado el debate y concluida la votación, que le fue tan adversa como a Juan Lozano, vino hasta mi escaño, donde estrechándome la mano, me reiteró su gratitud y pronunció en voz alta duros vituperios para los diputados derechistas que, contra él, habían unido sus votos a los del lerrouxismo”.

Es conocido que, además de Azaña, Prieto trató en vano más delante de salvar la vida de José Antonio, preso en Alicante, donde fue fusilado. En su libro “Convulsiones de España”, Prieto escribe con ocasión del traslado de los restos mortales del monasterio escurialense al Valle de los Caídos, el 30 de marzo de 1959: “Era un hombre de corazón, al contrario de quien será su compañero de túmulo en Cuelgamuros. José Antonio ha sido condenado a una compañía deshonrosa, que ciertamente no merece, en el Valle de los Caídos. Se le deshonra asociándole a ferocidades y corrupciones ajenas.”

Una muerte que benefició a Franco

Como sostiene el historiador Stanley G. Payne, “a Franco le vino al pelo la muerte de José Antonio”. Al contrario de lo que se hizo con otros falangistas como Raimundo Fernández Cuesta, no se puso empeño alguno en canjear a Primero de Rivera por un prisionero republicano de relieve (se habló del hijo de Largo Caballero) y se concluye que a Franco le convino más muerto que vivo para crear la propia mitología de su régimen y del “Ausente”. O sea, mejor muerto que vivo.

Pero Pedro Sánchez no sabe nada de esto porque tiene serias lagunas de conocimiento de la historia de España y de su partido. @mundiario

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