La alusión del Rey a la conducta de su padre no fue todo lo explícita que se esperaba

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Felipe VI y su mensaje de Navidad.
El discurso de Navidad de Felipe VI fue una "faena de alivio", pese a ello, tuvo que ser complicado para sus asesores encajar la alusión a la conducta de su padre de modo tan genérico.
La alusión del Rey a la conducta de su padre no fue todo lo explícita que se esperaba

Desde una sensibilidad obviamente distinta de la de los  partidos independentista que apoyan al actual Gobierno y a Podemos, creo que el discurso de Navidad de Felipe VI es lo que en términos taurinos se llama una “faena de aliño o de alivio”; es decir, salir airoso, sin grandes alardes, No era lo que la mayoría de los españoles esperábamos (aparte obviamente de las cuestiones de actualidad a las que se refirió y a la defensa de la Constitución), pero se comprende lo difícil que tuvo que ser para sus asesores encajar lo que quería decir sin que se notara demasiado lo que tenía que decir para que se entendiera.

Las palabras quieren decir lo que dicen, y al engarzarlas pueden adquirir un sentido de culpa, de disculpa, de acercamiento o distancia. Me explicaré. Cuando Felipe VI dice: En  2014, en mi Proclamación ante las Cortes Generales, me referí a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas. Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones; y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares". La frase quedó colgada. Debería haber añadido: “En ese sentido, no se espere que yo ampare o ignore el tratamiento que, sea quien sea quien traspase el orden legal y moral que nos afecta a todos, cuya conducta debe ser sancionada con la norma común que se debe aplicar a todos”.

Y éste sería a mi entender, lo que como ciudadano yo hubiera querido escuchar del primer empleado del Estado:

“Sé que esta hora, muchos españoles esperan que aluda a la situación en que se halla mi padre, Su Majestad el Rey Honorífico don Juan Carlos I, que se encuentra fuera del país, de forma voluntaria como consecuencia de determinados actos de su pasado que han tenido consecuencias y generado determinadas responsabilidades de orden público y que han dañado la imagen de la institución que represento. En su día, me distancié de tales conductas, pues no sólo anuncié mi renuncia a la herencia que pudiera corresponderme en el futuro, ante la mera sospecha de que tales viáticos estuvieran contaminados por su origen. Y en ese sentido, hice una solemne declaración notarial renunciando a todo rédito personal de fundaciones en paraísos fiscales y reconocí el indebido comportamiento de mi padre retirándole la propia retribución que percibía del presupuesto de la Corona,, que procede del Erario Público.”

“Y junto a nuestros principios democráticos y el cumplimiento de las leyes necesitamos también preservar los valores éticos que están en las raíces de nuestra sociedad.

Ya en 2014, en mi Proclamación ante las Cortes Generales, me referí a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas. Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones; y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares".

"No en vano, mi propio padre, con anterioridad, había expresado, ante otras lamentables conductas de miembros de mi familia, que la Justicia es igual para todos, y en su último discurso de Navidad, en 2013, reclamó para todos, empezando por sí mismo, una conducta irreprochable y ejemplar"”

“Quienes ostentamos la jefatura del Estado, al mismo tiempo que disfrutamos de una serie de privilegios, salvaguardas y respaldos por encima del común de los ciudadanos tenemos el doble deber de ser ejemplares en el riguroso cumplimiento de la Ley, de las normas morales y sociales”.

Después de decir todo esto, quiero añadir que es evidente que a mí no me hubieran contratado como asesor de la Corona.

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