Vivimos en la era de las redes, los líderes y la posverdad

Manifestación anti-Trump. / RRSS
Manifestación anti-Trump. / RR SS

Vivimos en un tiempo en el que la verdad ya no es el fin último. Recientes eventos como la victoria de Trump, o el avance del Brexit, lo demuestran. 

Vivimos en la era de las redes, los líderes y la posverdad

La posverdad o mentira emotiva es un neologismo. La posverdad difiere de la tradicional disputa y falsificación de la verdad, dándole una importancia "secundaria", según Wickie. The Economist dijo en su momento que: "Donald Trump es el máximo exponente de la política 'posverdad', es decir, una confianza en afirmaciones que se 'sienten verdad' pero no se apoyan en la realidad”.

Nos preguntamos: ¿Hacia dónde vamos?

Las sociedades líquidas con ambigüedades y compromiso superficial pero sometidas a la dictadura de las redes determinan la interpretación de los hechos. Facebook tan atento a estos cambios ya lo ha regularizado, son los carteles de colores y letras grandes donde cada uno interpreta a su manera los diferentes ámbitos de su desarrollo familiar o social.

Pero la posverdad tiene dos ejemplos claves. En EEUU la cadena televisiva Fox que dicta la interpretación de la realidad desde las emociones, ante lo cual los demás medios se han visto obligados a cambiar su forma de ofrecer las informaciones entrando en una discusión orweliana con Trump, siempre referidos a si lo que dice es verdad o no. Con lo cual ya a nadie le interesan los hechos, todos publican la interpretación.

En España La Sexta es el tótem de la  posverdad. Su técnica periodística consiste en correr detrás de la noticia y ponerla a los minutos en boca de sus protagonistas, o de los tertulianos invitados, con ello elabora continuamente un tipo de noticia que traduce en emociones aspectos que se someten a una tensión imaginaria: cada nueva información necesita de mayor empuje para mantener la audiencia.

Lo factual deja paso a un segundo escenario donde el consumidor se apropia de su información considerando que es libre para elegir “su verdad” y replica con nuevas interpretaciones emocionales a través de la red. Dominique Wolton dice: “No es suficiente decir que estamos en una sociedad de la información, ya que lo que constituye una sociedad son los valores, las ideologías, y no las infraestructuras“. 

Pero ya hace años, Kant sostenía que la ética se construye cuando los valores morales que practicamos pueden ser considerados por los demás como universales. En el mundo de la posverdad los contenidos son interpretaciones que se alejan del núcleo de la explicación de los sucesos, pero ello no supone que no puedan convertirse en universales e imponerse.

El gran avance en las sociedades modernas es que los Mass Media unificaban los contenidos y suponíamos que aquella verdad era asumida por la totalidad de la sociedad. En la era Trump, o el Brexit, o los fenómenos nacionalistas o populistas, la interpretación de la verdad es un acto posterior que produce contenidos propios y no acepta someterlos a una revisión crítica.

Vivimos una segunda etapa dorada del nazismo, en cuanto a la manipulación de los contenidos. Es una guerra contra los Mass Media para someterlos a su interpretación, las redes construyen la posverdad.

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