¿Se ha unido Amaral a lo fácil, a la actitud populista de meter a todos en el mismo saco?

Amaral da una paliza a los políticos, entre ellos Mariano Rajoy.
Amaral da una paliza a los políticos, entre ellos Mariano Rajoy.

La verdad es que somos muchos los que también estamos hartos de esa cantinela, y que pedimos que no se juzgue al todo por una de las partes, advierte esta autora.

¿Se ha unido Amaral a lo fácil, a la actitud populista de meter a todos en el mismo saco?

No es de extrañar el cabreo y la rabia que existen en un momento en el que la brecha de la desigualdad no para de crecer; cuando ya nos perdemos en el quién, cómo, y dónde del laberinto de las imputaciones de cargos públicos; cuando nuestros derechos y libertades están siendo recortadas continuamente.... Es en ese momento en el que acompañando al sentimiento de hartazgo y desilusión, aparece la injusta y cansina frase del “tod@s son iguales”. Puede que Amaral tenga razón, que seamos tod@s iguales, y que no sea cierto que para asistir a sus conciertos el público tenga que pagar ahora un 13% más de IVA que hace casi 2 años, que la primera ley que aprobó ese “demonio” de Presidente llamado Zapatero, que aparece en el video como víctima de la violencia machista, no fuera precisamente una norma pionera en Europa para luchar contra esta lacra …pero quizás lo más probable, es que Amaral, comprometido en muchas ocasiones en causas justas como el prestar su voz para pedir justicia por la muerte de José Couso, en esta ocasión se haya unido a lo fácil, a la actitud destructiva y populista de meter a todos en el mismo saco.

Y la verdad es que somos muchos los que también estamos hartos de esa cantinela, y que pedimos que no se juzgue al todo, por una de las partes. Porqué nunca se habla de l@s que compatibilizan su actividad profesional con su pasión por la política, de  l@s concejales/@s que ante una emergencia salen “disparad@s” a horas intempestivas de sus casas, de l@s miles de personas honradas y honestas que sacrifican su vida personal por sus ideales… Ell@s/as también “están en política”.

Cierto es que las organizaciones políticas tenemos que cambiar mucho para volver a ser respetadas por la ciudadanía, que no siempre actuamos con suficiente contundencia ante los casos de corrupción, que a veces se confunde lealtad con servilismo, que se habla mucho y se escucha poco, y que en ocasiones se tomaron decisiones que beneficiaban a unos pocos y no a la sociedad en su conjunto. Pero cuidado! ¿quiere decir esto que debamos prescindir de la política como motor de cambio de la sociedad en la que vivimos? Se da la paradoja de que ante la “ruptura” entre la política y l@s ciudadan@s, aparecen partidos que cuentan en cada “plaza” lo que su público quiere oír, que se autoproclaman como salvadores/as,  y la izquierda está cayendo de manera irremediable en esta trampa, en una emboscada que nos está tendiendo la derecha más rancia para desacreditar a la política. Porque si todos los partidos son iguales, entonces qué nos queda? los populismos que bajo su careta esconden el fascismo. Que Marie Le Pen tenga tantos adeptos precisamente en el país considerado de la libertad, la igualdad y la fraternidad , me da miedo, mucho miedo.

La clave para regenerar el valor de la política y de la democracia es la recuperación de la confianza. Pero l@s cidadan@s no volverán a confiar hasta que no se les haga partícipes de la misma , hasta que no se “destierre” a l@s que se sirvieron de su cargo para beneficiarse personalmente, y se les exijan por ello responsabilidades judiciales y también políticas, hasta que no perciban que la política no es un problema, sino una herramienta para mejorar su calidad de vida.

Por favor, mientras no se restablezca la confianza, no convirtamos la vida política en la “La ratonera” de Agatha Christie… aunque quizás un plan como el del detective Trotter, en el que l@s políticos reprodujeran qué hacían y dónde estaban en el momento del "crimen", evitaría que la ciudadanía desconfiara de tod@s, contribuiría a que se recuperara la memoria, y clarificaría quién es el verdadero “asesino” de nuestros derechos y libertades.

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